CARLOS ALBERTO ESTEFAN UPEGUI | El Nuevo Siglo
Viernes, 28 de Junio de 2013

Al posconflicto

 

La semana anterior dijimos que hablar del posconflicto era una forma de “construir confianza entre las partes.", ya que la paz será duradera “solo si se cumple lo pactado”.

Ante tal afirmación, muchos de nuestros lectores reaccionaron; entre ellos, uno quien  manifestó:

"Esta claro que las Farc son parte del partido comunista y con la propuesta de 10 puntos mínimos para su participación en política dejan ver ese sentimiento comunista pasando por encima de la democracia. Van por todo. No abandonan las armas y ya se tomaron el aparato judicial"(...)

Consideración tan respetable como discutible, pues, por el contrario, gracias a la democracia es que en La Habana se les permite opinar y disentir a través de los diálogos.

Igualmente plantear que las Farc “ya se tomaron el aparato judicial", no deja de ser una ligereza. Además, por muy comunistas que sean, lo cual no es nuevo, el Gobierno está dispuesto a escucharlos a través de una comisión confiable y competente, y luego, mediante el procedimiento mas adecuado, también democrático, refrendar los acuerdos.

Otro lector expresó, que en Colombia  habrá paz solo "el día en que los niños de los pobres coman mejor que los perros de los ricos (...)".

Tan cierto es como tener que adecuar las instituciones para el posconflicto en cuanto a

su organización, sus procedimientos y sus presupuestos, con el fin de ejecutar las tareas que les sobrevengan"; entre ellas, garantizarles alimento a los niños pobres.

Por ultimo, entre muchos mas escritos, un tercer lector opina que "el posconflicto puede llegar a tener un costo cercano a dos puntos del PIB anual durante 10 años, para lo cual sería necesario un empréstito internacional".

Suma que se justifica simplemente comparándola con el costo de la guerra.

Ante tal cantidad de comunicaciones, concluimos que el país está ávido de opinar y que es necesario hacer el esfuerzo por asimilar esta nueva realidad. Ese es nuestro punto de vista. De tan buena fe como el de quienes sostienen lo contrario. Lo importante de la democracia es que tenemos la oportunidad de opinar en una u otra dirección, correspondiéndonos ahora ayudar a encontrar una salida que satisfaga a las mayorías, donde no caben las emociones, pero tampoco el absolutismo ni la terquedad, sino la inteligencia y la prudencia, por el futuro de nuestros hijos y el devenir del país.