ALEJANDRA FIERRO VALBUENA, PhD | El Nuevo Siglo
Sábado, 21 de Septiembre de 2013

La efervescencia del momento

 

Hace dos semanas estábamos viviendo en Colombia las manifestaciones ciudadanas de solidaridad con el paro agrario. Aun cuando los campesinos tomaron la iniciativa de manifestarse, fueron los citadinos quienes protagonizaron la gran mayoría de los sucesos registrados por los medios de comunicación. Los enfrentamientos con las autoridades, saqueos y destrozos en los comercios y el sistema de trasporte masivo Transmilenio, llenaron los noticieros y dieron trabajo a fotógrafos, camarógrafos y reporteros.  En las redes sociales fue tema obligado comentar la situación de los campesinos y solidarizarse con ellos a través de retwits, shares y demás ciberacciones que ofrecen las redes sociales. Por unos cuantos días el campo tuvo cabida en las ciudades de Colombia.

Algunos recordaron con nostalgia y profundos afectos sus orígenes campesinos. Otros se manifestaron en contra de la exclusión que vive dicha población y criticaron no solo las dinámicas de la economía colombiana sino el modo como los medios de comunicación e incluso los ciudadanos del común se refieren despectivamente a ellos. Era clara para todos, la necesidad de reivindicación y reconocimiento. Era clara la injusticia y la urgencia de resarcir, que tanto el Gobierno como las ciudades mismas teníamos pendiente.

Pasados quince días del suceso el tema ha declinado por completo en medios y redes. Algunos dirán que esto responde a las dinámicas propias del mundo informativo y que cuando se acaba la efervescencia del momento es normal que desaparezca de primera plana cualquier alusión al tema.  Es verdad que el mundo informativo ha caído en la dinámica del desecho y el olvido y que el método de la repetición quedó reservado a la publicidad o a la campaña política. Pero también es cierto que, de acuerdo con ciertos intereses, algunas “noticias” se mantienen durante semanas o meses así no se corresponda dicho tiempo con su etapa de efervescencia. Evidentemente el paro agrario y la situación de los campesinos, no amerita ser mantenido en primera plana. ¿Por qué?

No creo que esto responda a una especie de teoría de la conspiración en la que aquellos que son poderosos quieren opacar y manipular a la población sometida. Entre otras cosas porque nunca se ha podido comprobar con claridad que los sucesos que supuestamente se derivan de estas teorías efectivamente sean causados por algún tipo de plan. Esto sería demeritar el papel crucial que cada persona ocupa en el curso de los acontecimientos y desconocer que el país que tenemos es el resultado de todas y cada una de nuestras acciones como colombianos. Además la noticia desapareció primero de aquellos espacios en los que prima la libertad de expresión (o por lo menos eso se dice), a saber, Twitter, Facebook, Instagram, y un largo etc.

Creo que una gran parte de Colombia simplemente no se siente cómoda con el tema y prefiere no volverlo a tocar. Es mejor dar la espalda a esa cruda realidad que nos hiere porque de lo contrario tendríamos que reconocer que el problema de la desigualdad es de todos y que hay muchas acciones concretas que podríamos realizar para buscar una mejora en este sentido. Claro, eso implica renuncia y sacrificio. Tal vez ese es el principal motivo de nuestro silencio.