CARLOS ALBERTO ESTEFAN UPEGUI | El Nuevo Siglo
Viernes, 27 de Julio de 2012

Motos y salud pública

 

El malestar que ocasionan los motociclistas imprudentes no tiene igual, perjudicando de paso a quienes utilizan correctamente este medio para resolver su problema de transporte, pues la animadversión hacia todos es por igual luego de invadir calles y carreteras como enjambres de avispas venenosas sin dios ni ley. El número aumenta cada día.

La ANDI reveló que las ventas en los ocho primeros meses del 2011 de las cuatro principales marcas producidas en el país crecieron 35,3 por ciento, frente a igual período del 2010, cifra que para el 2012 por supuesto es superior. Casi que estamos frente a un nuevo producto de la canasta familiar de los estratos donde se le rinde tributo a la moto como un icono de la movilidad ciudadana; y que a pesar del chaleco y el casco exhibidos con orgullo en la sala de la casa, trae consigo altos índices de accidentalidad y muerte, además de la contaminación ambiental, convirtiéndose en un grave problema de salud pública.

El Instituto de Medicina Legal reportó en los ocho primeros meses del año anterior 1.396 muertes en accidentes de tránsito en los que hubo por lo menos una moto, cifra que continúa incrementándose. Hasta niños de brazos, en manos de quienes muchas veces no saben conducir, pues en los almacenes de cadena venden motos como si fuesen juguetes; y la arrogancia de quienes se creen con iguales derechos a los demás vehículos, tampoco tiene nombre porque serpentean de un lado a otro, con exceso de velocidad giran sin avisar, andan en contravía, se suben a los andenes, parques y zonas peatonales y como si fuera poco, en carretera transitan por la mitad cuando ni siquiera pagan peaje. El conductor tranquilo en su carro, no sabe si esquivar al de la derecha, al de la izquierda, al de adelante o al de atrás. Es cierto que en países desarrollados es un medio utilizado masivamente, pero con reglas claras y con gente culta. Mientras en Colombia es una solución práctica para la mensajería y otros menesteres; para no hablar del sicariato y el bandidaje. Por eso un día sin motos sería un día sin farmacias, sin tiendas, sin domicilios, sin cobradores; de ahí el llamado a ponerle cuidado a este asunto por parte de las autoridades y que los motociclistas respeten, se capaciten y se auto-controlen, si quieren que igualmente se les respete.

*Exgobernador del Tolima