En el planeta, los humedales cubren alrededor del 6% de la superficie terrestre, pero son el hábitat del 40% de todas las especies de plantas y animales. Los humedales son vitales para la supervivencia humana.
Sus servicios ecosistémicos brindan a la humanidad, desde suministro de agua dulce, alimentos, materiales de construcción, biodiversidad, control de crecidas, recarga de aguas subterráneas y mitigación del cambio climático.
De acuerdo con el Instituto Humboldt, en Colombia los humedales cubren el 26 % del territorio continental y comprenden unas 30.781.149 hectáreas. Bajo la Convención Ramsar, un tratado intergubernamental aprobado el 2 de febrero de 1971 en Ramsar, Irán; 10 de los humedales colombianos hacen parte de su Lista de Humedales de Importancia Internacional o Sitios Ramsar.
Estar en la lista implica formar parte de una nueva categoría en el plano nacional y la comunidad internacional y reconoce un valor significativo no sólo para el país donde se encuentra, sino también para toda la humanidad.
“Gran parte de la Amazonia prácticamente es un humedal, tiene la influencia de ríos, lagos y humedales de diferentes tamaños. En términos de agua, la Amazonia colombiana representa el 39% de agua superficial. Respecto a humedales es la segunda región que aporta al área total de humedales continentales de Colombia con un 20%”, afirma Marcela Núñez Avellaneda, licenciada en biología con maestría en estudios amazónicos e investigadora del Instituto Sinchi.
Tres de los diez humedales designados como sitios Ramsar están ubicados en la Amazonia colombiana. Es el caso de la Estrella Fluvial Inírida (EFI) en Guainía, Lagos de Tarapoto en Amazonas y en el Corredor Andino Amazónico Norte, ubicada entre los departamentos de Nariño y Putumayo la Laguna de La Cocha.
“Cada uno de estos tres humedales tiene diferentes características y presentan un buen estado de conservación, porque además de la conservación de estos humedales, se han promovido actividades que fomentan también su conocimiento como avistamiento de aves, turismo responsable, pesca sostenible, monitoreo comunitario, entre otras”, afirma Núñez en un informe publicado por el Instituto Sinchi.
- Le puede interesar: Firman acuerdo con tres países para blindar el Corredor Marino del Pacífico
Según Naciones Unidas, los humedales son los ecosistemas más amenazados; durante los últimos 50 años hemos perdido el 35% de ellos nivel mundial; es decir que han desapareciendo tres veces más rápido que los bosques, por tanto, su campaña educativa para este 2023 se enfoca en “Revitalizar y restaurar los humedales degradados” y para lograrlo existen actores claves en este proceso como el sector público y privado, los científicos, los educadores y los líderes comunitarios, entre otros.
Entendiendo el riesgo que corren los humedales el Instituto Sinchi, realiza desde 2018 y con el apoyo del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Colombia y la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Norte y el Oriente Amazónico (CDA), el proyecto Monitoreo de Fauna de Consumo en el sitio Ramsar Estrella Fluvial de Inírida en el marco del GEF6 Corazón de la Amazonía, sus entidades socias, y financiado con recursos del Banco Mundial-Programa Paisajes Sostenibles para la Amazonía (ASL, por sus siglas en inglés).
“Este proyecto busca que este grupo de monitores de fauna del territorio de la EFI sean las personas que a partir de la investigación que están haciendo y de la información que se está generando, puedan tomar decisiones sustentadas en información científica y cultural. Lo que buscamos es identificar aquellas especies que están siendo utilizadas de una manera no sostenible en el territorio y que sean las propias comunidades los que diseñen, proyecten e implementen unas medidas de manejo construidas desde las lógicas comunitarias para hacer uso sustentable de ese recurso”, dijo Mariela Osorno coordinadora del programa Ecosistemas y Recursos Naturales del Instituto Sinchi.
Investigadores locales de las 24 comunidades presentes en la EFI, pertenecientes a las etnias curripaco, puinave, piapoco, sikuani, cubeo, tucano y campesinos, y sus instancias de representación, la Corporación Mesa Ramsar Estrella Fluvial Inírida y la Asociación de Campesinos de la Estrella Fluvial Inírida (Acefin), han registrado datos de aprovechamiento de fauna en el territorio.
Abel Alfonso Gutiérrez, de 35 años, indígena curripaco de la comunidad Playa Blanca del resguardo río Atabapo, y monitor de fauna local, afirma que convertirse en monitor de fauna es cuidar entender cómo cuidar lo propio. “Me siento muy bien de ser monitor porque esto es importante para la generación que viene detrás de uno, con los afiches que hacemos los llevó a la comunidad y les explico qué especies no debemos cazar cuando están en reproducción y qué especies están disminuyendo”.
Natalia Atuesta, biología del Instituto Sinchi explica que para el monitoreo que realizan los monitores locales se utilizan varios métodos, uno es el avistamiento de fauna, gracias a transectos lineales, unas trochas rectas que se hacen en el bosque, de entre 2 y 4 kilómetros y que los monitores recorren con una periodicidad para consignar en formatos que los investigadores han diseñado, lo que a su vez permite conocer las abundancias poblacionales de algunas especies.
Para Luz Mary Acosta, de la comunidad de Santa Rosa el monitoreo de fauna se ha convertido en una actividad familiar, “yo le ayudo a mi esposo con el registro y le explico a mi hijo para que cuando su papá no esté, él anote todo. Antes no hacíamos nada y cuando llegaron los científicos entendimos lo que tenemos que cuidar y eso”.