En el argot político se asegura que la capacidad para ganar está en saber escoger el enemigo a enfrentar -incluso en crearlo- como también en dominar la conocida estrategia de divide y vencerás, atribuida al gobernante romano Julio César, que usara también el emperador Napoleón. Las palabras reactivas del presidente Gustavo Petro: “Que los blanquitos ricos no se crean…” gira en esta tónica, aunque se contradice radicalmente con el artículo 188 de la Constitución, según el cual el Presidente de la República simboliza la unidad nacional y al jurar el cumplimiento de la Constitución y de las leyes, se obliga a garantizar los derechos y libertades de todos los colombianos.
Optar por concentrar a los blanquitos ricos en un colectivo resulta contraproducente, pues son la mayoría del país y del gobierno mismo. De otra parte, al usar el diminutivo -como es propio de los colombianos- los reduce, por su color de piel, de manera despectiva. Peor aún si se quiere separar en un grupo a los ricos, que como ciudadanos no pueden tampoco ser discriminados, por el hecho de tener o haber creado riqueza y, por demás, ser base e impulso al desarrollo del país.
Curiosamente, varios en la red social Twitter tomaron el apodo de soy blanquito rico. Resulta a veces desesperante estos llamados divisionistas. Los nadie, el esclavismo, hablar de blancos y negros, pobres y ricos, es algo así como si nos quisieran devolver en el tiempo -en especial a los jóvenes- cuando el país en realidad reconoce la llamada diversidad étnica y cultural, ha buscado por muchos caminos superar la pobreza y se distingue por el abierto, alegre y buen trato entre sus gentes.
La sociedad y los gobernantes en el siglo XXI se glorían de las políticas contra la discriminación, entendida como el trato desigual (en derechos y deberes) hacia una persona o colectividad. Sin embargo, se hablaba en la columna de Volver al individuo, a comienzos del 2021, que hoy pareciera que los políticos y su ejercicio, la política pública, las normas en sí, se mueven más por el divisionismo de la sociedad, alejándose de la esencia del pensamiento liberal y conservador: el individuo y su dignidad, más aún cuando se toman atributos de corte racista.
El sociólogo y científico español Luis Miller, autor de Polarizados, la política que nos divide, considera cómo la polarización es una estrategia política muy bien planificada, alimentada por mensajes simples que tocan las emociones de los ciudadanos, donde las víctimas son la racionalidad y el análisis de los argumentos. Bien vale enmarcar su frase que alude a cómo “la nueva política, basada en las emociones y en el uso de las redes sociales, está acabando con el pensamiento reposado”.
Vale la pena insistir en no dejar colectivizar, sobre todo en el discurso, nuestra vida común y corriente, donde la dignidad de la persona como tal, individual y sin distingos, pasa a un segundo plano, siendo el conducto de nuestra interacción con los demás y como sociedad. La justicia es comprender que todas las personas tienen la misma dignidad y los mismos derechos y deberes. Esto es justicia total.
* Presidente Corporación Pensamiento Siglo XXI