CAMILO HERRERA MORA | El Nuevo Siglo
Sábado, 1 de Junio de 2013

Maduro teme, no gobierna

 

Gustavo  Gómez de Caracol Radio puso el dedo en la llaga al decir en su twitter: “Qué pavor que le tiene la poderosa revolución venezolana a Capriles; una visita a Colombia los puso a mil por hora. Talón de Aquiles”.

El Gobierno venezolano tiene miedo porque no ha logrado la consolidación de su legitimidad.  Si bien diversos gobiernos han reconocido el triunfo de Maduro -más allá de si lo fue o no-, internamente no ha logrado consolidar su liderazgo, y lo único que se ve son declaraciones desatinadas de diversa índole diciendo que los atacan de diversos frentes.

Es claro que Maduro está más dedicado a defenderse y crear cortinas de humo que a gobernar, y eso es un agente de desestabilización aún más poderoso. Ya diversos analistas hablan del temor del empleo de la mano dura para consolidar su poder, como el uso de las fuerzas armadas, el control de los medios de comunicación e incluso el cierre o la prohibición de otros partidos políticos, siguiendo el camino que enseñó el Nacional Socialismo Alemán: es posible que ante la falta de legitimidad la imponga a costa de la libertad.

En años pasados ya estábamos acostumbrados a las posiciones extremas del Gobierno venezolano frente a los actos y posiciones del Gobierno colombiano, porque simplemente no seguían la línea que desde Caracas se quería imponer en el hemisferio; y lo que ocurrió ante la visita de Capriles y su reunión con el presidente Santos es una clara demostración de que la relación no es tan buena como creemos y que nos seguirán usando como mecanismo de creación de un patrioterismo falso en la opinión pública venezolana.

Maduro y Cabello deben entender que Colombia no es su fuente de poder ni debilidad. El poder en Venezuela se debe legitimar con la mejora en calidad de vida de todos sus ciudadanos y no solo de sus seguidores. Gobernar no es beneficiar a unos, sino a todos; y mejorar la calidad de vida no es subsidiar sino crear ambientes para que todos mejoren sus condiciones de vida de manera libre.

 Infortunadamente la libertad siempre será el precio del miedo de perder el poder en los Estados, y como siempre ocurre esta muere ampliamente aplaudida. Ningún país merece eso.

Colombianada. La pregunta gruesa de la reacción del Gobierno venezolano es, ¿por qué ya no quieren apoyar el proceso de paz en Colombia y qué tan necesarios son en él?