ANDRÉS MOLANO ROJAS* | El Nuevo Siglo
Lunes, 2 de Septiembre de 2013

La ola de agitación

 

Hace un lustro el mundo entero parece haber entrado en una nueva ola de movilización social y agitación política.  La “ola verde” en Irán, “Occupy Wall Street”, la “Primavera Árabe” -Cuya historia no acaba aún de escribirse-, la Plaza de Mayo en España, los sucesos del parque Gezi en Estambul; y en el entorno latinoamericano, el activismo estudiantil en Chile y las más recientes protestas en Brasil contra la corrupción y el despilfarro, parecen aportar evidencia suficiente de que corrientes profundas de descontento recorren el globo y tienden a expresarse en forma similar, impulsadas por discursos más o menos homólogos, protagonizadas por actores equivalentes, y articuladas por las mismas plataformas comunicacionales.  Todo esto a pesar de las evidentes (y además determinantes) diferencias estructurales y de contexto, y del desenlace tan disímil que han tenido unos y otros eventos.

Sería desde luego demasiado simplista meter todas estas manifestaciones de agitación en el mismo saco. Pero no puede negarse que comparten ciertas características que permiten agruparlas en un mismo conjunto. La crisis económica, pero también el ensanchamiento de la clase media en todo el mundo (en especial, en los países emergentes que, por contraste con las economías avanzadas, han disfrutado de una bonanza relativa durante los últimos años), el desencantamiento frente a la política y la crisis de representación (y por lo tanto, de identidad) que viven muchas sociedades, la circulación masiva de la información, la posibilidad de articular esfuerzos en red, y algunas transformaciones demográficas (la expansión de la juventud urbana): con mayor o menor intensidad, todos estos elementos convergieron y seguirán convergiendo, creando un escenario propicio para la masiva movilización ciudadana en los años por venir.

Colombia acaba de experimentar también su cuota de agitación. No se puede comparar el paro agrario así como así con las movilizaciones ya mencionadas. Pero no son completamente ajenas. Lo más llamativo del paro es lo que dice sobre el futuro. Durante mucho tiempo la agenda política del país ha estado secuestrada por la seguridad (ya fuera por el narcotráfico o por las guerrillas). En la perspectiva de un porvenir diferente -alimentada por los logros de la seguridad democrática primero y de la negociación en La Habana después- otros temas y demandas (sobre todo sociales y económicos) ocuparán lugar más relevante en la agenda política. En ese sentido, la movilización de la semana pasada anticipa un poco el posconflicto, y los desafíos que éste traerá consigo para la gobernabilidad y la democracia en Colombia.

*Analista y profesor de Relaciones Internacionales