Gobernar una ciudad como Bogotá no es fácil. Y menos después de tres alcaldías como las que hemos padecido en los últimos años. Peñalosa tiene grandes planes para la ciudad, como los que realizó con éxito en su anterior administración. Ejecutarlos toma tiempo y dinero, del cual Petro dejó poco.
Sin embargo para el bogotano de a pie, que sufre a diario los problemas de tráfico, de inseguridad, de vendedores ambulantes, de mendigos que atacan con piedras los carros, los programas futuros lo dejan indiferente. El metro sí, pero ¿Cuándo? La ALO pero solamente en proyecto. Las nuevas rutas de TransMilenio, pero se demoran. En cambio las calles continúan intransitables, aunque se hayan tapado decenas de miles de huecos lo que se está haciendo de manera ordenada, como debe ser.
Mientras tanto hay algunas sugerencias y comentarios que se pueden hacer al oído del alcalde, que parece ser un hombre que oye.
Lo primero, el TransMilenio por la séptima. Esta emblemática avenida es, a diferencia de todas aquellas que se han utilizado para meter esas rutas, relativamente estrecha, solamente tres carriles en cada dirección de los cuales uno está asignado a los buses del SITP. Para el TransMilenio se necesitan dos, con lo cual, en la práctica, se anula la carrera para el tráfico particular. Sé que el alcalde es el padre del TransMilenio y le cuesta trabajo ver más allá de él. Pero para la séptima lo ideal es un tranvía. Solamente utiliza un carril y se puede proveer de energía permanente de una central termoeléctrica que aproveche de la basura, como en otros países del mundo. En una ciudad que, como Bogotá, tiene un sistema de energía poco confiable, hay que dotar el tranvía de un sistema autónomo.
Lo segundo, los policías acostados que el Secretario de la Inmovilidad está regando por toda la ciudad. Los que instaló en la carrera 5ª y calle 70 congestionan las calles hasta la 9ª con avenida de Chile. Y en la 4ª hay uno que bloquea al tráfico para darle vía a una calle cerrada. La sugerencia es que envíe a ese funcionario de visita a un país civilizado para que vea que de lo que se trata es de agilizar el tránsito, no de perturbarlo. En cambio, no ha pintado una línea amarilla doble en la calle 70 A/70 que es estrecha, con curvas y puntos ciegos, y de doble vía desde la Circunvalar hasta la carrera 4ª, lo que representa un gran peligro. Y no hablo de otras calles del sur y del occidente donde la situación es aún peor.
Y ¿Qué decir de las busetas de SITP “provisional” (“las petras”) que siguen con todas las mañas antiguas y aún no saben que se les han dado carriles exclusivos para ellas y no los usan?
A los que bloquean las intersecciones no se los puede educar con consejos, sino con cámaras y multas.
En fin, Alcalde, lo invito a un paseo por la ciudad para que vea dónde aprieta el zapato para el ciudadano común. En carro, no en bicicleta.
Y seguiremos comentando.