La demanda de chatarra de China está provocando una distorsión en los mercados emergentes como Latinoamérica, que depende de ese material como principal insumo para la producción de acero.
En 2020 China representó el 57% de la producción global de acero con 1.053 millones de toneladas. Este nuevo factor se suma al exceso de capacidad de 590 millones de toneladas en 2020 que se viene presentando desde hace algunos años, de los que China es responsable del 18%.
Ante el crecimiento económico proyectado de 3,6% del PIB en América Latina y el Caribe por el Fondo Monetario Internacional (FMI) para 2021, la región apuesta por la ejecución de nuevos proyectos de infraestructura y construcción. Esto significará una mayor demanda de acero para lo cual se requiere un volumen importante de chatarra para poder abastecer los requerimientos regionales. Los países latinoamericanos están a tiempo de tomar medidas que eviten que este cambio de la industria china impacte a los mercados locales, afectando la generación de empleo.
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La restricción a exportaciones de chatarra es una de las medidas principales, como lo hizo Colombia en 2020 mediante el decreto 1120, el cual corresponde a un volumen semestral de chatarra equivalente al 42% de la necesidad que tiene el sector para lograr un crecimiento del 15%.
Las medidas de control que contienen el Decreto 1120, el cual debe mantenerse e inclusive adaptarse a las nuevas condiciones macroeconómicas, se sustentan en los acuerdos de la Organización Mundial de Comercio (OMC), por la insuficiencia que existe de esta materia prima en particular y que convierten la chatarra ferrosa en un insumo fundamental para industrias como la de construcción de viviendas e infraestructura. Este año se estima que la producción en Colombia volverá a volúmenes de 2019. Un esfuerzo enorme por parte de la industria para tener producto disponible, que debe ser acompañado por medidas de política pública.
Francisco Leal, director de Alacero, dice que “en América Latina somos deficitarios en chatarra, que además de insumo básico, forma parte de la economía circular promotora de un futuro sustentable”.