Ospina Pérez, gran presidente
Al pasar por el costado sur del Central Park de Nueva York se pueden ver, frente a él una serie de hoteles de primera calidad; uno de ellos es el Eses House. Quien conoció al presidente Mariano Ospina Pérez, sabía que su sitio preferido cuando venía a esta ciudad maravillosa, era precisamente ese hotel. Al pasar por el frente no pude menos que evocar la presencia serena de este gran mandatario a quien conocí y tuve el privilegio de tratar, yo en mi adolescencia y él en el pleno ejercicio del mando del país entre 1946 y 1950.
A propósito, se pasó por alto el 5 de mayo de 1946 cuando tuvieron lugar las elecciones que lo llevaron al solio de Bolívar. Nuestro país era uno bastante diferente al actual. En esa fecha se terminó al período de la revolución liberal que llegó al poder en 1930 de la mano de Enrique Olaya Herrera, por la división que protagonizaron los conservadores; por entre el camino le abrieron los dos candidatos conservadores uno de los cuales fue Guillermo Valencia, se coló el partido liberal que estuvo ausente del poder desde 1886. Fueron cuatro períodos presidenciales ocupados por cuatro presidente liberales, dos de cuatro años, Enrique Olaya Herrera y Eduardo Santos, uno de siete años, Alfonso López Pumarejo y uno de un año, Alberto Lleras Camargo. A este último le correspondió presidir las elecciones en las cuales su partido dividido entre dos candidatos irreconciliables, Gabriel Turbay y Jorge Eliécer Gaitán, se abrió paso la candidatura de Mariano Ospina Pérez. Lo hizo con gran espíritu republicano que no fue reconocido por muchos de sus copartidarios quienes lo tacharon de haberlos abrumado con una alambrada de garantías. Como no existía segunda vuelta no había lugar a componendas; quien obtuviera más votos resultaba consagrado. Así fue el 5 de mayo de 1946 hace la bobería de sesenta y seis años. ¡Cuánta agua ha pasado debajo de los puentes en estos años! Fue asesinado Jorge Eliécer Gaitán lo cual dio origen al tristemente famoso “Bogotazo” cuando estaba reunida la IX Conferencia Internacional Americana, antecesora de la actual Organización de Estados Americanos. Ospina Pérez afrontó éste y otros episodios con la serenidad de quien está seguro de sus responsabilidades.
Si hubiera mostrado algo de titubeo durante los episodios que siguieron al 9 de abril de 1948, Colombia se habría precipitado en abismos de incertidumbre. No fue así y aunque no es precisamente un lecho de rosas en el cual hemos tenido que vivir en estos últimos sesenta y seis años, quizás estaríamos ahora lamentándonos de haber permitido un régimen producto del desorden que pretendieron imponer quienes quisieron adueñarse del dolor de quienes lloraban la muerte de su líder que los había llenado de esperanzas.
Colombia tuvo en Ospina Pérez a un gran presidente, el que necesitaba para sortear las difíciles circunstancias que le tocó manejar.