ALFONSO ORDUZ DUARTE | El Nuevo Siglo
Sábado, 23 de Junio de 2012

¿Mejor enseñar a pescar?

 

Que todos los colombianos tengan vivienda es un deseo que sucesivos gobiernos han tratado de cumplir, unos con éxito, otros con fracasos estruendosos con las frustraciones colectivas consiguientes y también con serios motivos de inconformidad. Parece que tanto en los niveles nacional, departamental y municipal, también en otros  sectores de la actividad pública y privada se han preocupado por tratar de resolver esta necesidad básica que le da una gran estabilidad a  la familia y de paso constituye una de las bases de duradera confianza en el país.

Al Banco Central Hipotecario le deben muchas familias en todo el territorio nacional el haber podido disponer de su casa; barrios enteros fueron hogar de muchos que la obtuvieron gracias a los préstamos hipotecarios a los cuales se habían hecho acreedores que, con el esfuerzo  sistemático pagaron en forma satisfactoria. El Instituto de Crédito Territorial fue otro de los organismos que construyó urbanizaciones e, hizo  viviendas  que fueron vendidas a quienes con esfuerzo las adquirieron. En alguna oportunidad le oí decir a Fabio Robledo quien fuera uno de los gerentes de este organismo, con gran sentido social, que la cartera del organismo a su cuidado era satisfactoria, pero que tenía que destacar que era óptima la de aquellas familias que tenían que hacer esfuerzos conjuntos para pagar las cuotas. En otras palabras, entre más modestas la capacidad de pago, más sana era la cartera.

La Caja de la Vivienda Popular en Bogotá fue también un ejemplo de  una entidad que en forma silenciosa pero efectiva, contribuyó en forma eficaz a resolver la necesidad de vivienda propia a muchas familias bogotanas. El sector privado no ha sido ajeno a estas inquietudes; se me ocurre mencionar a Bavaria que construyó y dotó a su personal que estaba dispuesto a esforzarse de viviendas dignas que hoy con el correr de los años en Bogotá, son barrios de mostrar.

El Gobierno del presidente Santos ha anunciado que se propone construir cien mil viviendas que serán entregadas a título gratuito a familias de escasos o ningunos recursos y tratar de solucionar una de las necesidades básicas del ser humano: tener en donde vivir, levantar a su familia dignamente y disponer de  un refugio de su propiedad en donde poder reposar. Construir cien mil viviendas en donde vivirán entre quinientas u ochocientas mil personas es toda una desafiante tarea desde el punto de vista puramente técnico. Energía, agua, alcantarillado y otros servicios públicos deben acompañar a las soluciones de vivienda para que éstas sean habitables. Ojalá que con todas las exigencias de la ley se pueda en un relativo corto tiempo proceder.

Dicen los que saben de estas materias, que es preferible enseñar a pescar que regalar el pescado. Cuando se está educando a los hijos  cuando a éstos se les ofrece algo, hay que cumplir. Ya la expectativa  de cien mil casas regaladas está creada. Cumplirla es una obligación, pero ¿los antecedentes así  creados no se convertirán en factor que  hagan más difícil el manejo de nuestra sociedad?