En medio de un convulso año, y de una difícil semana para el sistema de transporte masivo de Transmilenio, su gerente, Felipe Andrés Ramírez, habló con EL NUEVO SIGLO sobre las proyecciones de la empresa.
EL NUEVO SIGLO: La sostenibilidad de Transmilenio depende, en gran medida, del hecho de que es masivo. ¿Cómo se ha sustentado durante los últimos 14 meses, que dejó de serlo?
FELIPE ANDRÉS RAMÍREZ: La pandemia impactó significativamente al sistema y este ha tenido que adaptarse a la reducción en la demanda generada por las distintas restricciones, así como cambios en la forma de movilización de los usuarios de la capital.
En este contexto, Transmilenio S.A. ha realizado cambios en la oferta de los diferentes servicios para ajustarse a la demanda, logrando que los indicadores técnicos y operacionales de las rutas evidencien eficiencia en el uso de los recursos, lo cual reduce el fuerte impacto económico que ha generado la pandemia.
Este es un sistema masivo que fue diseñado como todos los sistemas de transporte del mundo, para transportar masivamente. Por lo mismo, para Bogotá y todas las ciudades del mundo financiar sus sistemas de transporte se volvió una prioridad no solamente para la ciudad, sino para los gobiernos nacionales, porque su gasto supera el ingreso. ¿Por qué? porque debemos seguir ofertando un servicio en el marco de calidad estimado por las autoridades de salud, pero con muchas menos personas pudiendo entrar al mismo y eso requiere de más recursos.
Qué hicimos: logramos que todo lo que dejó de ingresar al sistema no fuera exactamente igual al gasto, sino que pudimos reducir un poco el gasto haciendo que lo que hubiera podido costar toda esta situación fuera menos de lo que realmente está costando. A pesar de ser una cifra gigante, es menos de lo que podría está costando.
ENS: ¿De cuánto es el déficit de Transmilenio?
FAR: De conformidad con la presupuestación inicial del FET, se estimaba que para el año 2020 se necesitarían cerca de $1,1 billones. Por su parte, comenzada la pandemia y dado el monitoreo de la evolución del sistema se estimó que existiría una reducción del recaudo cercana a $1,2 billones, entendiendo que estos mismos tendrían que incluirse como necesidades adicionales del FET.
Por esto, Transmilenio S.A. estructuró estrategias operacionales que llevaron a requerir $253.000 millones menos mientras se garantizaba la prestación del servicio de transporte público cumpliendo con las reglamentaciones distritales y nacionales.
Adicionalmente, la empresa logró gestionar de manera oportuna recursos adicionales para el presupuesto del año 2020 por $967.000 millones, de los cuales la Secretaría de Hacienda aportó $840 mil millones (Decreto 130 de 31 de mayo) y los otros $127 mil millones los aportó Transmilenio S.A. (Resolución 544 de 1 de octubre).
ENS: ¿Y cuál es el déficit estimado para este año?
FAR: Para el año 2021 el déficit que se tenía estimado y aprobado es de $1,25 billones, partiendo de una recuperación de la demanda desde el comienzo del año. Sin embargo, dados los confinamientos decretados por la pandemia, la demanda no se ha recuperado a la velocidad estimada, lo que se ve reflejado en el déficit del primer trimestre del año 2021. El déficit real del primer trimestre del año 2021 duplicó el déficit estimado y aprobado.
ENS: ¿Tienen previsto subir la tarifa?
FAR: Por ahora no va a aumentar. En su momento haremos todas las evaluaciones pertinentes, pero lo que dijimos desde principio de año es que en este 2021 no va a aumentar la tarifa.
ENS: Con el hundimiento del primer proyecto de reforma tributaria, que establecía que el Estado recibiría el 50% del déficit, ¿qué tan en peligro está el sistema?
FAR: La única forma de acceder a estos recursos no es a través de la reforma tributaria. El Gobierno nacional puede disponer de recursos para ayudar a los sistemas de transporte público de otras maneras. Sí estaba contemplado dentro de la misma un salvavidas pero insisto, no es el único mecanismo para acceder a estos recursos. La necesidad sigue existiendo y estamos trabajando con la Secretaría y el Ministerio de Hacienda para garantizarlos.
ENS: En un escenario hipotético, digamos que no hay ayuda externa, ¿qué pasaría? ¿Transmilenio podría cerrar?
FAR: El servicio de transporte público es un servicio esencial. Eso significa que es como el agua y la electricidad que deben ser garantizados para los bogotanos. Por eso nosotros no podemos hablar de que el Transmilenio esté en riesgo de suspender su servicio.
Qué es lo que pasa: en caso de que no existieran los recursos por parte de la nación, pues la ciudad va a tener que desfinanciar otros proyectos sociales fundamentales y eso es lo que no quisiéramos tener que hacer.
- Manifestaciones
ENS: El Transmilenio es un sistema muy vulnerable. ¿Qué tanto empeoró la situación económica con las marchas?
FAR: Nosotros estamos proyectando, y esta cifra está cambiando constantemente, que los costos del sistema pueden estar ascendiendo a cerca de $16.000 millones. Esto es lo que tenemos presupuestado que nos va a costar reparar toda la infraestructura, recuperar las estaciones y levantar los buses vandalizados. Ya hemos levantado la mayoría de los mismos pero esa es la proyección.
Y eso al final sale de nuestros bolsillos, de nuestros impuestos y tenemos que cubrir esos gastos. Eso tampoco es justo. Tener que pagar otra vez por la infraestructura que ya teníamos, ni siquiera mejorarla sino pagar por la que ya teníamos y que estaba funcionando pero que un grupo minoritario de ciudadanos decidió que debía dañarla, no tiene sentido.
ENS: ¿Hubo afectación al talento humano?
FAR: El domingo pasado, hace ocho días, estuvimos visitando a varios de los conductores que resultaron agredidos durante las jornadas y es muy triste. Hay gente que me dice: 'están haciendo su trabajo', pero eso no es así. Su trabajo es transportar gente en situaciones normales, pero lo están haciendo, a pesar del riesgo, en medio de ataques. Y son personas que tampoco pararon durante todos los meses de pandemia. Cerca de 62 trabajadores de Transmilenio resultaron agredidos.
- Los comienzos
ENS: ¿Cuál era el estado general de Transmilenio cuando usted asumió el cargo?
FAR: Transmilenio ha sido un sistema de transporte público muy exitoso, por muchísimos años, sobre todo alrededor del mundo de los expertos del transporte público. Sin embargo ha tenido unos problemas importantes, siendo uno de los más complicados el de infraestructura. En Bogotá aún no tenemos la infraestructura porque eso toma años pero estamos avanzado en esa línea.
Ahora, con relación a los temas financieros, en el año 2019 se celebraron unos otrosíes que ayudaron estructuralmente a revisar y mitigar algunos problemas de prestación de servicio que se tenían. Fue bastante bueno y cuando yo recibí la gerencia realmente me dedique más a su implementación, con el fin de poder lograr mejoras para los usuarios.
Gracias a eso hoy hay concesionarios que están cumpliendo con un alto estándar del nivel de servicio, alrededor del 97%. Yo recibí una gerencia con unos retos muy importantes pero también con un trabajo muy importante.
ENS: ¿Cómo se transformaron los problemas del sistema, cuál se volvió el reto prioritario?
FAR: Pues esto ha sido crisis tras crisis y ahora nos encontramos en una y nos hemos vuelto expertos apagando incendios. La pandemia no solamente generó un problema financiero, sino que tuvimos que acomodarnos muy rápidamente a atender un sistema que era masivo y atendía millones, a mover a muy pocas personas y con un distanciamiento nunca antes visto. En el momento que menos gente movimos, transportamos a 600.000 personas diarias y tuvimos que aprender a moverlas con un distanciamiento de dos metros.
Entonces en términos operacionales, de logística y de ofrecer todo lo que demandaban las autoridades de salud, se volvió el reto fundamental para operar, porque no hemos parado un solo día. Estuvimos en el momento más importante del cierre total, así como ahora que debemos tratar de balancear entre la bioseguridad y la reactivación económica.