Protejamos a los niños | El Nuevo Siglo
Sábado, 23 de Mayo de 2020

Naciones Unidas ha proclamado una serie de principios a favor del niño. Se pueden sintetizar así: El niño, por su falta de madurez física y mental, nece­sita protección y cuidado especiales, incluso la debida protección legal, tanto antes, como después del naci­miento. La humanidad debe al niño lo mejor que puede darle. Por esto debe procurarse que su infancia sea feliz, para que pueda gozar, en su propio bien, y en bien de la sociedad.

Las normas a favor del niño, según las Naciones Unidas, se orientan a que los infantes obtengan perma­nentemente la mejor protección, y dispongan de todos los servicios para desarrollarse plenamente en el campo espiritual y físico, en forma saludable y normal, así como en condiciones de libertad y dignidad.

El niño tendrá derecho a disfrutar de alimentación, vivien­da, recreo y servicios médicos adecuados. El niño -principio V- física o mentalmente impedido, o que sufra algún impedimento social debe recibir el trata­miento, la educación y el cuidado especiales que requiere su caso particular. El niño, para el pleno y armonioso desarrollo de su personalidad, necesita amor y compren­sión. Siempre que sea posible, deberá crecer al amparo y bajo la responsabilidad de sus padres, y, en todo caso, en un ambiente de afecto y de seguridad moral y ma­terial; salvo circunstancias especiales no deberá sepa­rarse al niño de corta edad de su madre. La sociedad y las autoridades públicas tendrán la obligación de cuidar especialmente a los niños sin familia o que carezcan de medios adecuados de subsistencia. Para el mantenimiento de los hijos de familias numerosas con­viene conceder subsidios estatales o de otra índole”.

Conmovedora la anterior literatura, pero no pasa de ser letra muerta. En Colombia, a causa de la desnutrición mueren cuatro niños cada hora, 96 diarios, y 36.000 anualmente. Un informe del Ministerio de Salud afirma que “si el estado nutricional de los adultos es serio, el de los lactantes y pre-escolares es grave”. El doctor Roberto Rueda Williamson, profesor asistente de la Escuela de Salud Pública, ante el primer Congreso Nacional de Alimentación, sostuvo lo que sigue: “En la población civil examinada de 0 a 4 años de edad, se encontraron en el momento del examen casos clínicos de desnutrición avanzada en el 2,2 por ciento, diarreas en el 24% y afecciones broncopulmonares en el 22 al 24%”. Por esto un altísimo porcentaje de nuestros niños ofrecen desnutrición subclínica y latente, presentando síntomas específicos como apatía, irritabilidad y pro­blemas de conducta inadecuada, atención dispersa, es­caso rendimiento escolar, falta de ánimo y de interés por el estudio, por los juegos y en general por toda actividad que represente un mayor esfuerzo mental o físico.

De aquí resulta la poca capacidad de rendimiento de nuestros artesanos y campesinos, frente al gran coefi­ciente de productividad del trabajador americano o europeo. Y como la desnutrición se prolonga en nuestros niños a través de toda su vida, pese a que cuando son adultos requieren mejor nutrición por la fuerza de trabajo que se les exige.