Alfonso Orduz Duarte | El Nuevo Siglo
Sábado, 25 de Julio de 2015

“Cumplimiento de disciplina social y convivencia”

A TRAVÉS DEL TEODOLITO

Filosofía de las buenas maneras

 

EL  conservatismo que es el que practicamos buena parte de los colombianos, además de constituir una posición ideológica que comprende básicamente el respeto a la tradición, es además una posición filosófica con respecto no solamente a la tradición sino también a nuestros semejantes y a la autoridad.  Por eso quizá es que somos tan respetuosos de ésta así tenga cualquier origen; somos en consecuencia, amantes de la disciplina y de ahí nuestra inclinación hacia los militares para quienes aquella no tiene discusión. Para ellos es la base de la organización castrense y de ahí  la máxima  presente en todos los cuarteles, muy popular entre los uniformados; las órdenes se cumplen o la milicia se acaba. Pero bueno, esa es manera de no dejar que la disciplina se relaje; quien se aleja de esta máxima siendo militar activo es sometido. 

En la vida civil la forma de cumplimiento de la disciplina social y convivencia la dan la Constitución y las leyes. El que roba, mata, calumnia y otras conductas antisociales es reprendido y castigado por la ley. En otras palabras, si alguien  transgrede la ley esta misma  establece las formas de orientar la conducta ciudadana mediante las sanciones a las cuales es sometido el transgresor. Sin embargo, existen modelos de conducta que no necesariamente están contemplados en las leyes pero que son, si no de  obligatorio cumplimiento constituyen recomendaciones saludables. En ninguna parte está establecida sanción para el mal uso del idioma, ni para que a la hora de sentarse a la mesa deban observarse ciertas normas de conducta que no  provoquen desagrado entre los asistentes. Eso hace que el acto de comer en compañía se constituya en uno ameno y agradable. Eructar, por ejemplo, no está prohibido salvo en le Urbanidad de Carreño o en otros manuales de buena conducta social. Respetar al superior, no agredirlo, son conductas que además trascienden y dan buen ejemplo a otros.   Los conservadores alentamos y tratamos de ejercer en el campo de las buenas maneras, sin embargo no  siempre lo logramos.

La llamada libertad de expresión por la cual abogamos quienes en una u otra forma tenemos el acceso a los medios de comunicación, nos hemos alzado en censura a las recomendaciones del Gobierno actual con respecto al lenguaje que debe usarse mientras se desarrollan las conversaciones en La Habana. Valedera la recomendación que se puede aceptar o no, sin que ésta signifique una censura sino más bien un llamado hacia las buenas maneras y el buen uso del lenguaje en los comentarios que generen los actos de los protagonistas. Valdría la pena que de esto tomaran nota algunos funcionarios de muy alto nivel  que so pretexto de expresar sus opiniones sobre las actuaciones del Presidente de la República, desde la trinchera de sus altos cargos, disparan sus opiniones sin la mesura y respeto que se le deben al  Primer Mandatario. Miembros del conservatismo en elevados cargos si quieren ser fieles a la filosofía de comportamiento con sus semejantes y si uno de ellos es el Presidente de la República no deben olvidar so pretexto de la libertad de expresión, la filosofía conservadora no consagrada en las leyes.