No cabe duda que el ciclo político del ex Presidente Betancur marcó un punto de quiebre o, como dirían los matemáticos, un punto de inflexión en la historia política del país. Es mucho lo que puede aprenderse de su trayectoria pública.
Su primera enseñanza fue la persistencia, que rayaba en terquedad. Sobre todo en lo que tiene que ver con su inquebrantable anhelo de conseguir la Presidencia de la República.
Nacido en una familia trabajadora pero de escasos ingresos, se propuso desde muy joven lograr una sólida preparación que le permitiera alcanzar su meta. Persistencia que vista en retrospectiva se puede interpretar como el impulso vital de quien se ve a sí mismo como alguien que debe cumplir los designios de su destino.
Después de hacer parte del llamado escuadrón suicida en contra de la dictadura de Rojas Pinilla, su carrera política se disparó. Recordemos que antes de su triunfo en 1982 se había presentado como candidato presidencial en dos elecciones previas.
Sobre su primera aspiración en 1974, hecha a nombre de una de las dos disidencias que tuvo el Partido Conservador, los historiadores han dividido opiniones entre quienes afirman que su candidatura impidió un amplio triunfo de Misael Pastrana y los que consideran que de no haberse presentado, el triunfo de Gustavo Rojas Pinilla habría arrollador ya que sus propuestas fueron semejantes, dirigidas a la misma franja electoral.
Después volvió a presentarse en 1978 perdiendo por un estrecho margen con Julio César Turbay.
Solo fue en su tercera aspiración, cuando impulsado por propuestas atractivas, que invitaban a la esperanza popular, como la consecución de la paz con las guerrillas o la oferta de casas sin cuota inicial para la población de menores recursos, logró por fin su cometido. Su campaña se enmarcó en el entusiasta eslogan “Si se puede”, tan repetido desde entonces.
Sus cuatro años de mandato serán recordados como aquellos en los que se le hizo un inédito intento por conseguir la paz con las violentas guerrillas de la época. Oferta, sin duda ingenua, que no logró sus objetivos por la miopía y mezquindad de las Farc y el Eln que desaprovecharon un ofrecimiento tan sincero como necesario en aquel momento.
La característica del proceder político de Belisario Betancur, mayoritariamente resaltada con motivo de su deceso, es la de un político de posiciones moderadas.
Después de Belisario Betancur la mayoría de los dirigentes del Partido Conservador trataron de imitar su proceder, creyeron que así se harían dueños del centro en el espectro político.
Pero, con el posterior magnicidio de Álvaro Gómez, el partido perdió la brújula, por carecer de debate a su interior. Sin firmes propuestas, su accionar se debilitó y dejó de ser atractivo para los electores, quienes no encuentran diferencias con el liberalismo y todos los que hoy se proclaman como moderados.
Ahora, cuando se intenta hacer una nueva reforma política, es el momento de diferenciarse. El Partido Conservador deberá reinventarse, volviendo a sus orígenes o muy pronto desaparecerá.