ALFONSO ORDUZ DUARTE | El Nuevo Siglo
Sábado, 17 de Noviembre de 2012

Ópera del Met en Bogotá

 

Los desconsuelos, tristezas y quebrantos que nos ofrece la vida diaria se ven en buena parte compensados por la magnífica  oferta  cultural de la cual dispone el país, pero particularmente la capital en la cual no transcurre semana alguna sin que los bogotanos y los visitantes no disfruten de espectáculos de primera calidad a la altura de los mejores escenarios del mundo. Los prodigios de las comunicaciones nos han acercado unos a otros y nos permiten saber de lo que sucede en el mundo en el mismo instante en el cual ocurren.

Quienes han visitado el Metropolitan Opera, para los de confianza el Met, ubicado en el famoso Lincoln Center de Nueva York, han podido disfrutar de extraordinarios conciertos protagonizados por las mejores orquestas del mundo, de presentaciones de los mejores intérpretes del momento, en fin, de lo mejor en materia artística musical pues haber sido invitado a esta sala de conciertos es una consagración como lo es haber estado presente en el Covent Garden de Londres, en el Musikverein de Viena, en la Scala de Milán, etc.  Por ello todo visitante culto a Nueva York  tiene como uno de su “must” enterarse que se está presentando en el Met y si su bolsillo se lo permite comprar su boleta con la seguridad de que lo que presentan es bueno. Algo del estilo sucede en el Kennedy Center de Washington: tres magníficos teatros en donde siempre hay algo bueno para disfrutar.

Desde hace unos años se ha desarrollado la magnífica iniciativa de transmitir en directo y en diferido, algunas de las óperas de la temporada que se programan en el Met, lo cual ha permitido a los colombianos que no pueden estar presentes allá estarlo en varios escenarios en Bogotá, Cali y Medellín. La gran virtud de estas transmisiones es que, en directo, se están viendo en el mismo instante que está ocurriendo en Nueva York. Tiene la virtud, no al alcance de quienes están allá, poder presenciar las entrevistas que se les hacen a los participantes cantantes, directores de orquesta, escenógrafos, utileros, en fin, todos los que tienen que ver con la puesta en escena de la obra, pero desde adentro. La inmensa cantidad de personas que trabajan para que el espectáculo sea posible se puede observar en plena actividad en los intermedios que allá se emplean saliendo a tomar café o alguna bebida de más consistencia alcohólica como es la champaña que en todos los teatros se usa.

En lo que va corrido de la temporada en Bogotá, hemos podido disfrutar de un Elixir de Amor de Donizetti, extraordinaria representación de un tema ligero muy bien trabajado por un elenco insuperable. Las otras dos que se han visto y oído han sido inspiradas a sus compositores por obras de Shakespeare: Otelo el famoso por sus celos Moro de Venecia y La Tempestad, obra de un compositor contemporáneo llamado Thomas Adès que es necesario oírlo en varias oportunidades para poder obtener el gusto por este precoz compositor.