ALFONSO ORDUZ DUARTE | El Nuevo Siglo
Sábado, 24 de Noviembre de 2012

Tres mapas en 110 años

 

El baldado de agua fría que nos cayó al conocer el pronunciamiento o fallo de la Corte Internacional de Justicia que desde La Haya  se ocupa de administrar justicia en las discrepancias que son puestas a su consideración por los países que han aceptado su competencia, no fue cualquier bobería; lo cierto es que las informaciones o comentarios de quienes deberían estar informados hasta el domingo anterior, nos llenaron de un  optimismo, rayano en la indiferencia, porque lo nuestro, en la controversia con Nicaragua era tan claro a nuestro favor, que las aspiraciones o fondo de la demanda de nuestro contradictor eran contrarias a derecho y a los antecedentes históricos que avalaban la presencia de Colombia tanto en San Andrés y todas las islas e islotes del archipiélago sino también a la porción del mar sobre la cual ejercíamos soberanía hasta el lunes a la hora de la lectura del fallo.

Como consecuencia de la guerra con el Perú a comienzos de los años treinta del siglo pasado, perdimos buena parte de nuestro territorio en la Amazonia; milagrosamente nos quedó acceso al río Amazonas con el llamado trapecio amazónico en cuyo extremo sur existe nuestra ventana a uno de los ríos más caudalosos del mundo.

El  baldado de agua fría fue de una índole parecida a la manera como queda el estudiante clavado, como se decía antes, “nerd” como se usa  por estas calendas cuando se prepara concienzudamente para presentar un examen del cual depende mucho su porvenir. Tiene el convencimiento de estar en condiciones de absolver satisfactoriamente todas las preguntas y llega confiado a la prueba, convencido de que todo va a resultar conforme a sus conocimientos. Sin embargo, las preguntas del examen son de una índole que no se había ni imaginado y el resultado es catastrófico, como  queda  el estado de ánimo del pobre estudiante que se pregunta qué fue lo que le faltó y por qué el profesor se manejó en forma tan diferente a como él pensaba. El desconcierto es tan grande que hasta pierde la seguridad en sí mismo. Algo de esa naturaleza le está sucediendo al común de los colombianos que todavía no nos hemos podido reponer del golpe recibido. Porque, contrariamente a como se pensaba, Nicaragua ganó la parada en forma terminante, de manera que nuestro mapa tendrá que ser modificado nuevamente.

Esa ha sido la suerte de nuestro país desde comienzos del siglo pasado cuando también nuestro mapa hubo de ser modificado con la pérdida de Panamá. Lo único que nos quedó fue  el recuerdo en el escudo nacional. Ahora es la tercera vez que debemos hacerlo en el curso de escasos ciento diez años. Mala suerte, dirán unos. Destino histórico con maleficios, debilidad  para defender los puntos de vista propios o debilidad en los argumentos, podrán decir otros. O la que tanto se usaba, como es la de echarle la culpa al profesor, en este caso a la CIJ.  Sea como sea quedamos tristes por haber perdido parte de lo que era nuestro y que difícilmente será recuperable.