La presencia de parásitos de tipo sanguíneo hace que estas especies disminuyan los glóbulos rojos y se vuelvan anémicas, lo que implica que tengan menos fuerza para salir a buscar alimento, cuidar sus crías y hasta para buscar pareja.
También a largo plazo puede ocurrir que la población de cualquier tipo de aves disminuya, porque tiene menos éxito reproductivo.
Un parásito es un organismo vivo que habita en la sangre, en este caso las aves, causándoles daño en su salud, ya que se alimentan de los nutrientes que estos animales consumen a diario.
De las 4.700 aves silvestres que la Universidad Nacional de Colombia ha atrapado y evaluado, se ha detectado que 846 de éstas (18%) presentan infección con parásitos sanguíneos.
Además se están caracterizando los factores ecológicos que dirigen o marcan la presencia de parásitos en un tiempo determinado.
En palabras de Nubia Estela Matta Camacho, profesora del Departamento de Biología de la Facultad de Ciencias de la UN Sede Bogotá, “tal caracterización permite identificar qué parásito es, quién lo alberga, cuáles son los potenciales transmisores, por qué un ave tiene esa infección y cómo la temperatura afecta la presencia del parásito”.
Por ejemplo, el Leucocytozoon quynzae fue el primer parásito de este tipo, encontrado en colibríes en el mundo y presente en aves residentes en tierras altas en Suramérica.
La creencia que se tenía es que este microorganismo solo estaba en tierras bajas y fuera de los trópicos, en lugares como Estados Unidos, Canadá, Rusia y el norte de Asia.
El Grupo de Caracterización Genética e Inmunología de la UN ha demostrado cómo los cambios de temperatura y lluvias asociados con los fenómenos El Niño y La Niña marcan la presencia o ausencia de dichos parásitos, porque afectan de manera diferencial a los insectos que transmiten el parásito, a las aves que se infectan o al alimento disponible.
Con el cambio de temperatura, los parásitos también amplían su distribución, lo que puede resultar peligroso; eso fue demostrado para Plasmodium Lutzi (“primo de la malaria), que durante el periodo de La Niña (2011-2012), estaba principalmente a una altura de 2.400 metros -donde queda el Parque Regional Ucumarí- y durante El Niño ocurrido entre 2015-2016. En ese periodo se encontró en mayor cantidad, pero ahora también se detectan en un ecosistema que ya colinda con el páramo, a 3.200 metros, explicó la docente.
Al respecto, la profesora Matta-Camacho sostiene que lo que pudo haber pasado fue que se habilitaron nuevos sitios de crías para insectos cuando se subió la temperatura, o tal vez en esas nuevas temperaturas los parásitos se desarrollan más rápido.
En tal sentido, recuerda que aún falta analizar detalladamente qué pudo causar este cambio tan dramático en altura y en presencia del parásito.
Estudios moleculares
Para descubrir los parásitos es necesario tomar sangre del ave y analizarla con estudios morfológicos y moleculares.
En el caso específico de Leucocytozoon, es transmitido por el Simulium, un insecto que se encuentra en zonas bajas, se convierte en vector y transmite el parásito.
La investigadora señaló que en el Grupo de Caracterización Genética e Inmunología de la U.N. trabajan articuladamente estudiantes y profesores, para lograr encontrar las variables que afectan la dinámica de la transmisión de parásitos en aves en vía silvestre.
“Unos se encargan de capturar las aves y analizar su sangre; otros buscan insectos inmaduros y adultos para determinarlos taxonómicamente, además de analizar por herramientas moleculares si existe el parásito; en el insecto miramos de cuál animal se alimentó”, explicó la docente.
Los investigadores también toman variables ecológicas como la temperatura, la pluviosidad, el pH del río y el oxígeno disuelto, que luego son analizados estadísticamente para determinar cómo estás variables se asocian con el resultado de la infección, es decir, cuántos pájaros están infectados y con qué parásito.
Este trabajo se presentó en el Cuarto congreso internacional e interdisciplinario de modelamiento matemático en medio ambiente y evolución de procesos de la vida y ciencias sociales, que realizó la Universidad Nacional de Colombia (U.N.) Sede Manizales y contó con la presencia de expertos internacionales en temas como modelos matemáticos, bioinformática, epidemiología e inteligencia artificial y computación biológica, entre otros.