Por coronavirus, flagelantes de Santo Tomás no saldrán | El Nuevo Siglo
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Miércoles, 8 de Abril de 2020
Redacción Nacional

La Semana Santa será muy diferente este año en Santo Tomás (Atlántico). Este municipio, ubicado a poco más de una hora de Barranquilla, se ha hecho conocido en el país por el desfile de los flagelantes o penitentes.

Cada Viernes Santo, desde hace varias décadas, en la denominada Calle de la Ciénaga decenas de personas acostumbraban caminar bajo el inclemente sol y la asfixiante humedad, unos golpeándose la espalda con látigos, otros cargando pesadas cruces y algunos sosteniendo copas de vino con la prohibición de dejarlas caer ante la mirada de propios y extraños.

Debido a las restricciones impuestas, en el marco del aislamiento social obligatorio impuesto para combatir la rápida propagación del coronavirus, esta celebración no se llevará a cabo.

Tomás Guardiola, alcalde del municipio, invitó a las decenas de personas que año tras año cumplen con esta práctica a que se abstengan de hacerlo.

“Quedémonos en casa. Cumplamos el aislamiento social obligatorio. A todas las personas que tienen una manda por pagar que se abstengan de salir a pagarla, que la cumplan de una manera diferente en casa, de manera tal que no se viole lo preceptuado por el Gobierno nacional. Todas estas medidas se toman para preservar la vida, que es lo más importante”, dijo Guardiola.

En el mismo sentido del mandatario municipal, el párroco Edgar Mejía señaló que “se nos ha pedido que no se realice ninguna actividad litúrgica o de piedad con presencia de público. Esto precisamente con el propósito de cuidar nuestra salud. Por eso, aprovechemos los medios que nos va a ofrecer para vivir la Semana Santa a través de las redes sociales, la radio, de tal forma que podamos recibir todo lo que Dios nos quiere regalar”.

“Sé que hay personas que han hecho promesas de pagar una manda y lo hacen cada año. Invito a esas personas que tengan presente lo que se nos está pidiendo. ¿Por qué razón? Dios no se va a molestar, no va a hacer nada malo porque no paguen esa manda este año. Ofrécele a Dios otra cosa este año. Haz un ayuno en tu casa, haz un rato de oración. La invitación es a que guardemos las medidas que nos están pidiendo porque lo más importante, si queremos vivir nuestra fe, es cuidarnos”, subrayó.

 

Tradición

En el acostumbrado recorrido de los viernes, las personas que se flagelan llevan tres elementos: una disciplina, el capirote y el pollerín.

La disciplina es el látigo con el que los flagelantes se golpean. Tiene siete bolitas que representan los siete viernes de la cuaresma. El capirote es una capucha blanca que les tapa la cara y el pollerín es una especie de falda que les cubre su parte baja.

El recorrido se inicia al lado de un caño llamado de Las Palomas. Dura aproximadamente dos kilómetros. Es tan extenuante que algunas personas se desmayan y no pueden terminarlo. La caminata la realizan estando descalzos. Anteriormente, la calle estaba destapada pero hace poco fue adoquinada.

En el periplo que realizan tienen que pasar por siete cruces. Durante el camino hacia la cruz mayor, donde finaliza, son guiados por un acompañante, amigo o familiar, que les echa alcohol en las heridas que se propinan y les dice cuál parte de la espalda la tiene más lastimada por los latigazos.

Otros realizan su penitencia cargando un pesado madero, que representa la cruz que cargó Jesús. Este el caso de Antonio María Pérez, conocido en el pueblo con el apodo de Tabaquito.

Tras 44 años de cumplir con la tradición, este será su primer año sin hacerlo. Pérez afirma que esto le genera tristeza. “Me da una tristeza, me conmueve, pero me aferro a mi Dios, le pido a él que nos perdone y nos cobije con su manto. Que nos tenga sanos. Lo más importante es la salud. Yo pago mi promesa de por vida porque él me devolvió la salud”, dice.

Pérez manifiesta que acostumbraba hasta el año pasado a realizar su penitencia el miércoles y el Viernes Santo.

“El miércoles yo salía en la noche, hacía las tres caídas y el viernes, en el sermón de las siete palabras salía, pero ese es más pesado”, afirma el hombre, quien dice que ayuna durante los días y vuelve a comer hasta el día siguiente.

“Yo voy en ayuno, con un vaso de agua antes de salir y vuelvo recibir comida hasta el día siguiente. Lo único que recibo en el camino es un vaso de agua. Ni mis hijos ni el resto de mi familia me acompañan”, sostiene.

Ante la restricción impuesta, afirma que estos días se dedicará a orar y ayunar. “Mañana es un día que me levantaré a orar. A las 6 de la mañana. Luego a las 6 de la tarde. A las 12 de la noche. Uno tiene que orar, reflexionar y pedir por la salud de las personas que tienen enfermedades”, dice.

El próximo año dice que volverá a realizar su penitencia, la cual cumplirá hasta que muera. “Tengo 66 años, voy a cumplir 67, y seguiré después que él me tenga con vida. Yo le digo a mi hijo menor que así yo esté en una cama que me levante, que yo arrastro la cruz y moriré en ella, como lo hizo Jesús”, concluye.