- En septiembre, por fin, entrará en funcionamiento
- Infraestructura vial, dinamizador de competitividad
La entrada en funcionamiento del túnel de La Línea ha sido una promesa incumplida de casi todos los gobiernos colombianos en este siglo. De hecho, no deja de resultar paradójico que la megaobra inconclusa ha tenido, sin embargo, varias inauguraciones parciales. Más aún, algunos de los mandatarios que no pudieron ponerla a pleno vapor en su respectivo periodo, dejaron el poder indicando que en cuestión de meses su sucesor estaría haciéndolo y, claro, ‘cobrando por ventanilla’ el haber culminado la que era considerada hasta hace pocos años como la obra de ingeniería vial más importante de la nación, clave para superar el cuello de botella del transporte de carga entre el centro del país y el puerto de Buenaventura, el terminal con más tráfico de mercancías a nivel nacional.
Por lo mismo, el reciente anuncio gubernamental en torno a que en la primera semana de septiembre próximo, es decir dentro de un poco más de mes y medio, el Túnel de La Línea se pondrá al servicio, resulta, sin duda, una noticia muy positiva para el país después de tantos años de dilaciones en la entrega de la obra, intrincados problemas contractuales, pleitos cuantiosos, contingencias graves de tipo geológico y de diseño, complejos mecanismos de licenciamiento ambiental y otra serie de incidentes que convirtieron el proyecto en un verdadero dolor de cabeza.
Sin embargo, ahora parece que todos los obstáculos quedaron atrás y que, por fin, esta sí es la vencida. Incluso tras varios aplazamientos durante este mandato, se había fijado mayo pasado como fecha final para el arranque definitivo de la megaobra vial pero el cronograma se alteró debido a la emergencia sanitaria por la pandemia del Covid-19. Ahora, según lo anunciado por el presidente Iván Duque y el Ministerio de Transporte, dentro de siete semanas se terminarán más de dos décadas de decepciones y frustraciones, ya que tras recibir el proyecto con apenas un 60 por ciento de avance, en dos años se logró acelerar el ritmo de los trabajos tanto en el túnel principal como en las demás obras complementarias, por lo que ya está casi todo listo para la puesta en funcionamiento del complejo que agilizará la interconexión de la Cordillera Central entre Cajamarca (Tolima) y Calarcá (Quindío), reduciendo de forma sustancial el tiempo de tráfico por el sector de la Línea.
Las especificaciones de la megaobra son impresionantes: el túnel tiene 8,65 kilómetros de longitud. La vía principal contará con dos carriles y 17 galerías que lo comunican con el túnel de rescate y operará unidireccionalmente en sentido Buenaventura-Bogotá. En septiembre también se entregarán el túnel de rescate, de 8,5 kms, así como otros tres túneles cortos con longitudes de 343 metros, 904 metros y 627 metros, respectivamente. A ello se suman cinco puentes y 13,4 kilómetros de doble calzada que conformarán un par vial con la vía actual de La Línea. Todo el complejo está dotado de la más moderna y eficiente tecnología en materia de sismo-resistencia, sistemas de ventilación y eléctrico, protección contra incendios así como vigilancia por cámaras y controles de velocidad.
Con una inversión cercana a los tres billones de pesos y su ejecución a cargo del Ministerio y el Invías, el beneficio no sólo será para los transportadores de carga entre el centro y el occidente del país, sino que los costos logísticos bajarán sustancialmente en tanto que la competitividad comercial tendrá un empuje muy significativo. Para nadie es un secreto que las billonarias inversiones hechas en la última década para modernizar la red de transporte intermodal en Colombia no sólo van en la dirección de mejorar la calidad de vida de los territorios beneficiados con la nueva malla vial, férrea, portuaria y aeroportuaria, sino que buscan principalmente aumentar la capacidad de oferta y demanda exportadora e importadora, cuyas falencias estructurales son un lastre muy pesado que dificulta la meta de conquistar nuevos y rentables mercados para los productos colombianos en el exterior. De igual manera se espera que el complejo vial se constituya en un dinamizador del turismo y la economía regional.
Es claro que el túnel de La Línea entrará en funcionamiento en momentos en que los proyectos de infraestructura de Cuarta Generación (4G) están a pleno vapor y se prepara la ola de obras 5G, con una apuesta superior a los 5.000 millones de dólares. Ambos frentes de trabajo son determinantes para la reactivación productiva a corto y mediano plazos tras el duro coletazo que está teniendo la pandemia en Colombia en materia económica, fiscal, de empleo y de dinamismo regional. De hecho, la infraestructura es hoy el sector que más rápido reanudó actividades tras el primer tramo de cuarentena estricta, con 46 frentes de obra y casi 60 mil trabajos funcionando.
Habrá que esperar, entonces, a la primera semana de septiembre. La puesta en funcionamiento del Túnel de la Línea no solo significará el fin de un sinnúmero de promesas incumplidas, sino que marcará un antes y un después en la ingeniería vial nacional.