ALBERTO MEDINA | El Nuevo Siglo
Viernes, 6 de Diciembre de 2013

El remiendo tardío

 

La  desesperada tentativa de cambios por parte del Gobierno argentinoparece ser solo una reacción extemporánea que ni siquiera tiene pretensiones de apuntar al núcleo de las cuestiones que debe resolver.
Es lo que sucede cuando se llega tarde. No existe tiempo material suficiente para implementar las transformaciones necesarias, ni tampoco la voluntad política necesaria para hacerlo. Cuando no se puede ir al fondo de los problemas se termina optando por el maquillaje, por los remiendos, en vez de proceder con seriedad.

La inflación y la inseguridad han sido temas determinantes en el último resultado electoral, y el Gobierno gaucho ha tomado nota de semejante llamado de atención, aunque lo haga en silencio y sin reconocerlo públicamente. Tenía muchas alternativas para seleccionar, pero la prioridad política nuevamente gano la pulseada. Ya no se trata entonces de entender lo que la sociedad necesita, sino solo de registrar el reclamo siempre bajo los paradigmas que propone la próxima compulsa electoral.
En ese contexto, el gobierno ha optado por quitarse la responsabilidad sobre la seguridad, aduciendo que son las provincias las que deben implementar políticas ya que de esa jurisdicción dependen las fuerzas policiales, omitiendo de ese modo su participación directa en la generación de las múltiples causas estructurales de la inseguridad que son alimentadas desde las inadecuadas decisiones nacionales.
El otro gran frente de batalla, la inflación, es ciertamente el foco que han decidido enfrentar. En ello apelarán a remedios heterodoxos. No se ocuparán de enmendar la causa, es decir, el indisimulable exceso de gasto estatal que los obliga a emitir moneda desenfadadamente como lo han venido haciendo en estos últimos años, cada vez con menos pudor.

Apelarán a una combinación de elementos encaminados a mitigar la consecuencia del desmadre de las cuentas públicas. Por un lado, ajustarán en silencio, porque su relato sostiene lo contrario, pero ahorrarán donde puedan, aunque no necesariamente haciendo lo adecuado. No serán austeros, tampoco desmantelarán el agujero eterno de la corrupción, sino que solo achicarán partidas donde no se note demasiado postergando pagos con instrumentos financieros que les permitan ganar tiempo y caja.

La sensación es que no les alcanzará el tiempo para hacer lo que esperan y mucho menos que la sociedad esté dispuesta a redimirlos de sus errores del pasado y el presente, sobre todo por su credibilidad en caída libre.

Los cambios son siempre bienvenidos cuando intentan aportar soluciones. Esta vez estamos frente a una burda tentativa de maquillar el presente sin arreglar nada, una grosera maniobra para esconder la basura debajo de la alfombra y construir un puente que les permita garantizarse impunidad y sostenerse en el poder. Solo un remiendo tardío.