Estas partículas -cuyo tamaño no alcanza los 5 mm, o son tan pequeñas que son imperceptibles al ojo humano- son el resultado de la degradación de los residuos plásticos y están afectando tanto la fauna y la flora como la salud de los habitantes de La Guajira. Su presencia se ha identificado en las playas de Riohacha, Cachaco, El Ahumado, Tocoromana, Boca de Camarones y Mirador, en donde incluso se aprecian cactus “vestidos” de bolsas plásticas arrastradas por el viento y la marea.
Ante esta situación, el grupo de investigación Cero Plastic, de la Universidad Nacional (UNAL) Sede Bogotá, realizó un primer acercamiento metodológico para estudiar los microplásticos en Colombia.
El grupo -integrado por estudiantes de pregrado y posgrado de carreras como Biología, Química Farmacéutica y Medicina Veterinaria, además de docentes del Departamento de Biología- escogió La Guajira porque consideran que el manejo de los residuos sólidos en esta parte del país no es el indicado por factores como las condiciones culturales y de gobierno, y además porque su riqueza cultural y su biodiversidad la posicionan como una zona de preocupación.
“La Guajira se sustenta principalmente de la pesca y el turismo. La comunidad nos cuenta que en los últimos años ha visto disminución en la cantidad de camarones y peces que habitan en del Santuario de Fauna y Flora Los Flamencos”, afirma Brayan Gamboa Suárez, estudiante de Medicina Veterinaria.
Entre las consecuencias de los microplásticos está que se acumulan en los tejidos de los animales marinos, y estos son consumidos por las personas. A futuro esto podría traer consecuencias en la salud y en la conservación, teniendo en cuenta que allí habita una de las aves más representativas de la región y un atractivo turístico: los flamencos.
¿Cómo se forman?
Según el grupo Cero Plastic, los microplásticos se forman cuando los desechos plásticos se exponen a las condiciones ambientales: el viento, el movimiento de las olas y la radiación solar los fragmentan hasta convertirlos en diminutos trozos que se van pulverizando con el tiempo.
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“Hoy se han reportado microplásticos en la sangre humana, el aire y los alimentos. Es común que cuando se laven prendas sintéticas se desprendan fibras, o por ejemplo los pellets son resultado del uso de cosméticos como bloqueadores, exfoliantes o cremas que los contienen”, explica el estudiante Gamboa.
Análisis de laboratorio
Para esta investigación los estudiantes se centraron en conocer la contaminación por microplásticos en la arena de las playas cercanas al Santuario de Flora y Fauna Los Flamencos, y encontraron que allí priman estos elementos por fibras, fragmentos o trozos de plásticos que por acción física se van volviendo más pequeños y pellets.
“Recolectamos alrededor de 125 g de arena cada 10 m, tanto de la línea de marea alta como de marea baja. Durante el muestreo tuvimos la participación de las niñas de la comunidad wayuu que viven dentro del Santuario, a quienes los concientizamos sobre su papel para evitar esta problemática”, señala el futuro veterinario.
Se llevaron 160 muestras al laboratorio de la UNAL Sede Bogotá para secarlas y luego disolverlas en solución salina para que los microplásticos flotaran.
“Cuando la arena se sedimentó, rescatamos el sobrenadante y lo filtramos. En el papel filtro quedan las partículas de microplásticos que pueden ser de diversas formas, como fibras, pellets, fragmentos, películas o espumas. Por último, realizamos un conteo para conocer la cantidad de estos en cada muestra”, detalla el estudiante.
En el país
En 2019 se desecharon en Colombia cerca de 12 millones de toneladas de plástico. Aunque abstenerse de usar plásticos es una tarea de largo plazo, existen alternativas como los cepillos de madera o los utensilios de cocina fabricados con materiales de origen vegetal. Pese a su impacto, todavía se desconoce la magnitud del problema de la contaminación por microplásticos.
“Tuvimos la oportunidad de compartir con los niños de una escuela en La Guajira y les hablamos acerca del problema y de cómo impacta la salud de ellos y de la biodiversidad”, afirma el estudiante Gamboa.
Sin embargo, el cambio de mentalidad no debe venir solo de las comunidades costeras, pues en el interior del país las personas deben recordar que la basura mal depositada es transportada por los ríos hasta el océano. “Depende de todos cambiar las conductas y apoyar las iniciativas que buscan reducir o darle una nueva vida útil al plástico”, concluye el estudiante Gamboa.