En una magnífica entrevista que concedió hace algunos días el director del DANE al Nuevo Siglo, anotaba cómo la inflación creciente que estamos presenciando está actuando como una barrera que contrarresta la lucha contra la pobreza.
En efecto, la inflación golpea más duro a los pobres que viven de su ingreso salarial o de su pensión (cuando la tienen) que a los más ricos que fundan su riqueza en inmuebles que se valorizan más rápido que el incremento del índice de precios. Ese es el gran reto que el país tiene hacia adelante: ¿cómo evitar que la inflación deteriore aún más los ya alarmantes indicadores de pobreza y de informalidad?
En ese sentido la recomendación de la Misión de Empleo que se conoció hace poco, en el sentido de universalizar la red de seguridad social y sobre todo la iniciativa de financiar por caminos tributarios una pensión universal mínima (“pensión ciudadana” la llama la misión), debería merecer toda la atención de la academia y de los candidatos. Opinar sobre las conclusiones de esta Misión de Empleo es casi un deber ético de los profusos candidatos que tenemos. Sería un buen camino además para que dejen de pelearse entre sí, cosa que ya tiene aburrida a la ciudadanía; y para reemplazar tanta bobada y lugares comunes de los que no salen para ocuparse de temas fundamentales para la sociedad colombiana.
La iniciativa de la Misión para financiar por caminos fiscales la universalización de un sistema pensional en nuestro país no es fácil, pero es una propuesta de fondo. Que no debe quedar ignorada.
Una de las mayores inequidades sociales de Colombia es que muy pocos afortunados alcanzan la condición de pensionados, al paso que la inmensa mayoría de nuestros ciudadanos carecen de toda posibilidad de alcanzarla. Y lo que es aún más grave: están condenados a nunca alcanzarla.
La Misión estima que dos de cada tres personas que ya están cotizando nunca alcanzarán a llenar todas las condiciones requeridas para ser pensionados. Y desde luego, si a esto le sumamos la inmensa masa de colombianos que desde la informalidad (60% de quienes trabajan) ni siquiera cotizan, la situación es desoladora.
Por eso el futuro pensional de Colombia es tan importante si verdaderamente queremos avanzar por los caminos de una mayor equidad y de la universalización de la seguridad social. Y por eso es también indispensable que quienes pretenden gobernar al país a partir de 7 de agosto de 2022 analicen estas recomendaciones de la Misión del Empleo y digan cómo les parecen. Y si tienen otras mejores que las presenten. Lo que no puede hacer el país es pasar otros cuatro años en blanco en materia de reforma pensional sin hacer nada.
Esta es apenas una de las facetas fiscales que tendrá que abordar el nuevo gobierno. Hay otras muchas. Algunas de las cuales son verdaderas bombas de tiempo que están activadas y que le estallarán en la cara al sucesor de Iván Duque.
La situación fiscal que heredará el nuevo gobierno es extremadamente frágil. Requerirá desde luego una nueva reforma tributaria. Pero eso no basta: es indispensable que dicha reforma sea progresista y avance hacia mayores estándares de equidad social. La propuesta de la Misión de Empleo de universalizar el esquema pensional financiándolo a través de mecanismos fiscales puede ser uno de ellos. Colombia no debe seguir arrastrando un sistema en el cual ocho de cada diez conciudadanos en edad de jubilarse nunca podrán alcanzar un mínimo de seguridad para su vejez.
Quebrarle el espinazo al monstruo de la inflación que empieza a mostrar sus garras, y debatir propuestas de fondo como ésta que presenta la Misión de Empleo sobre la universalización de un esquema mínimo pensional, son el tipo de asuntos de los que debería ocuparse la catarata de candidatos que hoy aparecen- muchos de ellos como mero relleno- en las nutridas coaliciones y alianzas que se perfilan.