Cientos de análisis a lo largo de casi 7.000 kilómetros para determinar la presencia de carbono negro u otras impurezas han concluido que la nieve de la cordillera de los Andes es tan limpia como la del Ártico canadiense o Alaska.
Realizado en el marco del proyecto "Carbono negro en la criósfera andina", el estudio, que se realiza por primera vez a gran escala en el hemisferio sur, concluye que "las concentraciones de carbono negro detectadas fueron en general bajas, y ubican a las nieves andinas al nivel de las de Alaska o el Ártico canadiense".
Las concentraciones de carbono negro detectadas fueron en general menores a los 14 nanogramos de hollín por gramo de nieve, asegura Raúl Cordero, académico de la Universidad de Santiago y responsable del estudio, en un comunicado.
La presencia de carbono negro o partículas disminuye la reflectividad de la nieve a la radiación solar por lo que facilita el derretimiento y deteriora la calidad de las aguas.
"Las concentraciones de carbono negro encontradas en la nieve andina implican reducciones en la reflectividad o albedo de la nieve menores al 2%, y es por lo tanto poco probable que actualmente estén provocando una señal climática relevante", dice el especialista.
Sin embargo, en el estudio aparecen algunos puntos negros con concentraciones superiores a 40 gramos de hollín por gramo de nieve. Se trata de Cerro Toco, en la región de Antofagasta (norte), cerca de campamentos mineros, y el sector del Valle Nevado-Parva (centro) no lejos de Santiago, una ciudad fuertemente afectada por la contaminación que emana de su parque móvil.
El carbono negro se origina en general por la combustión especialmente de motores a diésel y por el carbono orgánico procedente de la combustión de leña o incendios forestales, así como por polvo natural.
En cambio, el análisis de la nieve de la Antártida, muestra que se trata del continente más limpio del mundo.
Las concentraciones de hollín en el Glaciar Unión (a 800 millas del Polo Sur) resultaron menores a 1 nanogramo por gramo de nieve, mientras que en los lugares cercanos a las bases nacionales, en el extremo norte de la Península Antártica, la concentración resultó similar a la medida en algunos puntos del Ártico (entre 3 y 6 nanogramos por gramo de nieve).
Para Cordero, el principal resultado del proyecto muestra que la "contaminación no puede explicar por sí sola el retroceso observado en las últimas décadas en la cobertura de nieve o de los glaciares andinos".
Aunque "eso no disminuye los devastadores efectos del calentamiento global y sus efectos secundarios", puntualiza.