Blindar reactivación económica | El Nuevo Siglo
Lunes, 25 de Octubre de 2021

* Repunte de los principales indicadores

* Inflación y desempleo, flancos débiles

 

Tras el duro impacto social y económico de la pandemia del covid-19 en Colombia, que comenzó en marzo de 2020 y tuvo su punto de afectación más crítico entre el segundo y tercer trimestres de ese año, es claro que el sistema productivo comenzó poco a poco a levantar cabeza.

De hecho, si bien el PIB a diciembre pasado decreció 6,8%, se esperaba una caída mayor. Por lo mismo, el optimismo para este 2021 era, en enero, muy alto, salvo los temores en torno a si nuevos picos de contagios y muertes por el coronavirus obligarían a más cuarentenas y restricciones a la movilidad social y empresarial. Aunque sí los hubo, sobre todo en marzo y luego en junio-julio, lo cierto es que no se decretaron otros confinamientos. Eso permitió que el ritmo de la reactivación económica se mantuviera, salvo por el efecto lesivo de la ola de paros, bloqueos y vandalismo al cierre del primer semestre, que tuvo un alto costo en muchos flancos.

Sin embargo, el segundo semestre arrancó con mejor panorama y lo cierto es que a punto de terminar el décimo mes de este año la mayoría de los indicadores macro y micro de la economía están en verde, algunos incluso igualando o superando los porcentajes y cifras anteriores a la crisis sanitaria.

A modo de un rápido tablero se puede mencionar que mejoró la balanza comercial y no solo por los buenos precios del café y el petróleo. La inversión podría crecer más de un 13%, el recaudo tributario superó la meta prevista para septiembre, el consumo de hogares está disparado, aumentó el flujo de remesas y Fedesarrollo señaló que diez de los doce sectores de la economía superarán los niveles de producción prepandemia. A ello hay que adicionar que el consumo de energía se incrementó, así como el uso de la capacidad instalada empresarial. La construcción de vivienda marca récord tras récord y el turismo es de los rubros más dinámicos. Tampoco se pueden dejar de mencionar las encuestas de percepción de comerciantes e industriales, que recalcan un optimismo creciente. A ello se suma que, contrario a las otras dos agencias, la calificadora de riesgo Moody’s le mantuvo el grado de inversión a la economía colombiana, destacando la crucial aprobación de la Ley de Inversión Social, cuyo foco fue lograr un equilibrio entre la urgencia fiscal y la necesidad de mantener el apoyo a los sectores poblacionales y empresariales más golpeados por los efectos del coronavirus.

Precisamente por todo lo anterior, tanto la banca multilateral como el Gobierno, el Banco de la República al igual que Fedesarrollo, ANIF y otros centros de estudios han reajustado sus previsiones de crecimiento del PIB a diciembre de este año, proyectando un repunte por encima del 8 y hasta 9 por ciento. Incluso hay expertos que apuestan a que Colombia podría acercarse a un aumento anual de dos dígitos, lo que implicaría un récord y confirmaría que el país sobrepasó el efecto ‘rebote’ del aparato productivo, tras la dura caída de 2020, y está creciendo a un ritmo sorprendente, superior al de 2019.

Sin embargo, por más que el proceso de recuperación económica esté avanzando a buen ritmo, en modo alguno se puede cantar victoria o concluir que se superó el grave impacto pandémico. Hay lastres estructurales y coyunturales que tienen prendidas las alertas. De un lado, la inflación anualizada -en un fenómeno de alcance global- está por encima del 4%. De igual manera, el desempleo ha retrocedido de forma muy lenta pese al repunte empresarial. Asimismo, la curva de pobreza aún no empieza a revertir la escalada generada por la emergencia sanitaria. Y, por igual, aunque se ha maniobrado decididamente para morigerar el hueco fiscal, el desfinanciamiento del gasto todavía es preocupante.

En ese orden de ideas, resulta claro que es urgente blindar el proceso de reactivación económica. Hay avances sustanciales en este frente, pero se requiere una estrategia más eficaz para contener la inflación. Igual debe acelerarse el plan de choque para generación de empleo. En el flanco fiscal, como lo anotamos días atrás, resulta evidente que solo el mayor dinamismo productivo redundará en más divisas y recaudo tributario a corto y mediano plazos. No menos prioritario es asegurar que la polarización política y electoral no afecte el clima de negocios ni crispe los ánimos entre la población. Para ello es clave agilizar el flujo de alivios y ayudas sociales a las clases más vulnerables, entre otros aspectos…

Solo así el repunte productivo irá más allá del efecto “rebote” pospandémico y llevará a la economía a una senda de crecimiento de largo aliento.