Se profundizan los nexos de China con Latinoamérica | El Nuevo Siglo
Foto archivo Anadolu
Sábado, 28 de Mayo de 2022
Giovanni Reyes

Tal y como varios analistas los destacaron en su momento, casi de manera simultánea al triunfo del republicano Donald Trump en noviembre de 2016, el presidente de China, Xi Jinping (1953 -) hizo una gira por varios países latinoamericanos. Constituía una señal premonitoria. Ante una política internacional evidentemente errática por Estados Unidos, hacia América Latina, China parecía ir llenando vacíos.

Este movimiento tiene varias ramificaciones.  Ante la “retirada” de Estados Unidos del escenario internacional, en particular en el Hemisferio Occidental y en el área del Pacífico, China va llenando los vacíos. Podría señalarse que se trata de una táctica de juego de posiciones en la fase intermedia de un encuentro de ajedrez; o mejor aún, en algo parecido al juego de “go”.  Un dispositivo de esparcimiento precisamente oriental. En él, se trata no de “capturar” o “eliminar” las piezas contrarias, sino dejarlas “ahogadas”, sin capacidad de movimiento.  Es un juego que donde se buscan cercos estratégicos.

No es de olvidar que las condiciones de los países, en particular, y de las diferentes regiones mundiales en general, deben enfrentar hoy en día tres dinámicas críticas, que son secuenciales y que se retroalimentan.  Uno, la pandemia del covid-19 aún no superada; dos, la crisis económica y alimentaria en general -agravada por el enfrentamiento bélico Rusia-Ucrania- y, tres, los desafíos del calentamiento global.

En ese contexto se requieren de medidas de Estado que sean más integrales -lidiando con varios factores que se retroalimentan- y por otra parte, disposiciones más en la perspectiva de largo plazo.  En el manejo de estas dos esferas China mantiene una manifiesta ventaja. Su planeamiento integral es posible en la medida que las disposiciones legales internas evitan “los excesos y desventajas de la democracia”. Un caso ilustrativo es tanto la política de vacunación, como los programas “covid-19 cero”.

En el caso particular de Latinoamérica, sobresalen varios aspectos que están profundizando la relación del Gigante Asiático con países del Hemisferio Occidental, más allá de Canadá y Estados Unidos.

Uno de los ejemplos sería la rápida cooperación de China con el asunto de las vacunas. “Ante nuestro llamado de auxilio, el gobierno de Pekín fue el primero en responder”, ha reiterado en varias ocasiones el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO).  Nótese la importancia de México. Tiene la capacidad exportadora casi del 50% de toda Latinoamérica, su mercado natural es Estados Unidos, y se trata de la segunda economía más grande de la región, tan sólo superada por Brasil.

Esto de las ventas y los aprovisionamientos sanitarios que China facilitó a Latinoamérica, se inserta en la política de diversificación de exportaciones de la potencia oriental, a la vez que se promueven mayores valores agregados, innovaciones productivas y desarrollo de la industria farmacéutica.

Otro ejemplo ha sido la mayor cobertura y profundidad de los nexos comerciales con países de la región.  Como era de esperarse, estas relaciones se acentúan más con países del área Andina, con Brasil y en general con los integrantes del Mercado Común del Sur (Mercosur), además de Chile.

Se trata de países que pueden tener mayor flexibilidad en sus mercados externos, menos dependientes de un “mercado natural”, como es el caso de Centroamérica, el Caribe, México.  Esto lo aprovecha China.

Como se sabe, ante el requerimiento de recursos financieros frescos, tanto Caracas como Buenos Aires han encontrado oxigenación en los apoyos chinos.  No se tienen mayores datos, especialmente en el caso venezolano, pero hay analistas que incluso se preguntan si China ya compró ese país, con toda su gran dotación de recursos de minería y petróleo; influyendo en esto, las angustias económicas y sociales. Se estima que Venezuela -lo señalaría el Colegio de Economistas de ese país- ha contraído el total de su producción de bienes y servicios en cerca de un 74% durante el período 2013-2021. 

Venezuela debería de crecer en no menos de 8% anual, durante los siguientes 15 años, para tener los niveles de producción que tenía en 1999. Tomando en consideración para esta perspectiva los estándares de producto per cápita, en función de una creciente presión poblacional.

Se impone razonar con base en los hechos y evidencias. Considérese que China llegó a tener un intercambio comercial de unos 400,000 millones de dólares estadounidenses con Latinoamérica en 2021. Se trata de una cifra récord, de un incremento de al menos 15%.  De nuevo, véanse cómo los resultados van siendo crecientes, sobre la base de una dinámica constante, aunque sin estruendos.

Véase cómo Pekín no necesita de las publicidades estilo “porrista” que si tienen muchas de las acciones desde Washington.  Se tiende a mantener el bajo perfil y a presentarse cuando se ha acumulado suficiente fuerza para ello.  Por cierto, de trata de una de las estrategias subrayadas en el antiquísimo libro “El Arte de la Guerra” de Sun Tzu (con textos originales que datan quizá del Siglo V antes de Cristo). Textos orientales que han adquirido mayor difusión en esta edad contemporánea.

Con el fin de continuar las ilustraciones de la presencia china en Latinoamérica, la BBC reporta que las inversiones de la creciente potencia “comprometidas antes de la pandemia en proyectos de infraestructura y energía mantienen su curso, como también el avance en las negociaciones comerciales y tecnológicas; como es el caso de la tecnología 5G con Brasil. Se fortalecen también las líneas de préstamos a países con baja calificación de crédito tales los casos de Argentina y Venezuela”. La lógica de Pekín se encamina por procesos de expansión estratégica. Se espera que estos lleguen a tener repercusiones políticas en su debido tiempo. Ya se trate de Perú, El Salvador, Costa Rica, Paraguay o Ecuador, las dinámicas de cada caso continúan su curso.

Incluso se debe notar la influencia decisiva en Estados Unidos. Véase cómo Pekín ha adquirido gran parte de la deuda externa de ese país. Con esos préstamos, la poco competitiva industria estadounidense compra los productos chinos. Con todo lo anterior, Estados Unidos regresa el dinero a China quien origina producción y empleo. Además de contaminación.  Washington le debe capital e intereses. Eso en lo económico. Y en lo político -con las excepciones de hablar para la galería y buscar votos- Estados Unidos no le levanta la voz a Pekín, así sea en Nueva York, Ginebra, Londres o Roma.

Latinoamérica puede diversificar su dependencia con China, pero de nuevo -en el ámbito del comercio exterior- para la región se impone la necesidad de transformar la naturaleza de sus exportaciones, dotándolas en lo fundamental, de mayor valor agregado.

*Ph.D. University of Pittsburgh/Harvard. Profesor Titular, Universidad Colegio Mayor Nuestra Señora del Rosario

(El contenido de este artículo es de entera responsabilidad del autor por lo que no compromete a entidad o institución alguna)