A comunidades indígenas y campesinas de Cauca se les reconoce que han sido víctimas de incumplimientos, engaños y olvidos; eso no les amerita derecho a bloquear su región y también a Valle, Nariño, resto del país y frontera con Ecuador.
Ningún Gobierno de aquí ni del mundo dialoga con huelguistas en una de las principales vías troncales del país, bloqueada y destruida a piedra y ladrillo, con heridos algunas veces, en choques con fuerza pública.
Al jefe de Estado el diálogo no le limita capacidad para ejercer su mando en medio de protestas. Sin embargo es constitucional tener una Comisión permanente, conocedora de la cultura indígena y sus regiones, vapuleadas por bandas armadas, narcotráfico y contrabando.
Se pierden 200 millones de pesos diarios al paralizar 183 mil toneladas de comercio interno, hacia el sur del país, junto con más del 40 por ciento, tranzado en productos entre Ecuador y Colombia en doble vía.
Este Gobierno y los pasados han repetido lo mismo: “Hemos dialogado con el Consejo Regional Indígena, quizá el doble de lo hecho por otros gobiernos.”
No se trata solo ir a dialogar sino a pactar compromisos para cumplir, ante la cadena de paros, bloqueos y disturbios con fuerza pública, uno tras otro.
Si en el país se aprueba el proyecto de Ley que crea Regiones Autónomas, lo primero que harían Cauca y Chocó sería declararse independientes por la vida llevada, año tras año. Son más caucanos y chocoanos, que colombianos.
Y hay puja entre indígenas y campesinos que comparten región. Carecen de eficiencia en salud, educación y tierras. La exigencia de presupuesto sobrepasa 4 billones de pesos, para cuatro años. Otra cosa es quién manejará esa inversión.
Lo mínimo es que se incluyan en el Plan Nacional de Desarrollo, al igual, que otros sectores habitados por indígenas y, con Comisión de gobierno delegado, aparte de insignias partidistas. Ahora se espera, que el PND sea su reivindicación.
El otro filo agudo está en su vecino Chocó, sacudido entre olvido y delincuencia, como Eln, narcotráfico, mineros ilegales y contrabando. Los dos forman alianza para insistir en recuperación con atención inaplazable.
En contraste, con la búsqueda definitiva del Acuerdo de Paz, el país muestra al exterior un vergonzoso desprecio a población marginal. De manera paralela, la comunidad indígena caucana, con frecuencia, emprende marchas de migrantes por el país.
Es válido preguntar quién está detrás de indígenas en parques y vías, traídos a Bogotá y principales ciudades.
Así se acentúa desorden social en principales urbes con quienes presionan para conseguir diálogo y protección del gobierno que sea; parecería que tuviesen patente indefinida, para hacer bloqueo propio, desde el crudo nido de sus conflictos.