Agenda contra corrupción se toma a Colombia | El Nuevo Siglo
Foto El Nuevo Siglo - Andrés Rot
Lunes, 27 de Agosto de 2018
Redacción Nacional

El país asistió ayer prácticamente a una tercera vuelta electoral, a través de la votación de la consulta popular anticorrupción, en la que se produjo un hecho histórico sin precedentes.

No solamente las siete preguntas lograron más de 11 millones 600 mil votos, la grandísima mayoría por el Sí, sino que en algunas ciudades, en particular en Bogotá, (no así en el total nacional), se superó con creces el umbral constitucional exigido para convertirlas en actos legislativos o proyectos de ley en el Congreso. Durante el transcurso de este siglo el país se había debatido indistintamente entre la guerra y la paz, pero 18 años después del cambio de milenio, la voluntad popular fijó una agenda irrestricta para lo que viene: la anticorrupción.

Las consultas populares no tienen, desde luego, solo efectos jurídicos sino particularmente políticos. Y el hecho político del momento, a no dudarlo, es la expresión popular que, contra todos los vaticinios y sin siquiera suscitar el interés de las encuestadoras -tan activas en las épocas del plebiscito por la paz y las elecciones presidenciales- marcó un punto de inflexión en el devenir democrático.

El 2018 pasará en Colombia, pues, a la historia por la fuerza de una democracia superior a la de sus propios intérpretes y representantes. El pueblo ha hecho escuchar su voz reiteradamente en este año y todo ello ha reconfigurado en un corto lapso el escenario político nacional.

En principio el presidente Juan Manuel Santos hubo de generar las condiciones, por decirlo así, de una paz con fórceps, luego de que perdiera el plebiscito de octubre de 2016 y se recurriera, entonces, a procedimientos muy polémicos de una inédita refrendación parlamentaria. En esa ocasión, hace menos de dos años, el país dividió los trece millones de votos en dos franjas antagónicas, ganando el No por un estrecho margen. Pero no se hizo caso al mensaje popular, propio de la democracia directa y participativa, sino que se adoptó intempestivamente la ruta de la democracia indirecta y representativa. Es decir, se acudió a la vía del Congreso de la República para emitir la normatividad que fue denegada en las urnas cuando se sometió a consideración ciudadana el acuerdo de La Habana entre el gobierno Santos y las Farc.

Aunque se adujo que el plebiscito lo había perdido el Gobierno por las noticias falsas y la lluvia en la Costa Atlántica el día de la votación, no obstante las encuestas fueron demostrando, posteriormente, que en efecto el Gobierno había perdido margen de acción y su popularidad estaba en picada.

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Las consultas interpartidistas

Más adelante, de cara a las elecciones parlamentarias, algunos sectores políticos decidieron usar la consulta popular como mecanismo para seleccionar a sus aspirantes presidenciales. Muy pocos pensaron que tales consultas se convertirían en el eje gravitante de los comicios para la Casa de Nariño, como en efecto ocurrió.

En esa cita en las urnas el candidato del Centro Democrático, el senador Iván Duque Márquez, respaldado por el expresidente Álvaro Uribe, se catapultó al conseguir cuatro millones de votos, muy encima del millón y medio de Marta Lucía Ramírez y los 300 mil votos de Alejandro Ordóñez. Con ello se convirtió en el baluarte de quienes habían votado No en el plebiscito, consiguiendo una votación extraordinaria e imprevista. Se configuró así como el candidato de la centro-derecha, ganando un espacio cómodo para su campaña presidencial.

No obstante, en la otra orilla, el candidato de la centro-izquierda, Gustavo Petro, también adoptó el criterio de la consulta popular interpartidista y, de igual modo, se catapultó en ese sector.

Los dos aspirantes  lograron así capturar la atención de la opinión pública y lo que en términos electorales se conoce como “top of mind”.

Al mismo tiempo, las elecciones parlamentarias alcanzaron una cifra sorpresiva y muy alta de votos. Así las cosas, desde el comienzo de 2018 el país estaba demostrando que tenía ganas de votar y participar, aunque nunca se previó en las dimensiones en que ello ocurriría más adelante.

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Repunte en las presidenciales

La votación para el Congreso dejó un mapa político y de bancadas nuevo, pero rápidamente todo se centró  en la elección presidencial. Esta campaña se mantuvo, sin embargo, dentro de los escenarios políticos que venían establecidos desde las consultas interpartidistas que pusieron a Duque y Petro en el partidor, pero acrecentando sus posibilidades en medio de la polarización.

El tema central de campaña fue la paz, puesto que el escenario político aún se debatía en medio de los remanentes del plebiscito. En estas circunstancias, el candidato Sergio Fajardo trató de presentarse como la tercería, particularmente en la antesala de la primera vuelta presidencial. Pero aun así no clasificó al balotaje, aunque obtuvo una votación extraordinaria de cuatro millones 600 mil votos. Vino también en esa cita en las urnas la debacle del partido Liberal, en cabeza de Humberto De la Calle, que sumó apenas 300 mil votos, en tanto Germán Vargas Lleras no alcanzó el potencial electoral que había conseguido su partido en los comicios parlamentarios. El hecho, en todo caso, es que el país votó en una cifra de casi 20 millones de votos en esa primera vuelta presidencial, con la clasificación de Duque y Petro a la segunda.

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Cambio de tercio

El tema central todavía era la paz, inclusive con los asuntos económicos y sociales ganando terreno. Sin embargo, la problemática de la corrupción venía abriéndose espacio a raíz del sinnúmero de escándalos que se habían sucedido y se venían sucediendo ante los ojos atónitos de la opinión pública.

De antemano, el escándalo de Odebrecht había dejado estupefactos a los colombianos. Lo mismo el caso del fiscal anticorrupción, Gustavo Moreno. Y todavía peor el del denominado “cartel de la toga”, pues se descubrió que algunos magistrados y presidentes de altas cortes habían accedido a vender al mejor postor sentencias y procedimientos judiciales. Todo ello, por lo demás, había derivado en otros escándalos de sobornos y prebendas que tienen a varios parlamentarios en la cárcel o encausados.

De hecho, el gerente de la campaña del presidente Santos, Roberto Prieto, terminó en prisión, ya no por los dineros de Odebrecht, sino por otras pesquisas, y en similar situación terminó el presidente de la Agencia Nacional de Infraestructura, Luis Fernando Andrade. Y todo esto para no detallar otros escándalos y actitudes ilegales derivadas de la llamada “mermelada”, es decir las repartijas del poder a través de prebendas y canonjías presupuestales y burocráticas.

En medio de todo ello, desde 2017, dirigentes de la Alianza Verde, como la entonces senadora Claudia López y la representante Angélica Lozano, habían conseguido más de cuatro millones de firmas para impulsar una consulta popular anticorrupción. Tras superar el filtro de la organización electoral, el tema se remitió al Senado para que allí se diera vía libre a la convocatoria. Y así lo autorizaron las distintas bancadas, pero determinando que la consulta se realizara después de la segunda vuelta presidencial.

Con ello ya definido, se produjo la última etapa de la campaña presidencial el 17 de junio. Ese día Duque obtuvo 10 millones 300 mil votos y Petro ocho millones de sufragios, en lo que se convirtió en un resultado histórico.

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La sorpresa ayer

Quedó entonces pendiente para el 26 de agosto la cita para la consulta anticorrupción. Se creyó, de alguna manera, que esta no tendría mayor raigambre electoral por cuanto el país había asistido en varias oportunidades a las urnas durante este año.

Pero la democracia colombiana no deja de sorprender. Ayer la consulta obtuvo casi 11 millones 700 mil votos, generando una dinámica política de la que el Congreso no puede ser ajeno. Si bien faltó menos del 1 por ciento para conseguir el umbral de participación nacional (12 millones 140 mil votos), en muchas ciudades y zonas se logró superar la meta de manera regional. Esto hace, desde luego, que el resultado sea prácticamente obligatorio y tengan que desarrollarse legislativamente las propuestas ayer votadas.

El país, en esa medida, viró de la agenda de la paz, que tantas divisiones causó, a la de la anticorrupción, donde existe un consenso generalizado, demostrado en una gran proporción en el resultado de los votos afirmativos en cada pregunta, todos superiores al 99% por el Sí frente a los exiguos por el No.

Esa votación afirmativa, por sí sola, es superior a todas las votaciones ocurridas en los últimos tiempos. Rebasó, de lejos, las votaciones, tomadas por aparte, del Sí y el No en el plebiscito. Sobrepasó las votaciones de las consultas populares por los candidatos presidenciales en las consultas interpartidistas que se realizaron al mismo tiempo de las parlamentarias. Está por encima de los resultados de cada uno de los candidatos en la primera vuelta. Igualmente es superior a los 10 millones 300 mil votos conseguidos por el actual Jefe de Estado, lo mismo que los ocho millones logrados por Petro, hoy jefe de la oposición desde una curul en el Senado.

En ese sentido, la ‘tercera vuelta electoral’ de este año ha determinado la anticorrupción como el concepto dirigente. El Congreso tendrá que proceder, en esa medida, a reducir el salario de los congresistas y los altos funcionarios del Estado; prohibir la casa por cárcel a condenados por corrupción y delitos contra la administración pública; la terminación automática y sin indemnización de contratos oficiales a empresas y particulares culpables de estos ilícitos; obligatoriedad de todas las entidades públicas y territoriales de utilizar pliegos tipo al momento de celebrar todo tipo de contratos, evitando así las licitaciones hechas a la medida de determinados proponentes; realización de audiencias públicas para que la ciudadanía, los congresistas, diputados, concejales o ediles tengan la posibilidad de decidir sobre el desglose y priorización del presupuesto de inversión nacional, departamental, municipal y local; que esos mismos funcionarios tengan la obligación de rendir cuentas anuales sobre su participación y gestión tanto de intereses públicos como particulares; que los elegidos por voto popular hagan públicas sus declaraciones de bienes, patrimonio, rentas, pago de impuestos y conflictos de interés, como requisito para posesionarse y ejercer el cargo; y, por último, un máximo de tres periodos en el Senado, la Cámara, las asambleas, los concejos y las JAL.

Todas esas iniciativas que venían en la consulta deberán ser compiladas y articuladas con los proyectos anticorrupción ya radicados por el Gobierno, los partidos políticos, la Fiscalía y otros entes de control.

Así las cosas, el año 2018 pasará a la historia de Colombia como el periodo en el que los colombianos se lanzaron a las urnas, sin necesidad de voto obligatorio e incluso -como ocurrió ayer- sin los estímulos electorales de ley, en una clara advertencia a la clase política de la necesidad de una depuración de las prácticas en las tres ramas del poder público. Pocas veces como ahora es tan clara, para estas, esa frase de hace exactamente dos décadas: “cambiamos o nos cambian”.

 

Reacciones

 

Fiscal

El fiscal Néstor Martínez reaccionó diciendo que “éxito de consulta impone a Senado aprobar proyecto ley anticorrupción que incluye fin de casa por cárcel para corruptos en todos los casos, suspensión de pagos en contratos sucios, dobles penas en graves casos de corrupción y obligación de denuncia ciudadana, entre otras”.

 

Procurador

Fernando Carrillo indicó que los “resultados de la consulta muestran el surgimiento de un frente ciudadano de más de 11.6 millones de personas que reclama un pacto político contra la corrupción y ser parte de una Colombia libre de ‘mermelada’, coimas y ‘serruchos’”.

 

Uribe

El expresidente Álvaro Uribe dijo tras conocerse los resultados de la consulta que “repetimos: apoyo la aprobación acelerada de los proyectos del presidente Duque; congelación de salario del Congreso; acabar con la ‘mermelada’: todo proyecto regional obliga a conocer el nombre del promotor, tal cual lo propusimos en 2014; consultas partidistas, períodos limitados de elección”.

 

Macías

El presidente del Senado, Ernesto Macías, señaló que “el resultado de hoy muestra que el país está hastiado de la corrupción. La politización de la Consulta, un factor que incidió para no haber alcanzado el umbral. Impulsaremos en el Congreso los proyectos anticorrupción, comenzando por los ya radicados por el gobierno Duque”.

 

Petro

El senador Gustavo Petro apuntó: “Si los corruptos se asustaron con los 8 millones, que ahora se asusten con los más de 11 millones. Las ciudadanías libres se han expresado con contundencia. La historia de Colombia ha cambiado”.

 

Pastrana

El expresidente Andrés Pastrana sentenció que “Colombia votó en contra de la mayor herencia de Juan Manuel Santos: la corrupción”.

 

Fajardo

El excandidato presidencial Sergio Fajardo escribió: “Impresionante lo que ocurrió con la Consulta Anticorrupción. Es un paso extraordinario, contundente, la expresión ciudadana más potente en la historia reciente de Colombia. El mensaje está claro: corruptos, fuera. Se puede cambiar a Colombia”.

 

Claudia López

La exsenadora y una de las promotoras de la consulta, Claudia López, si bien manifestó que “ganamos todos, la consulta anticorrupción ni empieza ni termina hoy”, criticó a la Registraduría, ya que según ella “ha violado dos veces la Ley hoy (ayer). Informó votación parcial durante la jornada y no está reportando cuántos tarjetones de la consulta anticorrupción fueron depositados, es decir el umbral de participación. Solo reporta votación por pregunta".

 

Rodrigo Londoño

El presidente del Partido Farc, Rodrigo Londoño, explicó que “una campaña sin maquinarias y donde se impusó la esperanza. Más de 11 millones de personas votaron contra la corrupción y la vieja política. Seguimos trabajando para construir la Colombia que queremos y necesitamos”.