Los remolinos de la galaxia IC 1776, a 150 millones de años luz en la constelación de Piscis, se encuentran en un espléndido aislamiento en esta imagen del Telescopio Espacial Hubble de NASA/ESA.
IC 1776 recientemente fue testigo de una explosión catastróficamente violenta, una supernova, que fue descubierta en 2015 por el Observatorio Lick Supernova Search, un telescopio robótico que recorre el cielo nocturno en busca de fenómenos transitorios como las supernovas.
Hay una red de telescopios robóticos automáticos repartidos por todo el mundo, operados tanto por astrónomos profesionales como aficionados. Revelan fenómenos astronómicos de corta duración, como asteroides errantes, microlentes gravitacionales o supernovas, informa la NASA.
Aunque no es visible en esta imagen, el Hubble investigó las consecuencias de la supernova, conocida como SN 2015ap, durante dos programas de observación diferentes, ambos diseñados para examinar los restos dejados por las explosiones de supernovas para comprender mejor estos eventos energéticos.
Una variedad de telescopios siguen automáticamente la detección de supernovas para obtener mediciones tempranas de su brillo, así como de sus espectros. Complementar estas primeras mediciones con observaciones posteriores, que revelen la energía persistente de las supernovas, puede arrojar luz sobre los sistemas que producen estos cataclismos cósmicos en primer lugar.