ALFONSO ORDUZ DUARTE | El Nuevo Siglo
Sábado, 5 de Octubre de 2013

Delitos de lesa humanidad al banquillo

 

Como todo colombiano de bien tengo temperamento optimista sobre todas las cosas del  país, particularmente en lo que se refiere a la paz. Continúo manteniendo  un moderado optimismo; mejor dicho de un optimismo que pudiera decirse ciego he pasado paulatinamente a la calificación de moderado. Esto no me impide hacer algunas observaciones que ya han sido consignadas en escritos pasados. Una de ellas es que el excesivo protagonismo que se les ha dado a las Farc, o que ellos se han tomado, les ha dado alientos de los cuales carecían antes de la reunión en Oslo, en donde fue el punto de partida de esta tarea que está por terminarse, ya sea porque se consigue por la vía de la negociación la paz o sencillamente tendremos que volver a la misma barbarie que nos ha agobiado en los últimos 50 años.

Resulta que ahora La Habana se está convirtiendo en sitio de peregrinaje de cuanto político en trance de reelección  o no, quiere hacerse presente y tal vez también, hacerse perdonar de los matones que allá negocian y convertirse en protagonista de hechos a los cuales no han sido llamados.  Eso trae a la memoria  El Caguán; allá el presidente Pastrana pretendió también, en vano, realizar un gran esfuerzo nacional tendiente a conseguir que los alzados en armas se convencieran de que al país le convenía obtener la paz.  Lugar donde fueron a dar toda clase de aves de todos los plumajes y pelambres a hacerse retratar con los bandidos que allá tuvieron sus cuarteles de trabajo.  Lo mismo está sucediendo en La Habana; cuanto político y lagarto en trance de notoriedad ha organizado el viaje a esta perla de las Antillas, ahora dizque so pretexto de ir a descansar y de paso entrevistarse con el grupo negociador tanto del Gobierno como el otro. 

Hay que reconocer que quienes van ganando la partida, hasta ahora, son las Farc. Han logrado un protagonismo internacional que tal vez ellos mismos no se habían soñado. La prudencia y el sigilo que debe campear estas reuniones solo las respeta el Gobierno, porque los del otro lado no pierden oportunidad de hablar y decir cosas que tal vez ni siquiera se han mencionado en la mesa pero que en ella seguramente son desmentidas por los llamados voceros autorizados.  La verdad es que desde este punto de vista y también desde otros, la confrontación, si así pueden llamarse las conversaciones, es bastante desigual pero  a favor de los insurgentes. El clímax de su presencia en el escenario internacional corrió por cuenta del presidente Santos en su reciente presentación ante la ONU. Es una tribuna que jamás se soñaron que iba a estar ocupada por  ellos como protagonistas. En su intervención, Santos quiso aclimatar las modificaciones que se van a introducir en nuestra justicia con una expresión que se ha dado en llamar transicional o tal vez transaccional. No habrá crimen de lesa humanidad que quede impune, informó Santos a la ONU, y pidió comprensión al momento histórico que vive el país.   Invocó la autonomía colombiana para impartir justicia según sus propias leyes. Ojalá, si esta justicia transicional prospera, los delitos de los cuales son sindicados los negociadores insurgentes, caigan dentro de los calificados de lesa humanidad. Pero como ahora los de las Farc son víctimas, tal vez los delitos de lesa humanidad sean achacados a las fuerzas del orden.  Vaya uno a saber cómo se le da vuelta al asunto.