Cinco claves de la crisis de la Farc | El Nuevo Siglo
Foto archivo El Nuevo Siglo
Martes, 4 de Septiembre de 2018
Unidad de análisis
El partido de la exguerrilla patina en su propia contradicción y división interna, con lesivas consecuencias propias y exógenas. Radiografía  

___________

1. DIVISIÓN CRECIENTE: si bien en el partido Farc, como en toda colectividad política, hay corrientes, en la facción de los desmovilizados el pulso parece ir más allá. Es claro que hay dos grandes bloques, liderados por sus jefes uno y dos en jerarquía: Rodrigo Londoño, alias ‘Timochenko’, y alias ‘Iván Márquez’. Una división que tiene cinco temas centrales: cómo presionar una implementación más rápida del acuerdo; postura ante el gobierno Duque y su intención de reformar los pactos habaneros; qué hacer con la judicialización de ‘Santrich’ por la reincidencia criminal en narcotráfico; qué postura asumir ante el fenómeno creciente de las disidencias de las Farc; y el manejo y estructuración del partido a nivel regional y local, en donde la incertidumbre de los mandos medios y exguerrilleros de base es muy alta. En cada uno de esos asuntos, todos cruciales, Londoño y ‘Márquez’ tienen ópticas que no necesariamente coinciden, pues el primero se muestra más proactivo a corregir progresivamente las falencias y el segundo está en la línea de presionar y poner ultimátum a ese ‘enderezamiento’ de la implementación. No son diferencias nuevas, incluso eran evidentes en tiempos de la negociación en La Habana, pero ahora son más marcadas.

Lea también: Farc debe aclarar paradero de sus exguerrilleros: Gobierno

2. LA PRESIÓN DE LAS DISIDENCIAS: si para el Gobierno el fortalecimiento militar de los frentes y cabecillas de las Farc que se apartaron del acuerdo de paz (antes, durante o después de la firma del pacto en el segundo semestre de 2016) es un problema grave, sobre todo por sus nexos con el narcotráfico, al interior de la organización de los desmovilizados la situación es más crítica. Esto porque muchos mandos medios y de base que entregaron las armas consideran que las demoras en la implementación de los pactos  políticos, jurídicos, económicos y de reincorporación se deben a que la cúpula del partido no ha sido eficiente y ni sabido presionar al Gobierno al respecto. Esa sensación de desazón y abandono a su suerte (incluyendo los asesinatos de reinsertados) ha contribuido a que se remarquen más las líneas diferenciadoras entre Londoño y ‘Márquez’, pero sobre todo a que las disidencias de las Farc, el Eln y las bandas criminales vean la oportunidad de poder ‘reclutar’ a los desmovilizados, ofreciéndoles sueldos de dos o tres millones de pesos. Es más, los llamados de la debilitada y cuestionada cúpula del partido a los disidentes para que se reintegren al proceso no tienen, por la misma causa, mayor efecto.

3. EL CASO ‘SANTRICH’: la captura, en abril, con fines de extradición del excabecilla guerrillero y por entonces parlamentario electo alias ‘Jesús Santrich’, al que Estados Unidos acusa de haber incurrido en narcotráfico después del 1 diciembre de 2016 (fecha hasta la cual todos los delitos de las Farc son cobijados por la justicia transicional), ha generado muchos roces al interior de las Farc. Aunque Londoño ha defendido a ‘Santrich’ y se opone a su extradición, tanto él como una parte del partido han sido claros en que hay que cumplir el acuerdo y, sobre todo, el compromiso de no reincidencia criminal. ‘Márquez’, por el contrario, considera que si se permite la extradición de ‘Santrich’, en poco tiempo le tocará la misma suerte a él (aunque el fiscal Martínez insistió en que no hay nada en su contra), ‘El Paisa’, ‘Romaña’ y otros jefes desmovilizados a los que EU tiene en la mira hace muchos años. Hoy no se sabe el paradero de ‘Márquez’ o ‘El Paisa’. No vinieron al pleno del partido el pasado fin de semana como tampoco está claro si asistirán a la Jurisdicción Especial de Paz (JEP) si son citados en próximos días.

4. ‘PAPAYAZO’ PARA REFORMAS: aunque públicamente no trasciende, es sabido que en un sector del partido Farc hay incertidumbre sobre las implicaciones no sólo del fenómeno de las disidencias, sino del caso ‘Márquez’ y otros cabecillas desmovilizados sobre los que no se sabe si están adentro o afuera de los acuerdos ¿La razón? Que entre más tiempo se mantenga esa incertidumbre, el gobierno Duque tendrá más escenario político para poder reformar los acuerdos, tal como lo prometió en campaña. Incluso ayer el propio Jefe de Estado conminó a la cúpula del partido Farc así como a la misma JEP a que le digan al país, de una vez por todas, si esos cabecillas siguen o no cobijados por el pacto firmado con el gobierno Santos, porque si se apartaron del mismo hay que dar la orden de capturarlos y que la justicia ordinaria los juzgue. Siendo así, es evidente que hay un amplio sector de las Farc que considera que, mal que bien, su mejor opción es quedarse en la vida civil y dejar atrás la guerra. En ese orden de ideas, el tema de la incertidumbre sobre ‘Márquez’ y compañía se convierte en un riesgo para esa alternativa, tenga o no razón el exjefe negociador.

Por si le interesa: Llegó la hora para que Duque destape sus ‘cartas’ sobre el Eln

5. SIN PLAN POLÍTICO: si algo le quedó claro a las Farc luego de las elecciones parlamentarias, en donde la votación por las listas de los “comunes” -como ellos mismos suelen llamarse- fue ínfima, es que deben trabajar de forma rápida y definida para definir unas banderas y un programa político concretos, que impacten a un sector de la ciudadanía, y que, sobre todo, vaya más allá de la simple exigencia de que se cumplan los acuerdos. Para algunos líderes del partido Farc es claro que un proceso de paz impopular, promovido por un gobierno impopular y para beneficiar a una guerrilla con alto nivel de desaprobación, difícilmente iba a conseguir una votación importante. Pero eso ya pasó, y ahora lo que importa es corregir hacia las elecciones regionales y locales de octubre del próximo año. La estructuración del partido a nivel departamental y municipal es deficiente, y no va más allá de la propia base de desmovilizados. El trabajo político es más quejoso (para que se cumpla el acuerdo) que propositivo (proyectos e ideas de amplio calado). La bancada parlamentaria apenas si arranca y aún no propone nada más allá del círculo vicioso del pacto habanero. Si esto sigue así, en un año el fracaso en las urnas será peor que el de marzo pasado.