Somos hijos de Dios | El Nuevo Siglo
Jueves, 21 de Febrero de 2019

El Papa Francisco es firme en llevar al corazón de los cristianos la Misericordia de Dios en sus actos, su proceder y sentimientos. Lo presenta siempre de manera ejemplar, lo habla y reitera, lo hizo recientemente en su visita a Emiratos Árabes donde compartió con líderes de otras religiones y puso a nuestra religión católica como ejemplo de amor y comprensión en un mundo culturalmente diverso.

Admiro nuestra religión, soy catolico por tradición, entre más la conozco, veo la grandeza de Jesús, dando ejemplo de paz  amor, compasión y misericordia, por la gracia de Dios. Una religión que siempre perdona, que no juzga ni condena, donde todos que somos pecadores, tenemos la oportunidad de arrepentirnos, no volviendo a pecar para acceder al perdón.

Dice el Papa, todos somos hijos de Dios y en efecto así es. Mis hijos son mis hijos, sean buenos o no, cometan errores o malos actos, sean que abandonen nuestra fe o se internen en otras creencias. Si alguno de ellos resulta desviado, pendenciero, ladrón o cae en la drogadicción, ¿lo debemos abandonar, juzgar y condenar? No, el deber de los padres es ayudarlo a encontrar el camino de Dios, que busque su salvación. Una madre no deja a su hijo por infame que sea, ella ora, se sacrifica, lo busca y lucha por salvarlo. Eso hace Dios por todos nosotros, indignos pecadores cobijados por la gracia de Dios.

Por eso el Papa insiste mucho en el amor de Dios, sin importar la religión que culturalmente y en su libre albedrio profesen, sean ateos o agnósticos, solo que haga el bien llevando una vida recta, todos somos libres de amar o de odiar, cada cual escoge de acuerdo con su propia libertad.

En un mundo de retaliación, confrontaciones, guerras y muerte por posiciones ideológicas o religiosas, también por codicia, dinero y poder, Dios se siente conmovido por la falta de misericordia y amor al prójimo.  Es ahí donde debemos entender el pensamiento del Papa, fiel al evangelio a nuestra doctrina aplicada a estos tiempos tan difíciles, donde la comunicación está a disposición de todos sin distingo de raza, color, edad, nacionalidad ni condición cultural o económica.

No estamos en la época del antiguo testamento ni en los inicios del cristianismo, ni en la edad media, tampoco en los dos siglos pasados, estamos en el tercer milenio, un mundo de comunicación en línea e interactuación, donde nuestra religión con su auténtica doctrina y fidelidad a los dogmas, debe prevalecer formando fieles cristianos actuales y auténticos que promuevan la fe, mas allá de las teorías, demostrándolo con sus actos, haciendo el bien, sin juzgar. No es con la confrontación sino con el amor lo que Jesús nos enseñó, a ser libres pero responsables, a amar, no odiar, a la paz y no a la guerra. Ese es el verdadero católico, el que entiende la misericordia venida de la gracia de Dios, eso es lo que nos trata de enseñar el Papa Francisco. Ver Lucas 10: 30-37; Efesios 2:4-6

arangodiego@hotmail.com