En Supatá habría una nueva especie de la “flor de la pasión” | El Nuevo Siglo
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Miércoles, 12 de Julio de 2023
Redacción Medio Ambiente

Las plantas del género Passiflora -que significa “flor de la pasión”-, como maracuyá, granadilla o gulupa, son abundantes en este municipio de Cundinamarca. Sin embargo, la falta de registros y los esfuerzos para declarar el Alto Corredor Páramo de Guerrero como zona protegida, llevaron a realizar una primera caracterización de las especies para ampliar el conocimiento sobre su distribución, permitir un posible nuevo registro y examinar aspectos relevantes de su biología reproductiva y polinización.

Colombia alberga 187 especies de pasifloras –que representan el 26 % de la diversidad mundial–, entre ellas más de 58 endémicas, especialmente en la región Andina. En Supatá, a 76 kilómetros de Bogotá, se encuentran tres tipos de bosques ideales para estas plantas y su diversidad: andino, de niebla y de galería.

En vista de su importancia tanto para la región como para el ecosistema y la identidad del territorio, la bióloga Fernanda Arias Landinez, del grupo de investigación en Biología de Organismos Tropicales (Biotun) de la Universidad Nacional (UNAL), junto con un grupo de colegas, se adentró en los bosques de Supatá para estudiar inicialmente la biología reproductiva, la fenología (incidencia del clima) y la polinización de 3 especies, pero luego se registraron todas las especies de la familia Passifloraceae.

“Tuvimos cerca de 102 registros, entre ellos de Passiflora aff. oerstedii, que correspondería a una nueva especie; el paso a seguir es adelantar un estudio más profundo con herramientas taxonómicas y moleculares para verificar si esto es así”, asegura la investigadora.

Las tres especies clave fueron Passiflora gustaviana, conocida como granadilla de monte, recientemente descubierta, endémica de Supatá y Pacho que está en peligro de extinción y cuyo fruto es comestible; y P. cuspidifolia y P. erythrophylla, que son las que tienen mayor disponibilidad de individuos y de flores en el municipio.

Durante cuatro meses el equipo recorrió los alrededores de la carretera Supatá-Pacho, además de una reserva de la sociedad civil llamada Cuzcungos y un corredor ecológico denominado “el Alto”, que conecta con el Páramo de Guerrero.



“Se ha reportado que la pérdida de hábitat por factores como la ganadería, la agricultura y la deforestación ha afectado los patrones de distribución para las pasifloras, por eso es prioritario que la zona de “el Alto” -por sus relictos o fragmentos de bosque- sea declarada como área de conservación. Por alguna razón, y aunque algunos investigadores ya lo han propuesto, la decisión no se ha tomado”, indica la bióloga Arias.

Con la dirección de la profesora María Argenis Bonilla, del Departamento de Biología de la UNAL, y el trabajo de biólogos como Daniela Guevara y Sebastián Curaca, hace dos años el grupo Biotun investiga estos bosques por medio del proyecto “Mutis, Röther y Pérez-Arbeláez: un encuentro entre la arquitectura y la biodiversidad andina”, por lo que la información recolectada aclara la problemática y guía la conservación.

Las pasifloras son enredaderas con tallos delgados y elongados que trepan sobre árboles, y también pueden ser árboles o arbustos. En la investigación se encontró una amplia variedad morfológica en las especies de Supatá; el tamaño de las flores reportadas está entre 2,5 cm y 18 cm.

Según la bióloga Arias, cerca de los arroyos y ríos del municipio se han encontrado relictos de granadilla de monte, mientras que especies como P. lindeniana o P. aff oerstedii solo se observaron en bosques conservados.

Otro punto fundamental es la polinización; en ese sentido, algunos de los principales insectos que se hallaron en las hojas fueron las abejas de especies como Xylocopa lanchea, potencial polinizador de P. cuspidifolia, y Parapartamona para la especie P. erythrophylla.

La investigación también permitió observar los patrones de floración de las 9 especies reportadas y hacer un seguimiento detallado del florecimiento de las especies P. cuspidifolia y P. erythrophylla, además de aspectos de la semilla y el fruto de P. gustaviana, datos que amplían el conocimiento de la historia natural de las especies y son importantes al plantear planes de manejo y conservación.

“Una mayor conservación de los bosques significa un mayor número de pasifloras y de polinizadores. Se necesitan mejores planes de manejo en la zona para disminuir la intensa degradación de la montaña y proteger estas plantas endémicas de Supatá y de la región Andina, fortaleciendo la identidad y diversidad biológica del municipio”, concluye la bióloga Arias.

EN EL municipio de Supatá (Cundinamarca) se realizó el primer gran mapeo de pasifloras, y podría haber una nueva especie./Fotos Fernanda Arias Landinez-UNAL

EN SUPATÁ se busca que el Alto corredor del Páramo de Guerrero sea un área protegida.