El año termina con escándalos por todas partes. No es poca cosa que una expresidenta y ahora vicepresidenta de una nación como Argentina sea condenada a 6 años de prisión y quede inhabilitada para ejercer cargos públicos para siempre. Habla muy bien del sistema judicial porque muestra independencia y capacidad de tomar decisiones. Este es un cuento viejo que no sorprende. Desde hace varios años se escuchan testimonios y se leen versiones sobre la familia Kirchner, marido y mujer, en asuntos que hablan de comportamientos corruptos.
Y el cataclismo político en Perú que ya lleva varios años y seis presidentes. Algunos colegas me decían hace años que esto revelaba la institucionalidad vigente en Perú. El papel de los jueces y fiscales, y el del Congreso frente al poder presidencial. Pero parece que la situación desnuda, más bien, una crisis institucional enorme. Es que destituir a seis presidentes no es precisamente el mejor ejemplo de institucionalización. La reiteración de semejante crisis política no puede considerarse como una especie de modelo. De ninguna manera. Un caso, ha debido ser ejemplarizante. ¿Pero seis en seguidilla sin solución de continuidad? Un tema digno de cuidadoso análisis. Y no es que el Congreso goce de prestigio…
La situación peruana deja muchas lecciones que ojalá se tomen en consideración. Se reconoce que en Brasil las instituciones funcionaron muy bien y que las emotivas lágrimas de Lula al recibir su credencial para ejercer su tercer mandato presidencial se justificaron porque estaban aludiendo a cómo las instituciones en Brasil y la voluntad popular prevalecieron sobre las amenazas antidemocráticas de un gobernante de derecha, el señor Bolsonaro.
En Perú fue un gobernante de extrema izquierda el que inventó un autogolpe que no logró fructificar gracias a la rápida reacción de las Fuerzas Militares, de un Congreso que no tiene mayor apoyo popular y hasta de la ciudadanía.
Lo deplorable es que en el Perú el rechazo al insólito abuso de poder de Castillo reafirma la enorme debilidad del sistema político como se dijo anteriormente. Es que parece haber desaparecido la noción del equilibrio entre las ramas del poder y se llegó ahora a una situación de abuso en el ejercicio del poder presidencial que en buena hora fue rechazado. Bien por el rechazo, muy mal por el abuso. Es evidente que no hay partidos políticos con capacidad de orientar seriamente al Perú. ¿Como se llegó a eso? Un análisis imprescindible. Cuasi imposible un buen gobierno con minipartidos. Tan inadmisible el abuso de poder del Presidente como el del Congreso o el del Poder Judicial. Se requiere separación de poderes y colaboración armónica entre ellos.
Dos situaciones que hablan muy bien de cómo el abuso de los gobernantes no está prevaleciendo. No ocurría algo parecido hace algunas décadas. Como que ahora el sentimiento democrático está presente, fluye, se impone.
Y la debacle que continúa significando Trump no deja de ser noticia casi diaria. Trapisondas políticas increíbles; comportamientos que chocan con tradiciones respetables y que formaban parte del legado de Estados Unidos para las viejas y nuevas democracias; y enredos judiciales de diversa naturaleza. Una telenovela que no acaba. Y que guarda preocupantes interrogantes con respecto al futuro del Partido Republicano y de la ejemplar democracia estadounidense.
Como si toda esta situación (no mencionemos a Centroamérica) no fuera ya apabullante, entonces explota un escándalo impensable en la cúpula misma de la Unión Europea. Una Vicepresidenta del Parlamento Europeo, de nacionalidad griega, Eva Kaili, en lo que se ha llamado el Catargate, sí Catar, la sede del mundial de fútbol. Una tentativa, según la Fiscalía, de una “presunta organización criminal” para influir las políticas de la Unión Europea en beneficio de un “Estado del Golfo”. Involucrados en dicha organización hasta un presidente de una ONG europea, llamada “Pelear contra la impunidad”, ¡Qué ironía! Y el dirigente de otra ONG, que comparte el mismo edificio de la anterior, “No hay paz sin justicia”. ¡Otra ironía! La Vicepresidenta Kaili fue sorprendida en flagrancia, no pudo argumentar su inmunidad.
Los expertos dicen que la opacidad no deja ver estos comportamientos y por eso predican la necesidad de transparencia. Quizás las luces navideñas están ayudando.