El sacerdote que salió general | El Nuevo Siglo
Foto cortesía
Domingo, 7 de Abril de 2019
Eduardo Carrillo

Un joven bogotano que quería ser abogado para servir a los colombianos como su padre, que trabajó en la Procuraduría, por los avatares de la vida resultó periodista, administrador de empresas, oficial de Policía y sacerdote. Hoy ostenta el grado de Brigadier General.

Se trata de Silverio Ernesto Suárez Hernández, el primer sacerdote en pleno ejercicio que alcanzó ese rango.

EL NUEVO SIGLO: ¿Es cierto que usted pensaba presentar su retiro como oficial  para dedicarse de lleno al ejercicio del sacerdocio?

GENERAL SILVERIO ERNESTO SUÁREZ HERNÁNDEZ: Le comenté al director de la Policía, por la época, general Rodolfo Palomino, que deseaba presentar la solicitud de retiro porque creía que ya había llegado el fin de mi carrera como uniformado y él me respondió que bajo ninguna circunstancia firmaría esa solicitud.

ENS: ¿Qué le dijo exactamente el general Palomino?

GSESH: Padre deje que los ciclos en la vida se cierren solos, usted nunca cierre un ciclo en la vida y verá que va a tener esa tranquilidad de conciencia de que todo lo ha hecho bien. Ante esas palabras acepté ese consejo de un amigo. Después llegó ese momento de mi evaluación y fui uno de los oficiales llamados al curso de ascenso al grado de brigadier general y aquí estoy no solo sirviendo a Dios si no a mi Institución y a todos los uniformados y sus familias desde la Dirección de Bienestar Social.

ENS: ¿Cómo fue su proceso para llegar a esta instancia de ser el primer sacerdote en  ser ascendido al grado de brigadier general de la Policía?

GSESH: Soy un comunicador social y administrador de empresas, ingresé a la Escuela de Cadetes de Policía General Santander para hacer curso de oficial de los servicios, después de haber laborado durante 11 años en la Secretaría de Educación del Distrito, en el Fondo Educativo Regional, en El Tiempo y de haber tenido mi propio periódico: Murmullos. Después de haber recorrido todo este proceso laboral y de incursionar en la política, pues laboré en la campaña de Belisario Betancur, surgió la posibilidad de hacer curso, me presenté y pasé.

Cortesía

ENS: Su sueño era ser abogado…

GSESH: Mi gran sueño era ser abogado, porque mi papá lo era y yo lo acompañaba a los juzgados, a los tribunales y a la Corte Suprema de Justicia. Mi padre, después de salir pensionado como Procurador Delegado, empezó a ejercer su profesión y ese ámbito me encantaba… Cuando iba a iniciar mi segundo año de derecho tuve que retirarme de la universidad para atender la recta final de la campaña de Belisario Betancur. Por supuesto que casi le da un infarto a mi padre por esa decisión de dedicarme de lleno a la campaña que ganamos.

ENS: ¿Cómo aparece usted en la vida pública?

GSESH: Después de ganar las elecciones con el doctor Betancur laboré con Augusto Ramírez Ocampo, quien fue nombrado alcalde de Bogotá. En esa época yo había involucrado en la campaña a una persona como -liberal belisarista- y a él lo nombraron y me pidió que lo acompañara en la Secretaría de Educación y ahí inicie mi vida pública. Pero como quería ser alguien en la vida, decidí retirarme para iniciar mis estudios superiores, pero ante una solicitud del alcalde Ramírez Ocampo, trabajé en un colegio.

ENS: ¿En qué momento decide ingresar a la Policía?

GSEESH: Mucho tiempo después, una vez graduado y de hacer un recorrido laboral como periodista y de pensar que no sería toda la vida redactor, tras conocer un aviso publicitario inicié los trámites para ingresar a la Policía, precisamente, en la época más dura para la institución por la amenaza de los carteles de la droga, especialmente, por el cartel de Medellín, que pagaba $1 millón por matar a un policía, $2 millones por un suboficial y $3 millones por un oficial.

ENS: ¿Cómo dio ese paso al sacerdocio?

GSESH: En el año 1995 se nos presentó un hecho muy duro en las instalaciones de la Escuela General Santander, que fue la muerte del mayor Humberto Antonio, un deportista  muy importante y famoso. Un  muchacho le roció gasolina y le prendió fuego. El Mayor murió como consecuencia de ese atentado. Este hecho me marcó mucho, porque yo veía cómo la vida era tan efímera, llevándome a replantear muchas cosas, entre ellas cambiar mi estilo de vida y acoger la vocación del sacerdocio. Luego de la muerte de mi Mayor hablaba mucho con el director de la Escuela, que en ese tiempo era mi general Ismael Trujillo Polanco. Él me preguntaba ¿Qué estamos haciendo mal en la formación de los policías?...  yo le decía mi General… a lo que hay que apuntarle es a transformar el corazón del Policía y en la medida en que se transforma el corazón del ser humano las instituciones van a cambiar.

ENS: ¿Se le duplicó el trabajo como oficial y como sacerdote?

GSESH: Comencé a ejercer mi ministerio sacerdotal en la Policía Metropolitana de Bogotá. Luego me nombraron capellán de la Estación de Policía en Chapinero, donde inicié mi trabajo con los policías, pero también había un grupo de presos. Por supuesto que me di cuenta que era una oportunidad de ayudarlos y a muchos de ellos les hacía los memoriales para que quedaran en libertad e incluso les pagaba la fianza. Es decir, pude ejercer el derecho sin ser abogado,  ayudando a muchas personas privadas de la libertad.

ENS: ¿Cuáles han sido los momentos más difíciles?

GSESH: Ha habido épocas muy duras, desde que cuando estaba en el seminario: el secuestro de los policías, luego, siendo sacerdote, acompañar a las familias de los secuestrados que llevaban muchísimos años esperando la liberación de sus seres queridos; muchos policías muertos en esa violencia, muchos huérfanos, muchas viudas, muchos padres a los que había que darles esa noticia de la desaparición de sus hijos. No fueron años muy fáciles.