LA LECHE y sus derivados han sido parte de la alimentación del ser humano desde hace más de 10.000 años. Su alto valor nutricional y fácil acceso, la han convertido históricamente en un producto esencial para la dieta, que tiene además altos beneficios para la salud.
Sin embargo, en los últimos años, las consultas rápidas en Internet en sitios poco confiables y el voz a voz han generado algunos cuestionamientos sobre el consumo de productos derivados de la leche que han sido denominados mitos de los lácteos.
A pesar que la leche contiene calcio, fósforo, proteínas, vitaminas A y D, a la vez de ser recomendada por nutricionistas para tener una dieta alta en proteínas y minerales, existen mitos sobre esta; pero, ¿cuáles son ciertos y cuáles no? A propósito de la celebración de la semana mundial de la leche, Clara Rojas, nutricionista de la Universidad Nacional de Colombia, con un posgrado en Nutrición Clínica Infantil del Hospital Infantil de México, nos ayuda a resolver mitos sobre el consumo de lácteos.
1. Los lácteos hacen engordar: la leche y sus derivados son productos con un gran contenido de nutrientes e ideales para una dieta balanceada. En términos generales, la grasa es un nutriente esencial en la alimentación del ser humano, ya que es la principal fuente de energía y cumple funciones muy importantes en órganos vitales y en la absorción de ciertas vitaminas (A, D, E y K).
En el caso de la leche, existen diferentes tipos, de acuerdo con su contenido de grasa. La entera tiene toda la grasa natural de la leche, mientras que a la descremada se le ha retirado toda la presente naturalmente.
2. El hombre es la única especie que bebe leche en la edad adulta: esto, además de ser la única especie que toma la de otros animales, siempre han sido argumentos infundados, ya que el hombre comenzó a tomar leche de vaca desde que abandonó su vida nómada y empezó a cultivar la tierra para alimentar a sus animales, hace unos 10.000 años.
Como seres racionales, somos la única especie que tiene dominio sobre su cadena alimentaria (selección, producción, conservación), y elegimos lo que comemos de acuerdo con lo que necesitamos. En el caso de la leche, el hombre eligió tomar la producida por las vacas porque encontró en ella un alimento completo y con beneficios nutricionales para su salud.
3. Las proteínas de los lácteos no se pueden digerir bien: la leche contiene proteínas completas de alta biodisponibilidad, altamente digeribles por el ser humano. Sin embargo, las personas confunden con frecuencia la digestión de las proteínas de la leche con la digestión de la lactosa (azúcar de la leche). La mala digestión de este componente cada vez se presenta con mayor frecuencia entre la población, con una sintomatología relacionada con distensión, gases, sensación de llenura, entre otras.
4. La intolerancia a la lactosa: se presenta cuando el intestino delgado no produce suficiente enzima lactasa (sustancia necesaria para romper la lactosa en partes más pequeñas para facilitar su digestión). En la actualidad existe la creencia que la leche no es tolerada y produce síntomas no deseados. La mayoría de la población colombiana tolera la leche de forma normal, salvo en situaciones especiales como en personas con deficiencia de la enzima (sustancia que contribuye a la digestión de la lactosa).
Adicionalmente, en los productos derivados de la leche que han sido fermentados, la lactosa presenta un proceso de predigestión, por lo cual son mucho mejor tolerados que la leche.
5. Los lácteos tienen restos de antibióticos: este mito nació por la vacunación del ganado con antibióticos para el tratamiento y prevención de las infecciones mamarias de la vaca durante la lactancia y el periodo del cese del ordeñe. Esta es un componente clave en el control de la “mastitis”, una enfermedad que afecta al ganado bovino en los distintos países del mundo. Sin embargo, no afecta para nada la calidad de la leche, la cual además es expuesta a rigurosas pruebas de control de calidad y cumple todas las normas para poder ser utilizada en la elaboración de productos.