La indispensable ayuda de la Iglesia católica a los migrantes venezolanos en Bogotá | El Nuevo Siglo
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Viernes, 5 de Julio de 2019
María Andrea Suárez

Colombia es reconocido a nivel internacional como uno de los países más solidarios con respecto a la migración masiva de venezolanos, quienes decidieron dejar su país durante el régimen de Nicolás Maduro para buscar nuevas oportunidades y una vida más digna, ya que en el vecino país es muy difícil encontrar beneficios necesarios como alimentación y salud sin que los costos sean muy elevados.

Según Christian Krüger, director de Migración Colombia, actualmente se encuentran alojados un millón 626 mil venezolanos en todo el país, sin embargo estudios aseguran que para finales de 2019 la cifra subiría a 5,9 millones de inmigrantes.

A pesar de que la mayoría entran por Cúcuta, ciudad fronteriza con Venezuela, una área de paso de gran importancia para los venezolanos es Bogotá, la metrópoli más grande de Colombia, la cual muchos de ellos ven como una oportunidad para conseguir trabajo y dinero que los ayude a solventar sus necesidades y las de sus familias.

Ante esto, al llegar a la capital la Arquidiócesis de Bogotá les brinda por medio de la Fundación Atención al Migrante ayuda humanitaria de emergencia y acogida a todos aquellos que hayan sufrido desplazamiento forzado de su lugar de origen. La FAMIG cuenta con tres centros de atención en la ciudad que son: El centro de acogida de la terminal de transporte terrestre- CATT, el centro de atención al migrante – CAMIG, el “ Hogar noche” - CAMIG 2 y el centro pastoral y de capacitación CEPCA.

EL NUEVO SIGLO tuvo la oportunidad de visitar el albergue y sede principal de esta fundación llamado “Centro de atención al Migrante, Cardenal Mario Revollo Bravo” el cual tiene espacio para 43 personas y se encuentra dirigido específicamente a familias necesitadas, dando prioridad a mujeres con niños. Sin embargo, por lo general las madres que duermen con sus hijos en muchas ocasiones permiten que hasta 65 a 70 personas sean acogidas en él.

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Juan Esteban López, comunicador social y periodista de la entidad nos explicó cómo funciona este espacio y que beneficios ofrece a los migrantes.

En esta vivienda de 3 pisos ubicada en la calle 17 # 68- 75, el servicio de atención es de lunes a viernes y en él, los migrantes venezolanos que se acerquen reciben ayuda humanitaria como mercado, ropa y otros productos que les ayuden durante su estadía en Bogotá y además cuentan con orientación psicosocial y espiritual con el fin de dar un acompañamiento en el duelo migratorio que en muchas ocasiones genera problemas en el autoestima de la persona que deja su país. La dirección ejecutiva de la sede se encuentra a cargo del Padre Wilfran Oyola, quien también es coordinador de la evangelización para la migraciones de la Arquidiócesis de Bogotá.

La historia de esta casa hogar se remonta a la creación de la “Pastoral de movilidad humana” en 1989, la cual fue impulsada por el entonces Arzobispo de Bogotá, el Cardenal Mario Revollo Bravo, quien se la encargó a las Hermanas Misioneras Scalabrinianas con la misión de atender a la población desplazada por la violencia. Sin embargo, en 1990 se vio la necesidad de abrir un nuevo establecimiento que pudiera atender una mayor cantidad de personas que ingresaban a la ciudad en estas condiciones, razón que llevó a la inauguración de una oficina en el terminal de transporte terrestre con ese objetivo y en el año 1995, el Cardenal decidió invertir todo el dinero que se le había regalado por sus bodas de oro sacerdotales en la construcción de este albergue que lleva su nombre en su honor.

Al tener estos 3 centros de servicio, se crea el 8 de marzo de  2002, la Fundación de atención al migrante, gracias al decreto arzobispal firmado por el Cardenal Pedro Rubiano Sáenz.

Dentro de la edificación, se encuentra un comedor que sirve 5 comidas al día y un promedio de 80 a 90 almuerzos diarios completamente gratuitos, una capilla que ofrece un espacio para la Eucaristía diaria y para los grupos de oración, una sala de encuentro, una bodega donde se guardan las donaciones recibidas por los fieles que en su mayoría son ropa y alimentación, un cuarto específico para el mercado y objetos de cocina, una oficina, los cuartos para mujeres, niños y hombres que se componen de camas y cunas perfectamente limpias, cuarto de juegos para los niños, enfermería, baños para hombres y mujeres con duchas y sanitarios respectivamente y zona de lavado para las prendas que dispongan. Así mismo, también se encuentran duchas en la parte exterior del centro para aquellos que necesiten solamente van de paso en Bogotá.

Hasta el pasado mes de marzo, Juan Esteban López afirmó que se han registrado 695 personas alojadas en el albergue, cifra alarmante ya que asegura que de seguir en incremento superará las 2400 personas que tuvieron la oportunidad de vivir en la casa hogar.

Dentro de los otros servicios que ofrece la FAMIG se encuentran también ayudas con los pasajes de transporte, útiles escolares, talleres para incorporarse al mercado  laboral como manicure, pedicure, belleza capilar, corte y confección y patronaje, kits de aseo y kits viajeros para los que llegan y siguen su camino y utensilios como estufas, platos, colchonetas y en ciertos casos subsidios para solventar el primer mes de estadía para los que deseen establecerse en la capital.

La FAMIG también cuenta con el apoyo del gobierno. La secretaria de educación y de salud hacen visitas periódicamente para ofrecer servicio de atención médica y matriculas gratuitas en colegios del Estado a los jóvenes y niños venezolanos que deseen continuar con sus estudios.

En este contexto, al igual que esta fundación dedicada a brindar acompañamiento a los migrantes, también muchos miembros del clero reúnen ayudas con el mismo objetivo de acogerlos, así como el sacerdote Arbey de Jesús Llanos, misionero de la Consolata, quien nos brindó un minuto de su tiempo para dejarle un mensaje a los venezolanos que residen en Colombia y contarnos sobre su labor. Llanos vivió 21 años en Venezuela y actualmente provee con comida, ropa y medicina a 30 familias venezolanas cada mes para que estos puedan pagar un arriendo sin mayor problema. Esto es logrado gracias a la colaboración de los fieles y los demás religiosos de la Diócesis de Fontibón.

“Busquen comportarse bien, trabajen según sus posibilidades y profesiones, Colombia es un país muy solidario y es el que más los ha ayudado al recibir tantos venezolanos sin documentos, por lo tanto hay que aprovechar”, fue la reflexión que le dejó el cura a los inmigrantes.

A su vez, entidades como la Cruz Roja colombiana ofrecen beneficios para los migrantes, tanto para aquellos que residen en la ciudad por medio de formación para el mercado laboral, como para los caminantes a través de una unidad móvil que les regala en carreta asistencia psicosocial, médica y kits que les ayuden durante el camino