Eldorado, ahora en confinamiento | El Nuevo Siglo
Foto archivo Anadolu
Domingo, 29 de Marzo de 2020
Redacción Nacional
Soledad de la Capital se ve en todas las vías. Y más en el aeropuerto. El desierto en la terminal, en sus ocho puertas y dos pisos, no refleja lo que era antes de la pandemia. Ahora, es solo un edificio sin alma, una fachada vacía

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La mayoría de Bogotá duerme. El largo letargo que trajo el coronavirus ha convertido a la ciudad tormentosa y aglomerada de otros días, en una metrópoli callada, conventual y con exceso de tapabocas.

La soledad de la Capital del país se ve en todas las vías. Y más en el aeropuerto. El desierto en la terminal, en sus ocho puertas y dos pisos, no refleja lo que era antes de la pandemia. Ahora es solo un edificio sin alma, una fachada vacía. Adentro casi nada funciona, solo algunos baños y la farmacia, lo demás está cerrado y maneja un silencio sepulcral que nunca había vivido.

Para ver la magnitud de los efectos del confinamiento hay que recordar que por los amplios pasillos del aeropuerto Eldorado en diciembre de 2019 transitaron cerca de 1.500.000 pasajeros en vuelos internacionales y 3.000.000 en vuelos nacionales. La terminal no descansaba a ninguna hora del día en un constante flujo de personas que parecía nunca terminar. Hoy es solo un cascarón vacío de 24.000 metros cuadrados de áreas comerciales y 1.669 cupos de parqueaderos.

 

Mochilas cansadas

 

Loana y Antoine salen constantemente a fumar a la puerta cinco del aeropuerto, la única habilitada para la entrada de pasajeros. Más allá del filtro de seguridad, solo ingresan quienes tienen tiquete. Los dos viajeros se sientan sobre sus mochilas cansadas, agotados de los tres días que llevan en Bogotá tratando de resolver su situación. En la noche del domingo esperan viajar, pues la aerolínea parece que va a habilitar un vuelo, sin embargo, todo es incertidumbre.

“Preferimos no pensar lo que va a pasar en el futuro en caso que no haya vuelo para Francia, porque es una situación muy difícil. Nosotros estábamos de vacaciones y teníamos que salir para Bolivia el pasado jueves. Todo es muy difícil”, dice el pelirrojo Antoine, que tras unos lentes pequeños se pierde en una larga bocanada de humo de cigarrillo.

La situación no ha sido agradable. Loana dice que los hoteles tienen precios elevadísimos y lejanos al presupuesto que tenían para estos días en la fría capital. “Nosotros  no teníamos presupuestado todo esto. La noche normalmente en un Airbnb nos costaba $76.000. Hoy está en más de $100.000”.

Y continúa: “Un hotel normal por persona puede estar cobrando $700.000 por persona. En estos días la embajada francesa nos envió un correo diciéndonos que tenían una oferta solo para nosotros, especialísima y era una noche en uno de los hoteles cercanos que cobraba $170.000 cada uno. No podemos aceptar. Tampoco tenemos tanto dinero”.

Ambos se ven preocupados tras las sonrisas que muestran, están agotados. Un par de noches las han pasado en las camas dispuestas por el aeropuerto y han comido lo que han podido de la comida que ofrece Opain. “Menos mal había comprado cigarrillos antes de llegar al aeropuerto”, dice Antoine abriendo un nuevo paquete.

 

“Estamos en el limbo”

 

Con los dos franceses, llegan más extranjeros a pedir fuego. Fumar es un vicio social. Otro francés, Adrien, asegura que esta coyuntura demuestra la fragilidad del sistema económico mundial. “Estamos varados. No podemos comprar otro vuelo. No podemos salir. No podemos comprar nada. Estamos en un limbo”, dice con ira, aplastando la mano que no tiene cigarrillo y acomodándose más fuerte en la maleta.

Loana asegura que, si bien, su gobierno ha estado pendiente, “no ha hecho lo suficiente. No podemos entender cómo es que en Francia pagamos impuestos, sostenemos el Estado, colaboramos, trabajamos duro y en una situación de estas no sea posible que nos ayuden. Claro, nos han ayudado, pero necesitamos un vuelo humanitario”.

Ambos se quedan recostados en la columna de la puerta cinco pensando en que esta no es ni la mitad del camino a casa. Si salen hoy, tienen que viajar a París y de allí con el cerco tratar de tomar un transporte que los lleve a Toulouse (a cinco horas de la capital en tren), para desplazarse al poblado del que son originarios: Salvagnac.

 

Cansados y molestos

 

Salen de la cueva del aeropuerto afanados, como una hinchada de fútbol apurada. Interceptan al carro que trae los víveres. Agradecen la hospitalidad. Colocan todo en el carrito y vuelven a entrar. Son cerca de 20. Todos con pinta de futbolistas. Andan en bermudas, zapatillas y camisetas. Todos han dejado los morrales adentro. Temen que los dejen fuera de la terminal.

Juan Carlos lleva en sus brazos compotas, galletas y una lata, apura la voz para atender las preguntas, pero no pierde tiempo, tiene miedo que no lo vuelvan a dejar pasar. “La situación es la siguiente, aterrizamos el 25 aquí en Bogotá y aquí nos quedamos. Somos más de 15. No podemos salir. No podemos entrar”.

Reciben la comida ofrecida por el aeropuerto con agradecimiento. Se les nota cansados y molestos. “Llevamos varios días durmiendo aquí en el terminal. Estamos esperando a que la Embajada o alguna empresa organice un vuelo humanitario y así poder salir”. “Vamos Juan”, grita una voz desde adentro. “Me tengo que ir. Estoy apurado. No quiero que me dejen por fuera”.

Juan comparte espacio con argentinos y chilenos. Por otro lado, la embajada alemana ya envió por los suyos. Simón, un viajero de ese país que estaba con su esposa Caterina y su pequeña hija de 7 años despegó en un vuelo humanitario el pasado sábado con más de 400 personas.

El viernes, Andrea y cerca de 250 españoles que estaban en Colombia despegaron al medio día. La Embajada había enviado un correo que anunciaba un vuelo humanitario para todos los que quisieran regresar a su país.

“Yo todavía tenía cuatro meses en Colombia y tenía muchos planes por hacer. Pero mi familia está preocupada. Si bien, los casos en España están por las nubes, es verdad que prefiero el sistema de salud español, que sé que me va a atender, que el colombiano”, dijo.

De hecho, la española sostiene que “espero que todo salga bien para Colombia. Es verdad que es una situación muy complicada. Espero que cuando todo se solucione, volver”.

 

Operación Ferry

 

Opain informó, a través de un comunicado emitido el jueves, que “a la terminal aérea han llegado desde el pasado 25 de marzo, nueve vuelos humanitarios en operación Ferry. Esto quiere decir, que llegan vacíos para recoger a las personas que retornarán a sus países de origen, tal y como lo dispuso el Gobierno nacional”.

Según el operador de la terminal aérea, “en la noche del 25 de marzo desde el aeropuerto Eldorado salió el primer vuelo humanitario con 150 israelíes de regreso a su país natal. Pasado el mediodía del jueves, se dio la salida de dos vuelos humanitarios hacia Alemania y Reino Unido respectivamente. Es así como Eldorado continúa apoyando a cada pasajero para que pueda llegar a su destino, por tal motivo, durante los próximos días, partirán desde la terminal aérea vuelos humanitarios hacia Chile, Argentina, Brasil, Francia, México, Aruba, Bolivia, Alemania, y Reino Unido”.

“Es de resaltar que mientras los pasajeros estuvieron en Eldorado recibieron alimentos donados por diferentes marcas que se solidarizaron con la situación. Además, tenían un espacio de descanso en diferentes zonas dispuestas por Opain en la terminal aérea, las cuales eran desinfectadas cada cinco horas y contaban con el apoyo del personal de la Cruz Roja Colombiana quienes les tomaban la temperatura para asegurar que ningún pasajero tuviera riesgo de contagio”.