Un año sin estudiar para las mujeres en Afganistán | El Nuevo Siglo
Foto archivo Unicef
Domingo, 24 de Julio de 2022
Mario F. Hurtado

Ya pasaron más de 300 días desde que los talibanes se tomaron el poder en Afganistán y. cerraron las escuelas para las niñas y mujeres del país. El grupo armado y político se tomó el control de Kabul y desplazó el gobierno civil que apoyaba la ocupación estadounidense.

La situación social y educativa es cada vez más que crítica en el país asiático. La ocupación estadounidense durante dos décadas generó una resistencia de la mayoría de la población civil que vio con mejores ojos que los talibanes, quienes fueron derrocados en 2001 por su fundamentalismo y la radicalización con la que llevó el gobierno, volvieran al poder en 2021, con tal de eliminar la injerencia estadounidense.

Los nuevos talibanes quisieron mostrar una imagen más moderada frente a los actos de barbarie que realizaron durante la década de los noventa del siglo XX como la prohibición del fútbol, la prohibición a las mujeres de recibir educación, las lapidaciones públicas a personas acusadas de adulterio o de homosexualidad, los ahorcamientos o la tortura públicos a personas que controvirtieran la ley. Es así como al llegar al poder en 2021 prometieron reabrir las escuelas para las mujeres, tan pronto como se “adaptaran” los contenidos a la ley islámica o Sharía.

Según entrevista para EFE, Sana -una líder estudiantil afgana- la mayoría de las niñas están decepcionadas y muchas se han enfermado psicológicamente, porque se han visto obligadas a trabajar para cumplir con funciones de responsabilidad en el hogar.

En palabras de Sana, se cumple un año en el que están presas en sus casas sin ningún motivo y sin ningún pecado, y todavía no hay señales para reabrir las escuelas.

Antes estos reclamos el portavoz del Ministerio de Educación de Afganistán, Malavi Aziz Ahmad, expresó que, pese al compromiso por fortalecer el sistema educativo del país, y brindar servicios educativos equilibrados para todos los ciudadanos, el gobierno talibán todavía no ha tomado decisión alguna para la reapertura de las escuelas femeninas, sin mayores explicaciones.


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Las consecuencias son devastadoras, que se incrementan con el efecto de la pandemia en los años anteriores. La organización Human Rigths Watch lanzó una serie de videos con los testimonios de varias mujeres afganas en las que presentan aspectos de cómo la educación que recibieron durante los años anteriores les permitió cambiar sus vidas y las duras consecuencias de la prohibición actual para acceder al derecho básico de la educación sin argumentos claros y desde la visión autoritaria de una concepción religiosa que no se articula con los cambios del mundo de hoy.

Es increíble que en pleno siglo XXI todavía se esté discutiendo en un país si las mujeres tienen derecho a estudiar, a aprender, a desarrollar habilidades y destrezas e incluso a alfabetizarse. Una mirada medieval del mundo en una sociedad afganas que se hunde en la pobreza, en la locura y en el consumo desmedido de drogas como la heroína y las anfetaminas.

Entre las personalidades que participaron en los videos divulgados se encuentran la artista afgana Elaha Soroo,r quien apunta que si no hubiese tenido el privilegio de ir al colegio, no hubiese roto el círculo del patriarcado en su familia y en la sociedad afganas.

Por otra parte, la periodista afgana Zahra Joya, reveló que durante parte de su vida escolar tuvo que vestirse como hombre y ocultar su identidad femenina para poder ir al colegio. Fue difícil, pero fue un bonito viaje porque el resultado es lo que soy ahora, puntualizó.

La llegada de los talibanes al poder en agosto del año pasado se convirtió en un retroceso para las mujeres, agravando la situación que viven desde hace décadas: discriminación y limitación de sus derechos con acciones que van desde el derecho básico a la educación con el cierre de las escuelas, la imposición de la burka como forma de vestir, el despido de sus puestos de trabajo, la imposibilidad de ser contratadas, la obligación de ser casadas sin su consentimiento e incluso la imposibilidad de salir a la calle sin la guía de un varón.

La ironía es que, durante la década del 80, cuando el país estuvo bajo la influencia soviética, las mujeres alcanzaron el acceso masivo a la educación, en inclusive en 1985 la universidad de Kabul era la que contaba con mayor número de maestras frente a otras instituciones árabes de educación.

El cambio radical lleva a la reflexión sobre cómo lograr mantener separados las instituciones religiosas del Estado, y de cómo no se deben dar por garantizados derechos cuando el fundamentalismo crece y se fortalece en diferentes partes del mundo.

*Especialista en Educación