Cumpliría 100 años | El Nuevo Siglo
Jueves, 9 de Mayo de 2019

¿Por qué le pasan a Colombia cosas malas?

Sencillamente, porque a Colombia se la llevó no solamente el diablo, sino la cultura del narcotráfico.

La fórmula de lo rápido, fácil y bastante entró en nuestro país de una manera tan astuta y seductora que produjo un impacto tan fuerte y profundo en la sociedad que logró seducir hasta la misma comandancia guerrillera de las Farc y demás males que inundan a Colombia en estos momentos de incertidumbre y nostalgia.

De tal forma que fue la misma la guerrilla de las Farc, M19 y demás quienes se alzaron en armas bajo el argumento que el Estado colombiano les robó unas gallinas, como diría Joaquín Gómez en la silla vacía de Andrés Pastrana Arango, quienes cambiaron sus ideales políticos.

Definitivamente, la influencia del narcotráfico en las familias colombianas ha sido tan fuerte que ni las más prestigiosas se salvaron.

También están comprometidos todos aquellos quienes defendieron en  el caso del proceso 8.000 y al elefante como diría monseñor Rubiano, cuando la Iglesia Católica tenía monseñores, porque de los monseñores de hoy en día que apoyan el proceso de paz con las mismas Farc, líbranos señor.

De la juventud ni se diga.

Se calcula que en la época del elefante más de 200.000 jóvenes de la época cayeron dentro de los tentáculos del narcotráfico.

Para la muestra quedó La Vendedora de Rosas, una película de 1998 de Víctor Gaviria protagonizada por Lady Tabares, historia de una de las primeras sicarias, hablando de la equidad de género, del país.

Víctor Gaviria se quedó en pañales al lado del hoy senador Bolívar, de los decentes, creador de Sin tetas no hay paraíso y el Bronx, recibiendo enormes regalías por sus servicios prestados.

Al lado de Gaviria se encuentran los inefables senadores Roy Barreras, Armando Benedetti junto el profesor nalgudo Antanas Mockus. Sin palabras para referirse de Petro Gustavo, con su bolsa llena de dinero.

En medio de la hecatombe moral que rodea a Colombia se encuentran los medios de comunicación, la gran prensa, y el sector privado quien decidió apoyar al régimen, corrupto y amoral del elefante, como decía Álvaro Gómez Hurtado, que el país recordó por los 100 años de natalicio.

Y, ¿Por qué Colombia no sale de esa cultura narcótica?

Yo, quiero, pero no puedo, dijo Efraín Camargo Ruiz, gran presentador del mismo noticiero 24 horas cuando cayó inmerso en el mundo oscuro de la calle.

Algo similar le sucede a Colombia. Quiere pero se encuentra prisionera de la cultura narcótica.

Debemos ser liberados de esa cultura, de las Farc y demás males que circundan a Colombia.

Debemos sacar al país del espíritu narcótico en el que se encuentra inmerso.

Por lo demás, si se quiere recuperar al país debemos salvar al conservatismo de la miseria moral e intelectual en la cual se encuentra para cambiar su talante, su forma de actuar, su doctrina arrodillada frente al régimen.

Si el conservatismo y Colombia quieren sobrevivir, deben tomar conciencia de su majestad y sabiduría de sus planteamientos.

Recuperar el propio uso de su idioma, de su idiosincrasia.

De asumir posiciones intransigentes, frente al Socialismo Bolivariano del siglo XXI, como asumió el Dr. Ordoñez en la OEA la semana pasada.

Puntilla: Pero, la Jep, ni rizas, ni trizas y está para quedarse.