A pesar de los esfuerzos para garantizar una mayor participación femenina en parlamentos y cargos políticos en el mundo, así como para generar condiciones de igualdad de género y dignidad para las mujeres en varios ámbitos, aún persisten amplios desafíos.
Esta fue una de las conclusiones de la Cumbre Nacional por la Igualdad, un evento que concluyó este jueves en Bogotá, en el que se plantearon los desafíos que tiene para el país y la región incorporar al máximo el potencial de las mujeres en diferentes espacios de la vida pública y las oportunidades para avanzar.
El encuentro acogió a autoridades estatales, organizaciones internacionales y de la sociedad civil, entre otros.
Según cifras de los organizadores de la cumbre, solo seis países en América Latina tienen “recogida paridad en sus ordenamientos jurídicos”.
Se trata de Ecuador, Bolivia, Costa Rica, Nicaragua, México y Argentina. Por su parte, Guatemala y Venezuela no tienen sistemas de cuotas.
Aunque América Latina es una de las regiones con mayor democracia paritaria en el mundo, dicho porcentaje apenas alcanza un 28,1%, cinco puntos arriba del promedio mundial pero muy por debajo de la participación de los países nórdicos, del 41,7%.
Blanca Alcalá, embajadora de México en Colombia y líder de la agenda de democracia paritaria en América Latina, le aseguró a la Agencia Anadolu que el reto tanto para el país, así como para la región, radica en pasar de la “visibilidad de cuál es la condición de las mujeres a la sensibilidad de todos los actores y la toma de decisiones”.
Según la diplomática mexicana, esta es la ruta que “debemos seguir trazando, que permite el reconocimiento mutuo de derechos entre iguales. Esto significa que entre el 50% de mujeres y el 50% de hombres construyamos una sociedad y que nos permita definitivamente construir un Estado y una sociedad mucho más inclusivas”.
En palabras de la embajadora, la situación actual para las mujeres es “de claros a oscuros”: en muchos ámbitos las mujeres han avanzado de manera muy importante, por ejemplo en salud, educación, incorporación al trabajo o participación política. “Sin embargo, no es suficiente ni en el número ni mucho menos en las condiciones. Aún siguen siendo precarias las condiciones: cómo viven muchas mujeres, la persistente brecha salarial entre hombres y mujeres, la violencia que sufren, o el que no se alcance la situación plena en los distintos cargos políticos de las mujeres”.
Alcalá declaró que “frente a estos oscuros, necesitamos definitivamente seguir avanzando” a través de políticas públicas y normas que garanticen la plena participación de la mujer, que sean exigibles y sancionadas cuando no se garantice o no se estén dando las condiciones para su cumplimento.
Pero para la diplomática estos esfuerzos deben estar tanto en el nivel estatal o público como en la sociedad.
El caso de México en términos de igualdad es más favorable. “Estamos muy contentos con la adopción de la democracia paritaria en 2015, que ha permitido avanzar de manera muy acelerada”, dijo la representante mexicana al explicar que en las elecciones para ese año hubo una representación mayor de mujeres en la Cámara de Representantes.
A su juicio, se está demostrando que es efectivo, pues tras los últimos comicios y con base en datos preliminares del Programa de Resultados Electorales Preliminares, la representación femenina en el Senado será del 49,22% y en la Cámara de Diputados del 48,6%.
Por el contrario, en el caso de Colombia la realidad es más oscura. “Si bien existe un principio de una participación más amplia, generando un esquema de cuotas y de cremallera, no es suficiente porque los porcentajes revelan que sí son muchas las que participan, pero pocas las elegidas”, concluyó.
Por su parte Diana Espinosa, oficial de ONU Mujeres en Colombia, afirmó que a nivel mundial hay un desafío importante en democracia paritaria, pues si en América Latina esa cifra llega al 28%, en términos globales en el resto mundo es de apenas 24%.
“Es un reto global que hay y tiene que ver con lograr que más mujeres lleguen a cargos de poder, no solo porque tienen el derecho sino porque estamos desaprovechando un gran talento para combatir grandes desafíos que enfrenta la sociedad”, aseguró.
La vocera advirtió que en Colombia la participación femenina en el Congreso actual es de las más bajas de la región, pero añadió que dicho porcentaje va a disminuir en la nueva legislatura, que se posesionará el 20 de julio.
Espinosa aclaró que a pesar del marco normativo sólido y garante de derechos de las mujeres en Colombia, hay bastantes barreras de género y una amplia brecha de implementación.
Aunque las mujeres representan más del 50% de la población del país, sigue siendo un sector subrepresentado en la toma de decisiones: hay 21% de mujeres congresistas, 17% en asambleas departamentales, 18% en concejos municipales, 12% en alcaldías, 15% en Gobernaciones.
El reto, según la oficial de ONU Mujeres Colombia, es asignarle recursos reales a la implementación de esas políticas públicas. “Es como escribir poesía sobre la importancia de este tema, pero sin nada contundente debido a la falta de recursos y capacidad del Estado".
Diana Espinosa hizo un llamado al nuevo Legislativo para reglamentar principios al respecto. La vocera explicó que Colombia hizo una reforma constitucional en 2015 que incluyó principios de paridad, alternancia y universalidad que deben ser reglamentados, pero que a pesar de los intentos en el Congreso, no se lograron.
“El nuevo Congreso tiene el desafío para hacerlo”, acotó.
Finalmente, destacó el nuevo periodo que llega para el país andino en el contexto de la finalización del conflicto armado con las Farc, pues “el pluralismo sí hace la diferencia” y las “ideas distintas” pueden llevar a una agenda más amplia de desarrollo.
“Reconocer que va a haber muchas voces nuevas en el Congreso de la República es bueno para el país y para la democracia”, subrayó.
Algunas cifras
Según Naciones Unidas, en Colombia, a pesar de sus altos niveles educativos y su talento, las mujeres experimentan aún condiciones de desigualdad: por un lado, tienen aún brechas en su incorporación al mercado laboral: 20 puntos porcentuales menos que los hombres en participación laboral y 5 puntos porcentuales más de desempleo; tienen una brecha salarial del 18%, dedican el doble del tiempo a la economía del cuidado y aún son muy pocas las que ocupan cargos de dirección en el sector económico y cargos públicos.