Carlos Alberto Estefan Upegui‪‪‪‪‬‬‬‬ | El Nuevo Siglo
Miércoles, 22 de Abril de 2015

REQUIERE APOYO

Precio justo para el productor

El  precio, dice la economía básica, resulta del equilibrio entre la oferta y la demanda; situación que se da en condiciones de un mercado perfecto, que no es el caso colombiano. Sin embargo, el  precio real termina por ser aquel al cual ocurren las transacciones, así éste no resulte de recuperar los costos y obtener un margen de ganancia para el vendedor. Pues el precio desde la óptica del comprador va en proporción al beneficio que este pretenda obtener.
Lo cual se evidencia aún más cuando siendo varios los vendedores y pocos lo compradores, se ponen de acuerdo para definir los precios y las cantidades a comprar, configurándose así lo que los economistas llaman un mercado oligopsónico que concentra en ellos el mayor beneficio, independientemente de que el vendedor pueda o no recuperar sus costos y obtener un justo margen de ganancia.
Hecho muy común cuando se trata de los proveedores de algunos productos para la industria, o en el caso de los intermediarios quienes terminan ganando más que el productor, importándoles poco si éste permanece o no en el negocio y pueda soportar sistemáticamente sus pérdidas.
Es una situación de competencia imperfecta y frustrante, que atenta y desestimula al sector productivo.
A lo anterior se agregan las asimetrías de un mercado globalizado y el comportamiento de la tasa de cambio, entre otros factores; que a pesar de los grandes esfuerzos del productor primario por ser altamente eficiente, son condiciones que se salen de su control porque dependen exclusivamente de las autoridades gubernamentales y monetarias; mas no de su esfuerzo por ser competitivo. Es difícil exigirle al productor nacional vender su producto al mismo precio o menos, que en el mercado global, como condición para obtener éxito, sin que existan las mismas condiciones de los países con los cuales hay que competir.  
De ahí que se haga indispensable la regulación de la oferta y la demanda, y apoyo  para protegerlos contra oscilaciones anormales de los precios, procurándoles un ingreso remunerativo. Igualmente hay que hacer valer la verdadera filosofía de las cadenas productivas, con las que se busca el crecimiento del mercado y el desarrollo de la competitividad dentro de unas condiciones de entendimiento, cooperación y confianza recíproca; estimulando también la asociatividad, con miras a disponer de una estructura más sólida y rentable.
Todo lo anterior, dentro de la concepción integral de un precio justo, tal como lo describe María Paz Valdebenito G. en su monografía: "Una reflexión conceptual acerca del precio justo", cuando anota que:
"las medidas tomadas frente a la determinación (y a la exigencia) de estos, deben ser objeto de las políticas definidas por los gobiernos, los cuales tienen potestad pública sobre los bienes materiales de primera necesidad para el hombre, en pos del bien para el mismo, y no en pos de su perjuicio(...)".