Aviones y presupuesto | El Nuevo Siglo
Domingo, 1 de Enero de 2023

El debate sobre la adquisición de una nueva y costosa flotilla de aviones de combate, para reemplazar a los Kfir, es bueno ponerla en sus justas proporciones.

Yo celebro el cambio de opinión del presidente Petro. Seguramente los argumentos que recibió como mandatario le hicieron modificar los que tenía como candidato. Y ha entendido que esta costosa adquisición de aviones coincide con los mejores intereses del país y de su seguridad. Un presidente no puede aferrarse a prejuicios anteriores; y tanto más tratándose de asunto tan delicado.

Ahora bien: el fortalecimiento de nuestras fuerzas militares no se reduce a adquirir una nueva flotilla de aviones de combate. También hay que mirar lo que está sucediendo con el equipamiento del ejército y de la policía. Causó, por ejemplo, mucho estupor -que aún no ha sido dilucidado- la reducción en el presupuesto de las fuerzas en la suma de $800.000 con relación al que venía ejecutándose. Por los lados de la policía hay también desasosiego. Un reciente informe de la fundación “ideas para la paz” da cuenta por ejemplo de la caída notoria que han tenido las operaciones militares este año. Y en no poca medida esto parece estar relacionado con deficiencias en el equipamiento y en los contingentes profesionales de nuestras fuerzas militares.

Flota en el ambiente el sentimiento de que el gobierno Petro es indiferente frente a las necesidades inmediatas de las fuerzas militares. Está bien que renovemos la flotilla de los desuetos Kfir. Pero con la misma lógica el gobierno debe poner extrema atención en concurrir a las necesidades más inmediatas, pero no menos importantes, de nuestras fuerzas militares.

La situación de orden público del país atraviesa por una época critica. A veces se tiene la sensación de que los esfuerzos de nuestro ejército y policía quedan desbordados por el poder creciente de los agresivos grupos narco delincuentes. Según ha informado el comandante del ejército, el general Ospina, los contingentes de los grupos de alta criminalidad ascienden a 5000. Y con otro tanto cuenta el Eln que, contrariamente a lo que afirmó el gobierno Duque no está disminuido, sino que por el contrario está altamente fortalecido.

Las tratativas para comenzar diálogos de “paz total” con unos y otro son bienvenidas. Pero esto va a tomar tiempo. Y mientras tanto la capacidad ofensiva de nuestras fuerzas militares debe fortalecerse al máximo. El propio gobierno anunció recientemente que su táctica en el Cauca cambiaba: ahora, dijo, se pasa a la ofensiva apoyándose en soldados profesionales. Y esto requiere fuerzas con renovada capacidad táctica.

Lo anterior recibe un argumento adicional con los anuncios que se pueden vislumbrar de la nueva política antidrogas que ha dejado conocer el gobierno. En efecto, ha dicho el presidente Petro que los cultivos ilícitos se tolerarán hasta que la rentabilidad de los lícitos supere los rendimientos de los cultivos de coca. Esto ha creado desconcierto. No es poca la gente que adivina en este anuncio una tolerancia indefinida con los cultivos ilícitos sin política alguna de erradicación.

Ya el Departamento de Estado de los Estados Unidos ha reclamado “cautela” del gobierno colombiano, y le ha solicitado que defina con claridad una política contra los cultivos ilícitos que aún no se logra adivinar de los confusos trinos presidenciales sobre la materia.

Lo único concreto que ha dicho el gobierno Petro es que en ausencia de una política de no erradicación forzosa se intensificarán las operaciones de interdicción contra el trasiego de narcóticos. Pero aún para poner en marcha este nuevo postulado se requerirá fortalecer la disponibilidad de equipos y militares especializados, capaces de llevar a cabo algo tan complejo como es una política eficaz de interdicción.

No solo, pues, es asunto de una nueva flotilla de aviones: se requiere mucho más.

PD: Mis mejores deseos para un buen año 2023 a todos los amables lectores de esta columna.