Hay partidos y confrontaciones ideológicas desde que el mundo es mundo y el hombre es hombre. Formaron bandos Caín y Abel, cristianos y paganos, monárquicos y republicanos. La esencia de la democracia es la discrepancia inteligente y civilizada. Los “unanimismos” son propios de los totalitarismos. Allí donde haya talento humano habrá discrepancia y donde haya diversidad de criterios habrá partidos. Es lo irremediable. Además, donde haya un “todo”, habrá “partes” y las partes en el orden político se llaman “partidos”, o sea nada más que “partes”, de un “todo”.
Hace diez años Julio César Ortíz, exmagistrado de las altas cortes, hombre sólidamente estructurado y uno de los litigantes que más éxitos ha logrado últimamente en Colombia ante los tribunales nacionales y extranjeros, fundó la tertulia “Los Pájaros dormidos”, la que se realiza en el Club El Nogal, cuenta con prestigiosos socios y regularmente analiza, en forma cruda y polémica, los temas más candentes de la nación. Un pueblo se puede sacudir cuando se destapan sus llagas, pero una nación también puede perecer cuando se ocultan sus horrores. Para algunos mojigatos podrían parecer explosivos los almuerzos de la tertulia “Los pájaros dormidos”, no por la gran calidad de los platos servidos por el Club El Nogal, sino por la franqueza con que se abordan los temas. La adulación adormece los sentidos, la verdad despierta la consecuencia. Si tu amigo no señala tus defectos, busca un adversario que haga esta obra de caridad. A veces los comentarios de Jaime Castro son plomo derretido. La cirugía duele, pero cura. El veterano periodista William Calderón, eficaz coordinador del grupo afirma: “alfirerazos no, estocadas”.
Julio César Ortíz recuerda que muchas guerras en el mundo se han hecho por falta de justicia, Horacio Gómez Aristizábal comenta con humor negro: “Si ponen presos a todos los corruptos, ¿quiénes nos van a gobernar?”; la abogada y escritora Carolina Valero apunta: “Que las águilas dejen cantar a los pajaritos”. Por su parte, el exmagistrado Marcos Velilla reitera: “la convivencia es imposible sin justicia”, el politólogo Oscar Jiménez cita a Churchill: “la política se inventó no para que los pueblos vayan al cielo, sino para evitar que vayan al infierno” y la catedrática Diana Richardson hace una predicción: “solo la moral da autoridad que es la fuerza”.
Me haría interminable citando a tantos contertulios. Recordemos asistentes: Ernesto Samper, Germán Vargas Lleras, Rodolfo Segovia, Clímaco Giraldo, Álvaro Leyva, Luis Gabriel Londoño, Paulina Espinosa, el exministro Fernando Londoño Hoyos, Diego Tobón Echeverri y José Gregorio Hernández. En uno de mis libros defino así a los colombianos: Más curioso que apasionado, más brillante que profundo; más expresivo que discursivo, más rumboso que hospitalario. Antes de analizar salta de una vez a las cumbres haciendo estructuras ideológicas inconsistentes. En algunos lugares, el colombiano con hambre no trabaja y lleno se duerme.