Covid-19: “Era como si me clavaran un puñal” | El Nuevo Siglo
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Domingo, 29 de Marzo de 2020
Redacción Nacional
María Isabel Nieto, quien fuera viceministra del Interior y cónsul en Nueva York, se contagió de coronavirus. Su experiencia demuestra que la enfermedad se puede superar, pero no hay que confiarse

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De las congestionadas calles de la capital del mundo, Nueva York, vibrantes de turistas, abarrotadas de taxistas y de luces eternas, en el día como en la noche, parece que no queda mucho por estos días.

La ciudad se encuentra en cuarentena igual que todas. Temporalmente su brillo se ha apagado y hoy es uno de los focos de la infección que ha confinado al mundo. Al cierre de esta edición había más de 37.000 casos.

Maria Isabel Nieto, exviceministra del Interior y excónsul de Colombia en la “gran manzana”, vive con su esposo y con sus dos hijos en Midtown, sobre la Quinta Avenida, uno de los lugares en donde se concentra la actividad de la ciudad. En medio de la rutina de la abogada de la firma Willkie Farr & Gallagher el virus llegó a su vida.

El fin de semana del 7 de marzo, Nueva York conservaba ese paisaje caótico de todos los días, las cámaras de los turistas interrumpían el paso y todo era agitación. Nieto y su esposo decidieron ir al Museo Metropolitano de Arte el mismo día en que Colombia registraba su primer caso, Italia estaba pensando en comenzar una cuarentena y el gobernador Andrew Cuomo estaba a punto de declarar el Estado de Emergencia en la ciudad que ya llegaba a los 76 casos y que no pensó en convertirse en el foco para Estados Unidos.

“Por esos días, se sabía lo que había pasado en China y todo el mundo estaba aterrado viendo lo que estaba pasando, lo que empezaba a pasar en España y en Italia. Pero las medidas avanzaban lentamente, lo que es ridículo en una ciudad tan habitada, congestionada, compacta y con la cantidad de vuelos que llegan todos los días de todas partes del mundo. Uno no entiende cómo las autoridades no habían tomado medidas antes. En esa época no había protección para la comunidad. Lo único que pedían era que la gente no se saludara de mano o de beso en la mejilla”, aseguró Nieto.

El lunes siguiente, 9 de marzo, no fue un día normal. Era el preludio que antecede a la tormenta. Los síntomas comenzaron a aparecer en la vida de la abogada, como las gotas pintan el asfalto y levantan el olor a polvo antes de un aguacero.

“Esa mañana del lunes 9 de marzo caminaba como todos los días hacia mi oficina y no me sentía yo misma. Los 12 minutos de marcha entre la puerta de mi edificio y la entrada de mi oficina me pesaron más que nunca. Estaba como si tuviera unas pesas en mis tobillos. Y sin embargo, esa noche terminé yendo a esa fiesta. No me trasnoché y solo me tomé un trago, así que no me dio guayabo. Al día siguiente fui a trabajar, pero me sentí un poco cansada. Me recosté después de almuerzo encima de mi escritorio, cosa que nunca hago y al final del día sentí algo de malestar. El miércoles 11 de marzo, me levanté con esfuerzo y me fui a trabajar. En la tarde me fui para mi casa porque me sentía aún más cansada y con un poco de dolor de cabeza. El jueves de esa semana se agravaron los síntomas”, relató.

El virus trajo consigo a los sospechosos de siempre: malestar general, dolor en el cuerpo, nariz tapada, dolor de cabeza, tos y fiebre. Sin embargo, esta vez todo era agudo. El cuerpo estaba sensible, el sudor en las noches era a diario. La abogada y su pareja decidieron ir al médico.

“Decidimos ir cuando nos estábamos sintiendo mal. Fuimos a lo que nos pareció más fácil, que son unos pequeños servicios de urgencia que hay en los barrios, que no tienen los elementos para interpretar el examen y tenían que enviar las muestras a otro laboratorio, cuyo resultado nos llegó ocho días después con la noticia que teníamos coronavirus”, le contó Nieto a EL NUEVO SIGLO.

El dolor no es cualquiera y la sensación supera por mucho la de una gripa normal, como muchos quieren hacer ver el virus, anotó. “La sensación en el tórax es como si la piel la tuviera tan sensible como cuando uno se quema con el sol. El dolor en el cuerpo es muy fuerte. Tenemos punzadas en diferentes partes del cuerpo. Las mías son más que todo en el pecho. Como si me clavaran un puñal. A nosotros no nos cuidó nadie. Mis hijos se fueron para otras casas. Solo estábamos los dos y había que hacer el esfuerzo para cocinar”.

Mientras ambos sufrían la enfermedad, afuera el pánico se tomaba las calles. El coronavirus se convirtió en el tema de conversación. Las ciudades comenzaron a aislarse y Nueva York no fue la excepción. El 22 de marzo, como lo dijo un periódico internacional, “bajó el telón”.

Después de 10 días de síntomas intensos, la pareja comenzó a ver la luz: “No es que hoy estemos en todo momento acostados, pero sí estamos todavía cansados. En el momento en que nos dio la enfermedad la cama era el recurso más maravilloso, porque no había alientos para estar de pie, sentado o viendo televisión. Poníamos música suave en el fondo y teníamos unas botellas de agua siempre a la mano. No teníamos cómo medirnos la temperatura, porque no teníamos termómetro. Habíamos intentado comprar uno por Internet y todos estaban agotados. No teníamos cómo saber. Así que nos acostábamos a dormir. Pasábamos muchas horas durmiendo. Luego se paraba uno a hacer algo de comer. Cosas muy fáciles de hacer, como batidos de fruta. Cuando estábamos en la cama era duro, pero era como una gripa fuerte”.

Tras la experiencia, Nieto ha visto muchas personas con los síntomas. Varios de sus conocidos contrajeron la enfermedad y debido a ello, publicó un blog digital con sus vivencias.

El consejo para quienes contraigan el virus es que “permanezcan tranquilos y se apoyen en los recursos que más puedan. Con mi marido somos muy espirituales. Rezamos mucho por nosotros y por toda la gente. Estando uno lejos duele más. Esperamos que todo salga muy bien y se supere esta situación allá en Colombia”.