EL PAPA Francisco está convencido de que “no está madura la cosa para un Concilio Vaticano III. Tampoco es necesario en este momento, ya que no se ha puesto todavía en marcha el Vaticano II”. Así lo comparte en la revista "Vida Nueva", en una edición especial con motivo de los 65 años del semanario católico líder en España y América Latina que, además cuenta con el portal digital religioso de referencia en castellano.
El Santo Padre compartió sus inquietudes en un extenso coloquio en el que repasa los principales temas de la agenda internacional y de la Iglesia, además de analizar esta década de pontificado. “Soy una víctima del Espíritu Santo”, confiesa Jorge Mario Bergoglio sobre cómo fue su elección como Sucesor de Pedro, develando algunos detalles sobre cómo vivió aquel momento.
Sobre su ímpetu reformador, explica que “tienes que medir hasta dónde puedes pasar el límite y hasta dónde no puedes. Y ahí hay cierta impotencia, pero creo que eso es bueno, porque te evita creerte un dios o alguien todopoderoso”. A la par, reconoce que “todavía no me he atrevido a acabar con la cultura de corte en la Curia”. En cualquier caso, plantea que “no podemos reformar la Iglesia sin el Evangelio”.
Reclamos
Preocupado por “la rigidez” en algunos sectores eclesiales, Francisco llama a “desenmascarar a los profetas de la confusión”. “Todas estas propuestas de ‘mala lactosa’ hay que bajarlas con argumentos claros”, comenta con naturalidad. Al hablar de “la teología de manual estancada”, alerta de que “es fácil que se cuele la ideología y algunos movimientos se revistan de un aire restauracionista, con mucha mística aparente, pero también con mucha corrupción”.
En cuanto a la responsabilidad que supone pastorear a más de 1.300 millones de católicos, asegura que los problemas “nunca me han quitado el sueño”. Sin embargo, sí se muestra consciente que su denuncia de las desigualdades le ha generado más de un quebradero de cabeza: “Soy una piedra en el zapato para más de uno. De cualquier imperio hablo mal, sea de la tendencia que sea”.
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En relación con la guerra de Ucrania, el Papa confirma que el cardenal italiano Matteo Zuppi, designado como enviado especial de su ofensiva de paz, viajará a Pekín, tras visitar Kiev, Moscú y Washington. Sobre la mediación para lograr el regreso de los menores deportados a Rusia. Francisco apunta que “estoy pensando en designar a un representante de forma permanente para que sirva de puente entre las autoridades rusas y ucranianas”. Más allá de este conflicto, devela que el Vaticano ultima “un encuentro por la paz con los dirigentes religiosos en Abu Dabi”.
En Lisboa
La publicación de ‘Vida Nueva’ coincide con la celebración en Lisboa de la Jornada Mundial de la Juventud. Francisco expone que “una pastoral ideológica de izquierdas o de derechas o de centro no sirve, está ya enferma desde el principio y hace daño a los jóvenes”. Además, añade: “Tengo miedo a los grupos juveniles intelectuales, a esos que convocan a los jóvenes para reflexionar y luego los llenan de ideas raras”. Por ello, defiende que “con los jóvenes tenemos que utilizar el lenguaje de las manos, porque los jóvenes necesitan hacer, y el lenguaje de las piernas, que es caminar. Un apostolado juvenil aséptico de laboratorio no funciona”. Al hilo de esta cuestión, el Papa también subraya que “necesitamos seminaristas normales, con sus problemas, que jueguen al fútbol, que no vayan a los barrios a dogmatizar (…)”.
Preguntado por su agenda de viajes más allá de los anunciados oficialmente, Bergoglio comparte que “estamos trabajando en Kosovo, pero no está definido”. Sobre Argentina, desvela que “puedo confirmar que está en programa, veremos si se puede hacer, una vez que pase el año electoral”. Por otro lado, sobre una futurible visita a España, aclara: “No voy a ir a ningún país grande de Europa hasta que no termine con los pequeños”.