EL EXMINISTRO y actual rector de la universidad de Los Andes, Alejandro Gaviria, está convertido en el fenómeno político del momento en Colombia.
Y no es para menos: el partido Liberal y las coaliciones alrededor de Gustavo Petro y Sergio Fajardo lo quieren en sus respectivas filas como precandidato presidencial.
Sin embargo, Gaviria lleva un año insistiendo a unos y otros que no está interesado en entrar en la contienda electoral. En sus textos y ensayos se denota que tiene una visión muy alta de la política y sus condicionales, sin duda un enfoque que difiere de los vicios proselitistas propios de las campañas y la política al menudeo. Incluso, una versión que circuló semanas atrás en torno que el exministro había hablado con el Consejo Superior del claustro universitario en torno a que podría contemplar una renuncia y entrar a la actividad electoral, fue rápidamente desmentida.
Por el contrario, en la cúpula de los Andes se insiste en que Gaviria revalidó su compromiso con la universidad y tiene ambiciosos planes académicos a corto, mediano y largo plazos. De hecho, una alta fuente de esa institución le dijo a un periodista de EL NUEVO SIGLO que el rector -que el próximo 25 de julio cumple dos años de haber sido elegido- seguirá en el cargo hasta completar, por lo menos, su periodo, que es de seis años.
Sin embargo, el hecho de que Gaviria se haya reunido en los últimos tres meses y en días recientes con Petro y Fajardo prendió de nuevo la expectativa en torno a que el exministro de Salud del gobierno Santos sí está considerando ingresar a la competencia por la sucesión de Iván Duque.
A ello se suma que en las toldas liberales, partido con el cual siempre se ha identificado a Gaviria (quien afortunadamente logró superar un grave percance de salud años atrás), insisten en que el exministro sea quien abandere la colectividad en la campaña presidencial.
No solo el jefe único de esa facción, el expresidente César Gaviria, y varios sectores parlamentarios han tratado de convencerlo, sino que se han emprendido campañas en redes sociales con el mismo objetivo. Incluso las juventudes liberales se preparan para hacerle, en el marco de su congreso partidista, un nuevo envión para que acepte ser el aspirante rojo.
No pero…
¿Qué se sabe de estas reuniones? De las sostenidas con Petro (hace ya algunas semanas) y el senador Roy Barreras (más reciente), en donde le ofrecieron que ingresara a su coalición (denominada “Pacto histórico”), trascendió que Gaviria analizó con ellos la coyuntura nacional y política, pero habría declinado la invitación a entrar en ese bloque.
En cuanto al encuentro con Fajardo, días atrás, lo que trascendió es que fue una reunión más bien corta pero que hablaron sobre la difícil situación del país y la necesidad de generar una alternativa política nueva y viable que lo saque de la polarización, la tensión social y el duro coletazo de la crisis pandémica.
Obviamente han sido muchas las interpretaciones al respecto. En los corrillos políticos, los comandos de algunas campañas y las directivas partidistas se proyectan diagnósticos disímiles. Unos señalan que Gaviria tiene prácticamente decidido lanzarse y está tanteando el terreno político y electoral. Otros, por el contrario, concluyen que no incursionará personalmente en la campaña pero tiene muchas ganas de apoyar alguna, aportando ideas, visiones de país e impulsando la formulación de un acuerdo suprapartidista para superar las problemáticas nacionales.
Difícil aterrizaje
Para algunos analistas, aún si Gaviria se decidiera a lanzarse al ruedo político, es claro que tiene algunos aspectos por considerar, por más solicitudes que tenga sobre la mesa. De un lado, para alguien que valora en alto grado la palabra empeñada, renunciar a los Andes significaría desdecirse del reiterado compromiso de quedarse.
En segundo lugar, hay aspectos de tipo personal y familiar a sopesar. En cuanto a su estado de salud debe tener en cuenta que la política es un escenario por demás estresante, desgastante y muy álgido. A ello se suma lo que podría implicar una candidatura presidencial suya frente al cargo que su esposa, la economista Carolina Soto, ocupa hoy como codirectora del Banco de la República. (Por ejemplo, está la amplia polémica por la propuesta de Petro sobre un préstamo del Emisor al Gobierno para financiar el plan de contingencia anticovid y la recuperación socioeconómica)
En tercer término, es más que evidente que Gaviria debería, si finalmente se lanza, sopesar muy bien en cuál pista política le conviene más aterrizar. En la coalición petrista, basados en la realpolitik, es claro que el exministro no tiene el potencial político ni electoral para ganarle en una consulta interpartidista al hoy senador y excandidato presidencial de izquierda, que sumó 8 millones de votos en la segunda vuelta de 2018 y encabeza actualmente las encuestas hacia el 2022.
“Si Gaviria aterriza donde Petro sería para ser fórmula vicepresidencial y nada más… Pero ese es un tema mecánico. El más complicado de digerir sería el ideológico y el sentido de la política que tienen uno y otro, que no solo es distinto sino en ciertos temas gruesos muy contradictorio… Además, Gaviria tendría que cargar el pesado lastre de polémicas, procesos y peleas de Petro, que son ajenos a su carácter calmado, académico y, si se quiere, conciliador”, explicó a EL NUEVO SIGLO un reconocido estratega político.
Agregó que si, por el contrario, aterriza en la coalición de Fajardo, se “… enfrentaría a un proceso que ya lleva muy adelantado la ‘coalición de la esperanza’… Claro que hay más afinidad política e ideológica entre Gaviria y Fajardo, pero de nuevo hay que aplicar la realpolitik: Fajardo tiene procesos complicados en Fiscalía y Contraloría, está cayendo en las encuestas, no ha podido poner a marchar la coalición en torno suyo y hay perfiles como los de Juan Manuel Galán que le hacen sombra poco a poco, incluso en las encuestas”.
“Si Gaviria aterriza en la coalición fajardista no es tan claro que tenga más chance de ser fórmula vice que si aterriza donde Petro… Galán marca fuerte, tiene más carrera política y mejor identificación primaria con las bases liberales que el exministro Gaviria”, agregó el analista.
¿Y si se lanza por el liberalismo? Es claro que este partido tiene un plante electoral que no baja de dos millones de votos (evidenciado en la elección de Senado en marzo de 2018) pero dos meses después su aspirante presidencial, Humberto de la Calle Lombana, no llegó a 400 mil sufragios. Ese es un tema que pone a pensar a cualquier candidato.
A lo anterior debe sumarse que el escenario de la campaña hoy todavía es muy preliminar, pese a que faltan ocho meses para los comicios parlamentarios de marzo, cuando las coaliciones multipartidistas también escogerán a sus candidatos presidenciales únicos. Aunque ya la conservadora (hoy vicepresidenta y canciller) Marta Lucía Ramírez salió de la baraja, es inminente el lanzamiento del exministro uribista Óscar Iván Zuluaga, que sería la carta fuerte del Centro Democrático, si así lo decide el expresidente Álvaro Uribe. También se lanzó el exalcalde Enrique Peñalosa, que entró marcando en las encuestas. Estos dos últimos se consideran claves en la posible construcción de una coalición de centro derecha.
Como se ve, más allá de si tiene o no la intención y decisión de lanzarse (no se descarta incluso que lo haga en solitario y vía firmas), el escenario político para el exministro Gaviria no es fácil, como no lo es para ningún aspirante sin importar el espectro político del que provenga. No en vano en la última encuesta de preferencias electorales la sumatoria de las opciones de “voto en blanco”, “ninguno” y “No sabe/No responde” fue de 54%, en tanto el 46% restante se dividió entre nueve nombres, el de mayor porcentaje con 21% y el último con 0%.