ANDRÉS FELIPE RANGEL GÓMEZ* | El Nuevo Siglo
Sábado, 1 de Junio de 2013

Penas alternativas

 

“O caminamos todos juntos hacia la paz, o nunca la encontraremos”

Benjamín Franklin
En  días pasados, el fiscal  Montealegre planteó que el desminado del país podría ser una pena alternativa para los guerrilleros de las Farc, en el caso en que resulte exitoso el actual proceso de paz. Esto nos lleva a pensar en el tema de las penas alternativas. A medida, que el proceso de paz con las Farc avance, el Gobierno deberá definir por medio de una ley estatutaria, que desarrolle el marco jurídico para la paz  las penas alternativas que se impondrán a los insurgentes.

Algunas personas no están de acuerdo con penas alternativas y las tildan de impunidad; otros creen que es el mejor camino si se quiere lograr un acuerdo de paz.

De acuerdo con el Acto legislativo 1 de 2012, o marco jurídico para la paz, los insurgentes tendrán derecho a penas alternativas: si dejan las armas, entregan a los secuestrados, desvinculan a los menores de edad, reconocen su responsabilidad, contribuyen al esclarecimiento de la verdad, y  se comprometen con la reparación integral de las víctimas.  Lo anterior, deberá ser regulado y ampliado por medio de una ley estatutaria. La pregunta es: ¿cuáles podrán ser esas penas alternativas?

En este sentido, dicha ley estatutaria podría estipular penas alternativas, tales como: el pedir  perdón a las víctimas, trabajos comunitarios en los que los exguerrilleros trabajen en beneficio de los municipios o ciudades que antes atacaron. Las penas podrían durar entre 3 a 5 años en los que podrían pintar las calles, ayudar en el mantenimiento de las escuelas locales y desminar el territorio nacional entre otras. Esto deberá contar con el acompañamiento y vigilancia del Estado para garantizar el cumplimiento de estas labores. Pensemos por un instante en los cabecillas y miembros de la guerrilla pidiendo perdón por la violencia, ofreciendo la información necesaria para la reparación y sirviendo a las comunidades más afectadas por la violencia con trabajos supervisados para su beneficio.

Algunos pensarán que esto es absurdo. Quizás piensen, o digan -¿Cómo la guerrilla podría pagar por la  violencia, pintando escuelas y prestando servicios comunitarios, que impliquen la verdad la justicia y la reparación?

Quizá no sea fácil para algunos este camino. Sin embargo, ¿qué otra opción tenemos? ¿5 a 10 años en prisión en cárceles hacinadas y con altos índices de violencia y criminalidad? ¿Qué oportunidad de cambio y de reintegración pueden ofrecer estas cárceles? ¿No será mejor permitirles a los insurgentes el pago de estas penas alternativas?

El camino hacia la paz no es fácil. No obstante si se logra que los aproximadamente 8.000 guerrilleros de las Farc se desmovilicen, dejen las armas, devuelvan a los secuestrados y paguen penas alternativas, para luego integrarse a la sociedad, sería una enorme contribución para nuestra nación.

@feliperangel81

*Politólogo

Universidad del Rosario