CAMILO HERRERA MORA* | El Nuevo Siglo
Sábado, 8 de Marzo de 2014

El voto secreto

 

Todo  el mundo dice que el voto es secreto y es una cómoda verdad. En ninguna parte de nuestra Constitución se dice que lo sea, pero la mal llamada “sabiduría popular” ha construido este mito para protegernos de nuestros errores y que no asumamos nuestra responsabilidad al votar por alguien que al final se robe el erario, destroce las instituciones o simplemente no haga nada. El voto es una decisión personal y usted dispone si lo vuelve público o no, pero siempre quedará la duda de aquellos que no lo hacen; comprendo que en algunas épocas y hoy en ciertas regiones del país, decir por quién se había votado era casi un llamado a ser asesinado. Esto ha servido para que hoy votemos y no le digamos a nadie por quien lo hicimos y podamos cambiar nuestra versión según nos plazca, lo que nos acostumbró a ser ciudadanos mediocres sin la responsabilidad de votar bien, o de hacer un seguimiento del trabajo de nuestro elegido.

La gente sale y vota para tener medio día de trabajo libre o una reducción en universidades públicas, o quizá para sentirse demócrata, ciudadano e inclusive útil, como si votar fuera el simple hecho de tachar un tarjetón y meterlo en una urna: votar es entregar su poder a un tercero, por lo tanto es trasladar el deber de actuar como ciudadano en pos del país a otra persona, lo que hace a usted corresponsable de las acciones que él cometa; y por eso al mito se debe sumar la jocosa posición de “si ganamos, ganamos, si perdió, perdió”. Vivimos evadiendo la responsabilidad y delegándosela a terceros, como comúnmente oímos en la calle, “mijito eso no dio porque Dios no quiso”, y así “mijito” nunca tiene la culpa de nada.

Yo mañana domingo votaré por John Sudarsky en la Consulta, por Viviane Morales para Senado y Rodrigo Lara a la Cámara, mi compañero de páginas en este diario; soy conservador y mañana no votaré por ninguno de sus candidatos, porque ninguno me convenció.

Debemos madurar como ciudadanos, asumir nuestro rol, ser responsables de nuestras decisiones y no esconderlas más: si es hincha de un equipo de fútbol dígalo, si es partidario de una colectividad dígalo, si es homosexual dígalo, porque el primer paso para asumir una posición es verbalizarla y comenzar a aceptar las consecuencias de haberla tomado. Necesitamos ciudadanos con carácter, que voten y asuman su papel en el país.

Colombianada. El voto secreto en una democracia es de ciudadanos mediocres.

@consumiendo

*Presidente de Raddar