Con más de 100 trabajadores en diferentes frentes de obra, la construcción de la Segunda Fase de Peatonalización de la Carrera Séptima ya lleva un avance del 28% y se proyecta que estará finalizada en el primer trimestre del próximo año.
La obra que inició en abril de 2017 comprende los tramos entre la Av. Jiménez y la calle 26, y entre la Casa de Nariño y la Plaza de Bolívar. En total la intervención tendrá una longitud de 1.4 kilómetros y la renovación de 36.817 metros cuadrados de espacio público.
“Por esta zona transitan más de un millón y medio de bogotanos cada día, y es a ellos a quienes queremos beneficiar con un renovado espacio peatonal. Estamos seguros que la 7ª será mucho más segura, amplia, bien demarcada, con rampas para el acceso de personas en sillas de rueda y elementos de movilidad segura para invidentes”, aseguró Yaneth Mantilla, directora del Instituto de Desarrollo Urbano (IDU).
Actualmente se avanza en la instalación de la piedra royal veta en las aceras, similares a las que existen en el tramo ya peatonalizado. Así mismo se construye la nueva placa de concreto reforzado y se ampliarán las redes de servicios públicos.
La Cicloruta será mucho más amplia, de tres metros de ancho y no de 2,4 metros como se había estipulado en un principio, para dar más seguridad a los 3 mil ciclistas que transitan por allí cada día.
“Aunque el contrato se firmó en marzo de 2015, esta administración recibió la obra sin nueve estudios necesarios para su construcción, y sin los permisos del Instituto de Patrimonio Cultural y el Ministerio de Cultura. Logramos sacarla adelante a pesar de las serias dificultades que tenía”, afirmó la Directora del IDU.
Los estudios permitieron darle continuidad a las características que representan el centro de Bogotá. Por este motivo el adoquín será de color terracota para la zona vehicular restringida y el concreto estampado color rojo o terracota para las intersecciones de la carrera 7ª con las diferentes calles que la atraviesan.
De otro lado, el IDU destaca la alegría de un joven músico al ver volar las cabinas de TransMiCable. Su casa está plantada en una de las lomas de Ciudad Bolívar, construida exclusivamente en ladrillo y tejas de zinc. Es marzo, y desde lejos Ánderson Benavides ve volar por el cielo del barrio El Mirador más de diez cabinas rojas, que seguro cambiarán la vida de unos 669.000 habitantes de esta localidad.
El ‘vuelo’ hizo parte de las pruebas finales que el Instituto de Desarrollo Urbano (IDU) está realizando para verificar el adecuado funcionamiento de las 163 cabinas de TransMiCable.
A las 4 de la mañana, con el despertar del alba, su cuarto donde vive con su mamá y sus dos hermanas, empieza a iluminarse.
Este joven de 19 años, luego de una ducha con agua helada de la alberca, de alistar su “flaca” -como le llama a su guitarra- y dejar su cama en orden, sale a las 5:30 de la mañana a estudiar música en una academia en el barrio Candelaria.
Sabe que la travesía por coger un bus, las interminables caminatas y el frío que congela sus manos por culpa del viento que amenaza con arrancar los techos, quedará atrás.
Todas estas incomodidades y otras tantas harán parte del pasado gracias al sistema TransMiCable, que ya completó un avance del 92% y entrará en operación en el segundo semestre de este año.
“La academia donde estoy tomando mis clases de música y canto queda en la parte plana de mi localidad, pero los alimentadores o los pocos buses que hay, se demoran más de media hora en pasar. A veces es mejor caminar para poder estar a las 8 de la mañana, para que me dejen ingresar a clase”, relató Ánderson.